miércoles, 24 de diciembre de 2008

Domingo de la Sagrada Familia. 28/12/2008. Evangelio Lucas 2, 22-40

Este domingo, me encuentro con un dilema: explicar directamente el evangelio correspondiente o hacer referencia a la fiesta del día, la Sagrada Familia. Me inclino por esto último. Es necesario conocer algo sobre la familia judía para ver cómo se desarrolló la familia de Jesús, hija culturalmente de su época. Esto suele desconocerse y no sé por qué.

La familia era totalmente patriarcal. La autoridad del padre era absoluta, lo dominaba todo, hasta el punto de que negociaba los matrimonios y decidía el destino de las hijas. Jesús vivió este ambiente y, por ello, abogará en su predicación por unas relaciones familiares más fraternas, donde ese fuerte dominio patriarcal se sustituya por un mutuo servicio. Jesús, seguramente pensando en ese padre plenamente autoritario, dijo: <> (Mateo 23, 9). Realmente, según los análisis, son palabras elaboradas por la primitiva comunidad cristiana para ir contra una peligrosa jerarquización, pero reflejan el pensamiento de Jesús. Debemos preguntarnos: ¿No tenemos, hoy día, una excesiva jerarquización de la Iglesia?

Como preparación para dicho autoritarismo patriarcal, al cumplir los ocho años, los niños varones eran introducidos en ese mundo autoritario de los mayores donde se les enseñaba a ser <> cultivando el valor, la agresividad sexual, la sagacidad, etc. La enseñanza de Jesús es de otro signo; él acogerá tiernamente a los niños, algo que las fuentes cristianas destacan notablemente (Marcos 10,14).

Por otro lado, la reputación de la familia, estaba por encima de todo. Es necesario advertir que la familia de Jesús, según costumbre, no era sólo la pequeña célula familiar del padre, esposa e hijos. Jesús, como los demás, estaba integrado en una familia más extensa. Entre los hermanos y hermanas de Jesús, varios estarían casados y tendrían su pequeña familia. Todas ellas formarían la familia extensa de Jesús que, a la vez, sería una parte muy importante de la aldea de Nazaret. Y, todo este clan permanece vigilante para que nada ponga en entredicho su reputación.

Se vigilaba sobre todo a las mujeres. Ellas debían dar hijos varones para mantener el patriarcado. No podían mantener una relación sexual sin el consentimiento del grupo; esto, pues, no se oponía a la castidad que se les inculcaba.

Los judíos de la época de Jesús manifestaban, dos veces al día, su fe en un sólo Dios, por la mañana y por la noche, diciendo: <>. Esto, dicho todos los días, al levantarse y al acostarse, se fue grabando muy dentro del corazón de Jesús.

Los varones judíos eran circuncidados a los ocho días de su nacimiento. Jesús, al ser circuncidado por su padre, este lo reconoce como hijo e ingresa en la comunidad de la Alianza.

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, por haber tenido un hijo, fue al Templo para presentarlo al Señor. Es así como empieza el evangelio de hoy. Y termina diciendo: <>. La familia y el ambiente que hemos visto lo iban llenando de conocimientos, de experiencia y de fe en Dios, creciendo en todos los sentidos.

Reflexión: relee este comentario y hazte una idea del ambiente en que iba creciendo Jesús.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Domingo IV de Adviento. 21/12/2008. Evangelio Lucas 1, 26-38

En el evangelio de hoy se trata la aparición del ángel a María anunciándole que de ella nacerá Jesús. Se debe advertir que la Biblia, con los avances modernos del estudio y de la exégesis bíblica, ha dado algunos giros en su interpretación, aunque mantiene, como no podía ser menos, lo esencial de nuestra fe cristiana. Nuestra fe está contenida en la Palabra de Dios, es decir, en la Biblia.


Para empezar, es necesario mencionar que Jesús tuvo hermanos. Ignoramos si nacieron antes o después de él. Así, en el evangelio de Marcos, capítulo 6, versículo 3, se menciona que los habitantes de Nazaret decían: "¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón?, ¿no están sus hermanas aquí con nosotros?". Según Maier, el investigador católico de más prestigio, da como lo más probable que los hermanos y hermanas de Jesús lo fueran realmente, no simplemente parientes. Siendo así, ¿no habría que poner en los Belenes a algún hermano/a al lado de la cuna?.
Sobre la virginidad de María, en el momento de la concepción de Jesús, debemos recordar la verdad fundamental en el conocimiento de Dios. La verdad de que la esencia de Dios es infinita y, por lo tanto, inabarcable para el entendimiento humano. Siempre habrá en la relación entre el hombre y Dios una zona desconocida, que sólo podrá llenarse con el misterio.
A la vez, es necesario tener en cuenta, que los caminos de Dios no son los caminos de los hombres y que sus designios son inescrutables para nosotros. La fe es la aceptación de una historia concreta, en la que Dios se manifiesta y comunica a los hombres a pesar de la distancia infinita entre ambos. María tiene que alegrarse porque, aún en su virginidad, lo que va a nacer de ella es, ni más ni menos, el Hijo de Dios. Dios hecho hombre.
Sin embargo, la misma virgen María piensa que, a pesar del anuncio, un hijo no puede tenerse si no es con el concurso humano, es decir, del varón. ¿Cómo puede ser - pregunta - si no conozco varón? Y el ángel contesta:
- El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el Santo que va a nacer de ti se llamará Hijo de Dios.


Si quitamos la virginidad de María, cerramos completamente la entrada a una verdadera fe cristológica. Cristo nos ha sido dado por gracia. Nos justificamos por la fe y no por las obras, aunque la fe, para no ser fe muerta, produce necesariamente obras buenas. La fe ha de ser, necesariamente, fe viva. Así, Jesús se nos da como un regalo de Dios Padre y no por concurso de varón. Dios se hace hombre por amor, para inyectar en los hombres su propia vida, para realizar una gran misión. Jesús se nos da por gracia, como el cielo se nos da gratis, por la fe viva. Por sólo las obras, por buenas que sean no podemos exigirle a Dios el cielo.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Domingo III de Adviento. 14/12/2008. Evangelio de Juan 1, 6-8 y 19-28.

En el evangelio de hoy aparecen tres afirmaciones o temáticas: la referencia a la luz, el bautismo de Juan con su simbolismo, y, finalmente, el anuncio solemne de Jesús.

a) ... y la vida era la luz del hombre (Juan, cap. 1, vers. 4). Es decir, según Juan, para el hombre, la única luz de verdad es el resplandor de la vida. Pero, de una vida que realmente merezca ese nombre. Esa vida, propia de un hombre digno, que habita en el interior del hombre, que le hace realizarse en plenitud, esa vida es la que nos hace descubrir la luz en nuestro interior. Dios ha puesto esa luz dento del hombre, es la que lo orienta hacia el bien y lo atrae con fuerza. Esa luz sale de la misma vida del hombre.

Sin embargo, para los judíos, la luz significaba la misma Ley de Moisés. Esta Ley, y no la propia vida de un hombre justo y bueno, esta Ley, digo, era la luz para los judíos. Al contrario, en el evangelio de Juan, como terminamos de afirmar, "la vida es la luz del hombre"; sin embargo, para los judíos, "la Ley, a la que llaman Luz, es la vida del hombre". Al hombre no lo orienta una ley externa, sino que es la vida misma del hombre justo y bueno la que lo orienta y le da luz. En este sentido, la vida es antes que la doctrina.

Para el evangelio de hoy, la luz verdadera es la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Pero, llegó un momento en que el hombre rechazó esta luz que habitaba en su corazón.

b) Juan el Bautista viene para dar testimonio de la Luz verdadera y le hacen una serie de preguntas a las que contesta negativamente: Yo no soy el Mesías. Ni Elías. Ni el profeta. Le preguntan definitivamente: ¿Entonces, por qué bautizas? Es necesario advertir que entre los judíos había bautismos, pero se bautizaban a sí mismos. Los había religiosos y civiles y tenían diversos significados. Sin embargo, nadie era bautizado por otro. Juan el Bautista bautizaba a los demás. No se bautizaban ellos mismos. Además, el bautismo del Bautista pide la ruptura con las instituciones, avivando el descontento que existía contra ellas. Romper con aquellas es encontrar la luz, encontrar el sentido de la vida. Es pasar de las tinieblas a la luz. Por algo se citan las palabras de Isaías.

c) El Bautista, dice no ser quien a desatarle a Jesús la correa de sus sandalias. El texto hace alusión a la ley judía, según la cual, cuando uno moría sin hijos, un pariente debía casarse con la viuda para dar hijos al difunto. Si el que tenía la obligación de hacerlo no la cumplía, otro podía sustituirlo. Para ello, el que accedía al matrimonio debía desatar la sandalia del que perdía tal derecho.

Por tanto, si Juan no puede desatar las sandalias a Jesús es que Jesús va a ser el verdadero Esposo. Los profetas, a menudo, presentaban la alianza entre Dios y su pueblo como una unión conyugal entre los mismos. Por tanto, Jesús nos ama con el amor de un verdadero Esposo.


Recordemos: ante las instituciones, debemos observar si nos permiten llevar una vida plenamente humana, para con nosotros y para con los demás. Si es así, son camino de luz. De lo contrario, se impone perfeccionarlas o, en lo necesario, no hacer caso de ellas.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Domingo II de Adviento. 07/12/2008. Evangelio de Marcos, 1, 1-8

El evangelio de hoy hace una pequeña biografía de Juan el Bautista y lo presenta, finalmente, como el que anuncia a Jesús. Hacia el año 27 o 28 después de Cristo aparece en Palestina un profeta original que se llama Juan y, porque bautiza, la gente le llama "El Bautista". Esto era un rito inesperado y que sorprendía mucho. Juan era de una familia sacerdotal campesina. Como sacerdote, rompe con el templo y con los ritos de purificación y perdón asociados a él. No sabemos por qué abandona su ministerio sacerdotal. Marcha al desierto a predicar su mensaje que resume el evangelio de hoy: presentar a Jesús.
Juan, ante lo corrompido que está el Pueblo de Dios, alejándose de Él cada vez más y pecando en todas las direcciones, se presenta en el Jordán recordando la llegada a la Tierra Prometida. Invita a pasar el Jordán, purificarse en sus aguas para entrar renovado, empezando de nuevo el camino que Dios quiere. Se trata de una verdadera conversión.
Hasta la aparición de Juan no existía entre los judíos la costumbre de bautizar a otros. Juan es el primero que lo hace, y lo hace con una gran autoridad. Nadie se bautiza a sí mismo, porque el bautismo aparece como un don de Dios. En este bautismo, la conversión es absolutamente necesaria, incluso para los que no son de la categoría de pecadores. La confesión no se limita solamente a los pecados propios, sino que incluye también los de todo Israel. Es posible que esta confesión pública de los pecados fuese como la que hacía todo el pueblo cuando se reunía para la fiesta de la Expiación. El bautismo de Juan es de conversión que incluye el perdón de Dios. Los bautizados, al sentirse perdonados, volverían a sus casas dispuestos a vivir de manera nueva, preparándose para recibir la llegada ya inminente de Dios. Esto es lo que anunciaba Juan el Bautista. Este bautiza en agua, pero llega el que bautizará en Espíritu Santo. así dice el último versículo del evangelio de hoy.
Tres ideas flotan en el evangelio de hoy: la conversión; el perdón total y absoluto que Dios nos da una vez convertidos, pero gratuitamente; el que viene, y al que anuncia Juan, nos bautizará en Espíritu Santo.
En cuanto a la conversión, deberíamos acostumbrarnos a arrepentirnos diariamente, escogiendo el mismo momento para no olvidarnos, por ejemplo, antes de dormir. Pero, aunque nunca seremos perfectos, que la conversión de lo más "gordo" sea lo más eficaz posible.
Una vez que hemos pedido perdón de nuestros pecados, tengamos la total confianza de que Dios nos ha perdonado y podríamos comulgar, si el arrepentimiento ha sido sincero, como acabamos de decir. ¡¡¡Si Dios nos ha perdonado, a qué tenemos que esperar!!!.
Y, con esta disposición, a creer en ese Espíritu que Jesús nos da. A tener ese Espíritu en nuestros corazones. A cultivarlo con la fe profunda en Jesús, y una vida de oración que se proyecta en ayuda a los demás.
Analiza: analiza si tu fe en Jesús es firme, en las alegría y en las penas, en la salud y en la enfermedad, es decir, todos los días de tu vida.
Reflexión: aumenta la firmeza de tu fe en Jesús para que, de verdad, El Espíritu Santo habite en tí.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Domingo I de Adviento. 30/11/2008. Marcos, 13, 33-37

Evangelio de hoy:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!".
No se puede desenganchar el primer versículo de este trozo evangélico del versículo inmediatamente anterior, que dice:
"De aquel día y de aquella hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Marcos, 13, 32).
De otras palabras podemos dudar sobre si las pronunció o no Jesús. A lo mejor, fue la tradición quien las puso en su boca. Pero, de las palabras mencionadas no hay lugar a duda. Las pronunció Jesús. Podemos afirmarlo sin ningún peligro de equivocarnos, pues ningún cristiano se habría atrevido a poner en el evangelio un dicho en el que Jesús apareciese como ignorante de la más importante de todas las fechas: el día del juicio final.
La palabra clave del evangelio de hoy es que Marcos repite cuatro veces en tan pocas líneas la palabra: ¡Vigilad! (o sus equivalentes: mirad, velad). La jerarquía ha escogido estas palabras hoy que comienza el año litúrgico, y el mejor comentario que se puede hacer a las mismas nos lo da el apóstol Pablo en la segunda lectura de la misa de hoy. Se trata de la primera Carta a los Corintios, capítulo 1, versículos 3-8. Es curioso, Pablo empieza dando gracias "por la gracia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús". Según Pablo, hemos sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber, pues en nosotros se ha probado que el testimonio de Cristo es verdadero. Nosotros que esperamos la venida de Cristo no carecemos de ningún don y Él nos mantendrá firmes hasta el final, para participar de su propia vida. ¡¡¡Pues, si hemos sido enriquecidos en el hablar y en el saber, no nos avergoncemos de hablar de las cosas de Dios y manifestemos que saboreamos y practicamos las cosas de Él!!!.
El evangelio de hoy es muy corto, pero de mucha intensidad. Si lo practicamos, nos daremos cuenta.
Práctica: proponte para esta semana, hablar con diferentes personas y en diferentes lugares sobre las cosas de Dios. Que sea algo que sale de tu corazón y de tus vivencias religiosas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. 23/11/2008. Mateo 25, 31-46

Resumen:

Se trata de la segunda venida del Hombre para dilucidar la suerte de los paganos. Entonces, primeramente dirá a los buenos, situados a su derecha:

- Venid a heredar el reino preparado para vosotros porque tuve hambre y me dísteis de comer, tuve sed y me dísteis de beber, fui extranjero y me recogísteis, estuve desnudo y me vestísteis, enfermo y me visitásteis...

Y el rey les dirá además:

- Cada vez que lo hicísteis con uno de estos.... conmigo lo hicísteis.



A los de su izquierda, les dirá:

- Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.



Estos habían hecho todo lo contrario de los anteriores, e irán al castigo definitivo, mientras que los primeros, irán a la vida definitiva.





Comentario:

Mateo, en su evangelio presenta primeramente la venida del Hombre que viene a salvar a los suyos, es decir, a los judíos. Para ello, véase el capítulo 24, especialmente los versículos 29-31. Su narración está hecha en estilo literario apocalíptico y la mención del sol, la luna y las estrellas se hace porque eran tenidos por dioses.



Ahora, Mateo afronta el problema de la suerte de los paganos. Estamos situados en la época histórica después de la destrucción de Jerusalén, pues en 24, 29 comienzan los acontecimientos propios que siguen a la misma.



La suerte de los paganos depende de cual haya sido su actitud ante "el Hombre"; si estuvieron de su parte, cuidando del necesitado tendrán vida eterna. Según el evangelio de hoy, la actitud de ayuda al hombre y la solidaridad son los valores supremos para la salvación. Esto se dice para todos. Sin embargo, aglutinando todos los pasajes del Nuevo Testamento, para los creyentes, estos valores deben proceder de una fe sólida, fuerte, que nos proyecta a realizar dichas obras como hijas que son de una verdadera vida de unión a Cristo. No olvidemos que San Pablo nos dice en la carta a los romanos que nos salvamos por la fe y no por las obras; lo dice en más de una ocasión. En consecuencia, ya sabemos lo fuerte y profunda que debe ser nuestra fe en Jesús y no una fe cualquiera. Ha de ser una fe que nos arrastre a realizar, con verdadero amor, las obras de las que en este evangelio nos habla Jesús.



Según el versículo 42 que dice:

- Id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles...

se nos confirma, una vez más, que en la época de Jesús aún no se pensaba que el diablo estuviese en el fuego eterno, sino que éste estaba preparado para él. El diablo es siempre el símbolo del poder opresor. Por otra parte, el evangelista Mateo, omite en este episodio el mencionar la resurrección.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Domingo XXXIII del tiempo ordinario. 16/11/2008. Mateo 25, 14-30

Resumen:
Jesús cuenta de nuevo a sus discípulos otra parábola.
Un hombre encarga a su empleado que cuide de sus cinco mil talentos de plata; a otro dos y al otro uno. Los dos primeros duplicaron el dinero. Sin embargo, el tercero tuvo miedo de su señor y en vez de negociar y doblar el dinero, lo guardó sin más haciendo un pozo en la tierra. Cuando vuelve el señor, pide cuentas a sus empleados. A los dos primeros, como duplicaron el dinero, les dice:
- Muy bien, fieles y cumplidores, como fuisteis fieles en lo poco, os pondré al frente de mucho; pasad a la fiesta de vuestro señor.
Al tercer empleado, que no había negociado el dinero por miedo a su señor, le dice:
- ... debías haber puesto mi dinero en el banco, para que al volver yo pudiera recobrar lo mío con los intereses.
Y manda quitar el talento a este último y dárselo al primero de los otros dos. Al mismo tiempo ordena echarlo fuera, a las tinieblas.
En esta parábola se trata de inculcar el sentido de la responsabilidad. Ante los dones que hemos recibido de Dios no podemos quedarnos ociosos, hay que hacerlos fructificar al máximo. Si yo recibí el don del habla, tengo que hablar de Dios a los demás, saber sacar yo la conversación, no avergonzarme de ello. Tanto da que sea en la calle, que en el bar, que donde resulte. No podemos avergonzarnos de Dios. Hagamos la prueba con suavidad, sin forzar demasiado situaciones, pero hagamos la prueba.
Si hemos aprendido a enviar e-mails, preocupémonos de hablar de Dios en ellos. Y así, en muchas ocasiones de la vida. Es muy necesaria la labor de ayuda en parroquias, instituciones eclesiásticas, etc., pero, a la vez no podemos olvidar la palabra. No podemos callar, pues los enemigos de Dios no callan.
Lo intolerable es la pusilanimidad y el miedo al riesgo. Pero, nuestra conducta no ha de nacer de un falso concepto del Señor (con mayúscula) de un Dios que nos ama profundamente, pero al que no debemos defraudar.
No olvidemos la reflexión que hacíamos el domingo anterior. En ella se recordaba que "nos justificamos por la fe, no por las obras", pero esa fe, si es tal fe, una fe de verdad, una fe profunda, necesariamente fructifica en abundancia de obras buenas, de obras santas, que no se quedan sólo en oraciones piadosas. La fe de verdad se traduce en obras que duplican lo que ya es de Dios. Y esa misma fe así de activa, ya es una verdadera oración. La fe de verdad, sabe interiorizar como oración nuestras propias obras del trabajo por Dios, de aumentar su reino.
Como apartado para sopesar las cantidades de dinero que se manejan en esta parábola téngase en cuenta lo siguiente:
El talento de plata equivalía a un peso o lingote de la misma de entre 26 a 36 kilos. Se trataba, pues, de una gran cantidad.
Actuación:
Pon en práctica lo que se dice en este evangelio.
Petición:
Agradecería algún comentario de los españoles o extranjeros que leen estos comentarios del evangelio. Sé que muchos hispano-americanos abren este blog y se lo agradezco. Sería, además, riquísimo que los que trabajamos por el Señor, nos relacionásemos de alguna manera.
Muchas gracias.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Domingo XXXII del tiempo ordinario. 09/11/2008. Mateo 25, 1-13

Resumen: en el evangelio de hoy, se trata de diez muchachas que cogen sus candiles para ir a recibir al novio. Cinco eran necias y las otras cinco sensatas. Las primeras llevaron los candiles sin aceite; las sensatas, por el contrario, iban provistas de bastante cantidad.

A media noche, avisan que llega el novio y que deben salir a recibirlo. Entonces, las necias piden aceite a las sensatas porque se les apaga el candil. Habían dormido de noche y no se habían provisto de suficiente. Las muchachas sensatas contestan que es mejor que vayan a comprarlo porque es posible que el aceite no alcance para todas.

Mientras marchan a comprarlo, llegó el novio. Las que estaban preparadas entraron a la boda y se cerró la puerta, que ya no se abrió para las otras.

Jesús concluye: "estad en vela, que no sabeis el día ni la hora".

En este tipo de parábolas, y teniendo en cuenta las diversas tradiciones eclesiásticas, sería conveniente distinguir entre "las palabras", "la fe" y "las obras". Es manifiesto que por "el palabrerio" o "bla, bla, bla" nadie se salva. Sin embargo, según Pablo, nos justificamos por la fe y no por las obras. Pero, la fe en Jesucristo es siempre una fe activa, que culmina en obras, aunque sean obras que van en contra de lo moralmente mandado por la jerarquía eclesiástica. Un ejemplo muy sencillo y fácil de asimilar es el de no ir a misa un domingo por atender a un enfermo. Al obrar así muchos cristianos no quedan tranquilos por falta de una fe profunda. Se debe afirmar y enseñar que el quedar tranquilos supone una fe profunda en Jesús. Esta fe en Jesús es la que cuenta para la salvación. Por eso dice Pablo que nos salvamos por la fe y no por las obras. Pero por una fe que lleva al abandono total en Jesucristo y en la que cuenta la raíz de la fe. Los frutos son las obras, pero el fruto siempre depende de la raíz. Si hay buena raíz hay frutos. Si no hay raíz no hay frutos. Pero, la fe en Jesús debe ser de raíz profunda, porque la fe en él, es nuestra vida y nuestro sostén. Una fe que debe ser sin temores si tiene buena raíz.
De ser así, el Señor, cuando venga, nos encontrará con la lámpara encendida, iluminada por una fe profunda de la que nace la alegría de ir a recibir al esposo. Esta alegría no da temores. O por lo menos, no debería darlos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Conmemoración de todos los fieles difuntos. 02/11/08. Lucas 24, 13-35.

No transcribo el evangelio de hoy por ser bastante largo, por lo que animo a que se lea en casa. Se trata de los dos discípulos que van camino de Emaús. Van comentando todo lo sucedido con Jesús: su muerte y resurrección, según decían algunos. Jesús se pone a caminar con ellos sin que lo conozcan. En un momento oportuno de la conversación, Jesús les dice, entre otras cosas:

- "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas!...".

Los dos discípulos invitan a Jesús para que se quede con ellos, pues ya anochecía. Jesús se queda y sentado a la mesa, toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da. En este momento, a los discípulos se les abrieron los ojos y le reconocieron. Pero él desapareció...

Ellos, entonces, comentaron:

- "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?".

Este comentario constituye la parte central del evangelio de hoy. Lo que les ha ocurrido a los discípulos de Emaús es una "gracia". Ellos han sido alcanzados por Cristo. El resucitado se ha apoderado de ellos. En esta experiencia descubrieron el poder de la resurrección de Jesús. Todo esto se puede repetir aplicándolo a Pablo. Frase por frase. Todos adquieren conciencia de que se les está revelando el misterio que encierra Jesús. Este, para ellos, se hace diáfano y luminoso. Todo es una gracia, algo que no se explica en términos psicológicos. Es una grandiosa realidad. Pablo se siente "un hombre nuevo". Los de Emaús dan la vuelta para comunicar a los demás "como ardía su corazón".

El hecho de la cena se narra con las mismas palabras de la Eucaristía: sentado a la mesa con ellos, "tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio". A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Como se ve, lo reconocieron al partir el pan. ¡Allí estaba Jesús! ¡Qué realidad tan preciosa!. Siguiendo el mandato del Señor cuando partimos el pan de la Cena, de la Eucaristía, allí está Jesús. Y si tratamos de vivirlo por la fe, cada vez nos enamorará más. Es el tierno encanto de Jesús. ¡Qué pena que muchos de entre nosotros abandonen el estar junto a Jesús y no se preocupen de recibirlo con frecuencia!.

Cuando el texto evangélico de hoy gira alrededor del partir el pan ¡por algo será!.

Reflexión: aunque sea repetición, es preciso reflexionar como creyentes que somos y, de una vez, decidirnos ¡a comulgar!. Entonces, llegaremos a comprender a los discípulos de Emaús.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Domingo XXX del tiempo ordinario. 26/10/2008. Mateo 22, 34-40

El evangelio de hoy dice:
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?". Él le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas".

La pregunta que los fariseos hacen a Jesús era una cuestión muy discutida entre los judíos. Unos decían que el hombre no era quien a determinar lo que era más importante en la Ley de Dios. Si venía de Dios, toda ella era importante. Sin embargo, dominaba la idea de que el mandamiento más importante era la observancia del sábado, que para nosotros sería ir a misa el domingo. Muy pocos eran los judíos que ponían, en primer lugar, el amor a Dios y al prójimo.

En la Ley judía, existían 613 mandamientos; de ellos, 365 negativos y 248 positivos. No había algo que pudiera aglutinarlos a todos, como una orientación para el israelita. Ahora, Jesús, al poner como mandamiento principal que se debe amar a Dios "con todo tu corazón, con toda el alma, con toda tu mente", manifiesta, conforme al significado de las palabras hebreas, que el amor con que debemos amar a Dios no es un mero sentimiento, sino algo que debe dirigir de verdad nuestras vidas. Ser ese el mandamiento principal significa que es el que da sentido a todos los demás mandamientos. Pero, hay una dimensión del primer mandamiento tan importante como él mismo. Los mandamientos son inseparables: quien da de verdad su adhesión a Dios ha de conformar su conducta a la conducta de Dios, que ama de verdad al hombre.

Esta equiparación de los dos mandamientos, del amor a Dios y al prójimo, asignándolos como los mandamientos principales, hace que el resto de la Ley crisitana o de los mandamientos sean sólamente corolarios de esta orientación fundamental de la vida. En este sentido, los mandamientos de la Iglesia no están bien formulados cuando en vez de confirmar que el primer mandamiento es "amar a Dios sobre todas las cosas", afirma, como tal primero, que es "oir misa entera todos los domingos y fiestas de guardar". De esta reflexión, obviamente, se pueden sacar varias conclusiones. Por ejemplo: a veces, se debe perder la misa para cuidar o atender al prójimo o, en concreto, a un enfermo. Se pueden hacer más reflexiones en este sentido, sin necesidad de llegar a una conciencia laxa.

viernes, 17 de octubre de 2008

Domingo XXIX del tiempo ordinario. 19/10/2008. Mateo, 22, 15-21.

El evangelio de hoy dice así:
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?". Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto". Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?". Le respondieron: "Del César". Entonces les replicó: "Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

Los enemigos de Jesús le envían un grupo de fariseos y otro de partidarios de Herodes. Deben hacerle una pregunta capciosa. Si contesta arfirmativamente, Jesús se atraerá el odio del pueblo, y si negativamente, podría ser detenido como sedicioso por las autoridades romanas.

Al hacerle la pregunta a Jesús, alaban su sinceridad y que, por encima de todo, dice la verdad sin importarle lo que diga la gente. Ojalá se pudiera decir lo mismo de cada uno de los cristianos, empezando por nosotros mismos. Ser sinceros y decir la verdad, supone haber reflexionado con el evangelio en la mano, con buen conocimiento exegético, y habiendo sopesado los signos de los tiempos. Estos nunca pueden despreciarse sin más, aunque a la jerarquía le cueste bastante trabajo tenerlos en cuenta. Nosotros, los cristianos de a pie, no podemos ser en todo obedientes sumisos a cuanto diga la jerarquía. Debemos pensar con responsabilidad de apóstoles creyentes, con pensamiento propio. La iglesia somos todos y nosotros somos mayoría: si somos responsables, no podemos ser ovejas sumisas. Si así hiciésemos, nuestro peso ante la sociedad sería mucho mayor, pues demostraría que, como cristianos, estamos vivos. Todo con tal de saber llegar a un mínimo de unidad, como sería nuestro deseo de amar a Jesús y el amor entre nosotros, a pesar de alguna diversidad.

Me pregunto: ¿Por qué a Jesús se le ocurrió la respuesta de "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"?. Es una respuesta inteligente que sólo se le ocurre al que obra libremente, sin estar sometido a una ideología. Estas tratan de llevar a alguien al poder o de mantenerlo en él. Jesús no ambiciona poder, obra con plena libertad y dice la verdad cueste lo que cueste; está a las verdes y a las maduras.

Una persona libre no está condicionada ideológicamente. No aspira al poder y dice libremente lo que siente. Sea a favor de Dios o de los hombres. ¡Cuidado, que también en nuestra Iglesia entran, a menudo, las ideologías!.

jueves, 2 de octubre de 2008

Domingo XXVIII del tiempo ordinario. 12/10/2008.Mateo 22, 1-14

Haré un resumen del evangelio de hoy. Se trata de un rey cuyo hijo se casa. Llama a los invitados, pero no acuden. Vuelve a mandar criados para que insistan. Los invitados no aceptan e incluso matan a alguno de los criados del rey. Este monta en cólera y envía tropas que acaban con ellos y destruyen su ciudad. Luego, dice a los criados:

- Id por los caminos e invitad a todos los que encontréis.

Entonces, la sala del banquete se llenó de comensales.

Cuando entró el rey a saludar a los comensales vió que uno no iba vestido de fiesta. Entonces el rey mandó atarlo de pies y manos y arrojarlo a las tinieblas, donde será el llanto y el rechinar de dientes.

Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.


Esta parábola responde a la actitud que muestran los sumos sacerdotes (o jerarquía de aquella época) después de oir las de los domingos anteriores.


El rey no solía comer con sus invitados, sino aparte, pero iba a saludarlos. En el evangelio de Mateo, el traje de fiesta se identifica con el cumplimiento de las condiciones que exige la adhesión a Jesús (Mateo, 5, 3-10; 16, 24). La frase final es algo difícil de comprender a primera vista. Me refiero a "Muchos son los lllamados y pocos los escogidos". Para nosotros, la diferencia entre "muchos" y "pocos" es grande, pero entre los hebreos y los arameos era suficiente la diferencia de uno. Podríamos traducir: "muchos son los llamados y uno menos los escogidos" o "hay más llamados que escogidos" o "la inmensa mayoría son escogidos".

En hebreo y arameo, el comparativo de superioridad (más que) se expresa con una oposición de contrarios, por ejemplo: "Amé a Jacob y odié a Esaú" (Romanos, 9,13) debe traducirse por: "Amé a Jacob más que a Esaú". Cuando en el evangelio se dice que debemos "Amar a Jesús y odiar a nuestro padre" (Lucas, 14, 26) equivale a "Amar a Jesús más que a nuestro padre", lo que no quita para que amemos muchísimo a nuestro padre. Son modismos de los idiomas.

Este evangelio trata, pues, de una advertencia a los cristianos para que respondan con una verdadera conversión o nuevo traje al llamamiento gratuito que nos hace Jesús.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Domingo XXVII del tiempo ordinario. 05/10/2008. Mateo 21, 33-43

Resumo la parábola de la que trata el evangelio de hoy. Un propietario plantó una viña, la arrendó y se marchó al extranjero. Al tiempo de la vendimia envía a sus criados a cobrar la renta. Los labradores los agarran y apalean y matan. Envía otros criados y hacen lo mismo con ellos. Entonces, envía a su propio hijo pensando que lo respetarían. Pero los labradores, al verlo, pensaron que, como heredero, si lo mataban podrían quedarse con la viña, y así lo hicieron.

Jesús pregunta:

- Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?.

Le contestaron:

- Los hará morir y alquilará a otros la viña.

Jesús, entonces, les recordó lo que dice la Escritura:

- La piedra que desecharon los constructores es ahora piedra angular. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca frutos.


Jesús, con esta parábola, sigue reclamando la atención de los dirigentes y, por lo tanto, para ellos debe ir la predicación como la semana pasada. En nuestro caso, a los sacerdotes y a los obispos, que son nuestros dirigentes. Pero, los predicadores seguirán saboteando este evangelio como sucedió el domingo pasado. Yo pude presenciarlo en algunas homilías. Como dice el refrán, ¿quién se atreve a poner el cascabel al gato? Aclaremos las cosas. La Iglesia somos todos. Por eso, cuando afirmamos que tal asunto lo dice la Iglesia, no es verdad, si no sabemos distinguir las cosas y tener conceptos claros o hablar con precisión. Los dirigentes solos no son la Iglesia, necesitan de los demás creyentes y no pueden decidir en todo considerando a estos como menores de edad a los que hay que dárselo todo hecho y, que por lo mismo, deben someterse a los dictados o normas de aquellos, sin ninguna otra razón. Partimos de que el dueño de la viña es Dios y da la impresión de que otros se apoderan de esa viña y la gobiernan según su gusto.
No quiero seguir tirando contra la jerarquía; si lo hice es porque Jesús lleva unos domingos tirando contra la de su época a la que actualmente corresponde la nuestra. Queda todo el resto del año para que los predicadores nos apliquen las máximas evangélicas a cada uno de nosotros. Cada uno que lleve su carga.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Domingo XXVI del tiempo ordinario. 28/09/2008. Mateo 21, 28-32

En este evangelio, Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y senadores. Por esta razón, se puede afirmar que mira hacia los obispos y sacerdotes en el lenguaje de hoy día, es decir, hacia los que mandan. Creo que el mayor peligro que tiene en la actualidad nuestra jerarquía es, como ya se dijo en otro evangelio, el de las ideologías religiosas de las que fácilmente todos somos víctimas.

Sería duro que Jesús tuviese que decir a nuestros sacerdotes y obispos aquello de "os aseguro que los recaudadores y las prostitutas os llevan la delantera para entrar en el reino de Dios". Hoy día, nuestros jerarcas deben estar muy ojo avizor de todos los avances de interpretación bíblica para ir cambiando la mentalidad y la orientación de los cristianos de a pie. Nuestra fe, o mejor, la interpretación de nuestra fe, sin dejar de ser auténtica, debe salirse de los cauces culturales propios de otras épocas y de otras culturas, para insertarse en la cultura actual con todo lo que tiene de bueno y de purificación de nuestra fe.

Vuelvo a recodar que este evangelio continúa el episodio anterior, sin solución de continuidad. Por ello, Jesús sigue dirigiéndose a los sumos sacerdotes y senadores, aunque ello se oculte en la lectura evangélica de hoy. Se dirige, pues, a las autoridades religiosas de hoy día.

Aunque siempre recordamos la necesidad de leer el evangelio antes de ver este comentario, voy a dar una visión general del mismo.
Un padre le dice a un hijo:
- Hijo vete a trabajar a la viña.
El hijo contestó:
- No quiero.
Pero después fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Pero no quiso ir. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?

Y ahora viene aquello de que fácilmente los recaudadores y las prostitutas adelantarán a los jerarcas religiosos en el reino de Dios. Pero no generalicemos, hay jefes religiosos excelentes. Para ellos, la bendición de Dios.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Domingo XXV del Tiempo Ordinario. 21/09/2008. Mateo 20, 1-16

La parábola del viñador que se lee en el evangelio de hoy, está enmarcada entre dos versículos que dicen exactamente lo mismo: "los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos" (Mateo 19,30 y 20,16). Evidentemente, la parábola es una explicación de dicha sentencia, con la que se inicia y finaliza. La traducción que nos aportan los exégetas y presentada de la forma más comprensible para el lector, es la siguiente: "todos serán los primeros y todos serán los últimos". Es decir, todos serán iguales en el reino de Dios. En él, nada crea situaciones de privilegio o de méritos. En el reino de Dios, el trabajo no se vende, no nace del deseo de cobrar algo, de tener una recompensa; sino de procurar la igualdad entre los hombres. Esta igualdad debe ser patente en la comunidad cristiana.

Por todo ello, los obispos deben pastorear, no gobernar con su cayado que, para disimular, lo llaman báculo. Un obispo debe atender el clamor de los creyentes, a quienes representa, y no estar por encima de ellos. En el reino de Dios, debe ser el último entre los últimos, y esto conlleva una profunda, recalcamos, profunda reflexión mirando a Cristo, como se decía en el evangelio anterior. Pero, no mirando a Cristo con nuestras ideas previas, o mejor, con nuestra ideología. Un obispo no puede permitir que en su pastoreo entren las ideologías, y esto, por desgracia, sucede muy frecuentemente. No se olvide que, a menudo, las ideologías tienen apariencia cristiana. En esos casos es muy difícil separar la paja del trigo. Y, máxime, cuando las ideologías se arrastran desde el Vaticano. Por favor, que nadie piense que, por decir esto, yo no soy creyente. Amo a Dios y en consecuencia a Jesús con todas mis fuerzas y me confieso católico. Aunque lo diga de los obispos, todos debemos aplicarnos el cuento comprendiendo la experiencia cristiana de los demás, aunque sea distinta a la nuestra.

La parábola no necesita más explicación, habla por sí sola. Un viñador llama a trabajar a su viña. A unos, por la mañana y a los demás a diversas horas del día. Al final, a la hora de pagar, empieza por los últimos, lo que hace que a los primeros la boca se les haga agua, pensando que cobrarán bastante más de lo que pensaban. Pero no sucede así. Todos cobran igual. Uno protesta y el viñador le responde: no te hago ninguna injusticia. Si quiero darle a este otro igual que a ti ¿es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Es decir, todos serán los primeros y todos serán los últimos. Todos serán iguales.

El evangelio nos invita a reflexiones muy profundas, pero casi siempre nos las arreglamos para obviarlas, dejándolas a un lado. Para comprender bien las reflexiones que aquí se hacen, debe leerse antes el evangelio correspondiente.

Reflexión: la profundización del evangelio nos librará de muchas ideologías.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Exaltación de la Santa Cruz, fiesta. 14/09/2008. Evangelio Juan, 3, 13-17

Tres ideas se expresan en este evangelio y día:
1º. El origen de Jesús (vers. 13).
2º. La cruz, aunque figuradamente (vers. 14).
3º. La adhesión a Jesús (vers. 15-16).

1º. En el versículo 13 se menciona la palabra "cielo". En Juan, las expresiones sobre el "cielo" no deben tomarse en sentido espacial. El cielo, para él, no es un espacio determinado, no es un lugar. Dios es Espíritu, no ocupa lugar, está en todas partes. No tenemos los humanos otra forma de hablar, no podemos expresarnos de otra manera, pero sí podemos de alguna forma tratar de comprenderlo. Dios no ocupa lugar alguno y por lo tanto el cielo tampoco. El cielo está donde está Dios, donde podemos disfrutar de su maravillosa presencia.

Por todo ello, cuando Jesús dice de sí mismo que es "el que bajó del cielo" quiere decir que su origen no es simplemente humano, sino que procede de Dios.

2º. Según el libro de la Biblia llamado Números, cap. 21, vers. 9, ante una plaga de serpientes venenosas, Moisés, por mandato de Dios, fabrica una serpiente de bronce y la levanta en un poste. El que era mordido, miraba a la serpiente alzada y quedaba curado o,con mejor traducción, vivía. Basándose en este antiguo episodio, Juan construye un paralelismo diciendo que "así tiene que ser levantado este Hombre (es decir, Jesús mismo)". Es una clara referencia a Jesús, que será levantado en la Cruz. Este es el motivo, sin lugar a dudas, de haber escogido este trozo evangélico como lectura para la fiesta de hoy, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz.

3º. En los versículos 15 y 16 sale la palabra "adhesión" que el evangelio de hoy traduce por el verbo "creer". "Adhesión" es una traducción más exacta y con más fuerza que la del verbo "creer". El Hombre (Jesús) levantado en alto es lugar de referencia fijo, punto en el que tienen que converger todas nuestras miradas. Lo que el misal traduce por "creer" corresponde en la comparación de la serpiente a "mirar" teniendo la mirada fija en Él, en Jesús, esperando la vida. "Adhesión" refleja esa mirada fija. De Jesús viene la vida y a Él hay que mirar fijamente esperando la salvación, esperando la vida definitiva. Ese mirar fijamente expresa la profunda adhesión a Jesús. Pero es un mirar fijo lleno de actividdad. Es descubrir el amor que Dios nos tiene (vers. 17) un día y otro día, y obrar en consecuencia como se deduce del resto del evangelio.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (7-9-2008) Mateo 18, 15-20

Como dice la canción, "se hace camino al andar". Me voy dando cuenta que no siempre se puede dar por válida la traducción española que del evangelio viene en el misal. Hasta ahora, generalmente comentaba el texto evangélico teniendo en cuenta una buena Biblia y un buen estudio de la misma. Desde ahora, realizaré esta nueva andadura siempre que sea necesario, vigilando de cerca la traducción propuesta para la lectura dominical del evangelio.
El esquema del comentario de este día es el siguiente:
  1. Conflicto entre dos miembros de la comunidad cristiana.
  2. El poder de atar y desatar.
  3. La reunión en nombre de Jesús.

Refiriéndonos al primer apartado, una ofensa puede juzgarse desde el punto de vista del ofensor o del ofendido. Jesús, en este pasaje, no prescribe al ofensor que vaya a pedir perdón al ofendido, sino al revés, es el ofendido quien debe tomar la iniciativa. Él debe mostrar que ha perdonado como fruto de una reconciliación.

Hoy, en el versículo 15, encontramos en el misal una traducción con la que no estamos de acuerdo. Aquel dice: "si tu hermano peca". Sin embargo, de un estudio de los manuscritos y códices así como de la estructura literaria, se deduce que la auténtica traducción debe ser: "si tu hermano te ofende".

Lógicamente, en el caso de una ofensa personal se trata de un conflicto entre dos miembros de la comunidad. Según nos dice el evangelio de hoy, el ofensor tiene obligación de reconocer su culpa y aceptar la reconciliación. De lo contrario, por negarse a restablecer la unidad de la comunidad seguidora de Jesús, será sancionado.

A continuación, Jesús repite manifiestamente a la comunidad lo que en Mateo 16 (domingo XXI anterior) había dicho a Pedro como representante de la misma: "lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo". Aquí, como allí, lo dice a todos los discípulos, no sólo a Pedro, y no sólo a los apóstoles. A todos los discípulos, que también somos tu y yo. Lo dice a toda la comunidad. No se refiere, como alguna vez se ha dicho y dicen algunos, a perdonar los pecados por la confesión. Tampoco se refiere a que el Papa tenga un poder absoluto en la materia religiosa. Esto ya quedó explicado en el evangelio anteriormente indicado.

Lo que sigue termina con una frase que sirve de resumen: "donde están dos o tres reunidos hacia mí (apelando a mí), allí estoy yo, en medio de ellos". Solemos decir: "donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo". Cada uno de nosotros debe matizar la diferencia entre una traducción buena como la indicada en primer lugar, y otra no del todo correcta como la que a menudo decimos.

Sigamos con esta última frase: "reunidos hacia Jesús, apelando a Él" significa tenerle en cuenta, pero no de cualquier manera. Es conocer el sentido bíblico de los textos, y no tergiversarlos por una tradición interpretativa equivocada. Es querer de verdad seguir el espíritu de Jesús. Es orar con espíritu de verdad, de sinceridad, de amor hacia Jesús. Es realizar el milagro de romper con ideologías que nos encadenan y nos separan de Dios y de Jesús. Así estaremos reunidos en nombre de Jesús, mirando hacia Él, apelando a Él. Y Él estará en medio de nosotros.

Reflexión: sin separarte de Jesús, Dios entre nosotros, y teniendo en cuenta el pensamiento evangélico, acostúmbrate a obrar con una gran libertad cristiana.

sábado, 30 de agosto de 2008

Domingo XXII del Tiempo Ordinario. 31-8-2008. Mateo, 16,21-27

En el evangelio de hoy, Jesús comienza afirmando que va a padecer a manos de los senadores, sumos sacerdotes y letrados; que será ejecutado y que resucitará al tercer día

Para comprender la tensión que se vive entre Jesús y las instituciones oficiales que lo conducirán a morir ejecutado, es preciso conocer la clave que da sentido a la vida del propio Jesús. Este ha dedicado su tiempo, sus fuerzas y su vida entera a lo que él llama "reino de Dios". Este es el núcleo de su predicación, su convencimiento más profundo, lo que anima toda su actividad. El "reino de Dios" es la clave para captar el sentido que Jesús da a su vida, y para entender el proyecto que quiere ver realizado en su propia tierra y en todo el mundo. Hasta tal punto, y aunque sorprenda a más de uno, Jesús solamente habló del "reino de Dios", no de la "Iglesia". El "reino de Dios" aparece 120 veces en los evangelios sinópticos; sin embargo, la "iglesia" sólo aparece 2 veces: Mateo,16,18 y 18,17. Como se ve, el término "iglesia" no es con toda la claridad un término empleado por Jesús. El "reino de Dios" lleva toda la primacía. Dios se interesa realmente por la vida de las gentes, no tanto por cuestiones religiosas que a ellas se les escapan: el "reino de Dios" responde a sus aspiraciones más hondas. Entrar en el "reino de Dios" es provocar una revolución social. Para ello, es necesario salir de los imperios o del juego que imponen los poderosos del dinero, los jefes de las naciones o las jerarquías religiosas. Tocar a estas gentes, de una forma o de otra, supone, a menudo entrar en graves problemas. Los senadores, mencionados al comienzo, eran grandes terratenientes y el núcleo del partido saduceo. Los sumos sacerdotes ocupaban los altos cargos y eran también del partido saduceo.El tercer grupo del Gran Consejo eran miembros, en su mayoría, del partido fariseo. Y todos ellos, según el versículo 21 de este evangelio, so los que van a hacer que Jesús padezca lo indecible y los que, en definitiva, harán que sea ejecutado. El "reino de Dios" no es la Iglesia como institución. La institución eclesial puede sucumbir y realizar sus alianzas opresoras con los ricos y poderosos. El "reino de Dios" es gracia antes que juicio; los pecadores y las prostitutas pueden alegrarse, beber vino y cantar junto a Jesús. Estas comidas los van curando desde dentro. Dios no es un juez, es un amigo que se les acerca ofreciendo su amistad. Esos pecadores y prostitutas pasan de la discriminación social a la amistad con Jesús, que les devuelve su dignidad y los va acercando a Dios. Hoy, no podemos extendernos más para explicar el "reino de Dios". Pero, no cabe duda, las consecuencias de su predicación fueron el principal explosivo que llevó a Jesús a sufrimientos indescriptibles y a la muerte.

viernes, 22 de agosto de 2008

Domingo XXI del Tiempo Ordinario (24-8-2008). Mateo, 16,13-20

En este evangelio, se proponen dos cuestiones fundamentales: 1º) Jesús no es un profeta más, es el Mesías esperado, y 2º) la fundación de la Iglesia, prescindiendo de si es o no jerárquica, o mejor, del tipo de jerarquía que va a tener.
Sobre el primer aspecto, Jesús pregunta a los discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo de Hombre?".
Según ellos, la gente piensa que Jesús es uno de los profetas que existieron, por ejemplo, una reencarnación de Juan Bautista, de Elías o de Jeremías. Para la gente, Jesús no presenta una ruptura con el pasado, sino que es una continuidad del mismo. Al fin y al cabo, para ellos es un profeta más que no aporta novedades.
Jesús les pregunta a continuación: "Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?". En nombre de todos, Pedro toma la palabra y dice: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús lo admite, pero prohíbe a los discípulos que lo divulguen.
En cuanto al segundo aspecto, Jesús le dice a Pedro: "Tu eres PIEDRA y sobre esta ROCA voy a edificar mi Iglesia […]".
Se ha de afirmar con toda la energía, que el texto evangélico que se va a leer en todas las parroquias españolas no está bien traducido pues no contrapone PIEDRA a ROCA, por el contrario, dice así: "Tu eres PIEDRA y sobre esta PIEDRA voy a edificar mi Iglesia […]".
Nos fundamentamos en que las palabras del original griego son distintas. La primera, significa PIEDRA para construir, por ejemplo una casa. La segunda, por el contrario, significa ROCA inamovible, dura, que no puede deshacerse; sería el cimiento totalmente perfecto para construir una casa que jamás se hundiría. Por eso digo que la traducción propuesta por la jerarquía no es exacta. Como consecuencia, no se favorece el ecumenismo ni la eliminación de posibles ideologías, que se entremezclan con las perlas preciosas de la verdad con que Dios nos hace crecer como personas y como creyentes.
La PIEDRA, pues, representa no sólo a Pedro, sino a todos los discípulos de aquella época y, si tenemos fe, a nosotros también. Somos PIEDRAS que puestas sobre la ROCA, que es Jesús, forman la Iglesia.
Continúa Jesús diciendo a los discípulos y a nosotros, representados por Pedro: "A ti te daré las llaves… lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".
Esta frase de Jesús no se refiere al perdón de los pecados por la confesión. En primer lugar, la dice a todos los discípulos representados por Pedro. Hoy diríamos, desde el Papa hasta al más "insignificante" cristiano. Se trata de un poder dado a la comunidad creyente para desatar o admitir en ella a quien, abandonando una vida de injusticia, quiere acercarse a Dios por la fe en Jesús. Por el contrario, atar o rechazar a quien se empeña en no dar el cambio necesario a su vida.
Aclaración: Estas interpretaciones de la Biblia y, en concreto, del evangelio de hoy, se basan en los estudios católicos más recientes y no condenados por la jerarquía.

martes, 12 de agosto de 2008

Domingo XX del Tiempo Ordinario. 17/08/2008. Mateo 15, 21-28

El tema principal del evangelio del domingo de hoy trata, centralmente, de la ideología de la discriminación. Es un tema que cobra gran importancia en los tiempos actuales debido a la abundante inmigración en los diversos países europeos.
Aunque a menudo recordamos que debe leerse el texto correspondiente del evangelio, vamos a hacer brevemente una síntesis. Jesús marcha del territorio judío y se adentra en territorio pagano. Concretamente en Tiro y Sidón. Una mujer se pone a gritar al Señor para que tenga compasión de su hija, que tiene un demonio muy malo. Ante el ruego de los discípulos para que la atienda, Él contesta:
- "Me han enviado sólo para las quejas descarriadas de Israel". Ella lo alcanza y vuelve a pedirle:
-"¡Socórreme, Señor!".
Jesús sigue insistiendo en que el pan es para los hijos (los judíos), no para los perrillos (los paganos).
La mujer persiste llamándole "Señor" y le dice que también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Jesús le dice que su fe es grande y que se cumpla lo que desea.
En aquel momento quedó curada su hija.

Como hemos visto, la mujer pagana llama siempre "Señor" a Jesús. Como ya dijimos otras veces, llamar "Señor" a Jesús, es situarse fuera de la vida terrena de Jesús y dentro de la primitiva comunidad cristiana. Jesús resucitado es el "Señor".

Un problema que se plantea después de la muerte de Jesús es sobre la predicación a los paganos, o no judíos, y su integración entre los cristianos. En este evangelio se elimina toda discriminación. Todos tienen derecho a que se les predique la Buena Noticia y a ser cristianos. Tanto en este caso, como en el del endemoniado sordo y mudo (Mateo 12, 22), Jesús no expulsa el demonio, pero la persona queda curada. Y es que no lo expulsa porque, en este caso, demonio equivalía a una ideología que domina a la persona. La ideología era que los paganos no pueden ser Hijos de Dios, no pueden recibir la Buena Noticia, como queda dicho. Pero Jesús dice que no sólo los judíos, también los paganos pueden tener una fe fuerte en Él y esta fe elimina todas las barreras. Entonces, Jesús cura a la muchacha.

Hoy día, yo disfruto cuando veo a un negro africano, por ejemplo, ir a mi lado, con gran fe a comulgar. No hay discriminación alguna entre razas y pueblos. Es el gran milagro del Señor.

viernes, 8 de agosto de 2008

Domingo XIX del Tiempo Ordinario (10/08/2008). Mateo, 14, 24-33

En el evangelio de hoy se hacen presentes dos formas de creer en dios. O mejor, dos formas de aceptar a Jesucristo. Una que representa la verdadera fe, la fe desinteresada y, por el contrario la de la fe que acepta a Jesús en espera de algún favor, única y exclusivamente.

La fe con la que debemos aceptar a Jesús es la fe llena de amor y confianza. Es la que nos entrega a Él en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, es decir, todos los días de nuestra vida. Esta adhesión a Jesús es la que dará solidez a nuestra vida y la llenará de paz y felicidad a pesar de todas las dificultades.

Refiriéndonos al evangelio de hoy, como siempre, es necesario ponerse en el vocabulario de la época, donde "andar sobre las aguas" era, metafóricamente, propio de Dios. Puede verse para ello el libro bíblico de Job, cap. 9, vers. 8 ó también 38, 16. Sea o no real el hecho, los discípulos manifiestan su incredulidad en que Jesús es "Dios entre nosotros", no lo reconocieron andando por encima de las aguas, como sólo Dios puede hacer. Creen que sólo se trata de un fantasma.

Para que no se asusten los discípulos y confirmen su fe, Jesús, utilizando la misma expresión que Dios emplea cuando se manifiesta a los demás, les dice: "Yo soy", no os asustéis. Es decir, se les sigue presentando como Hombre-Dios. Como quien es el único que puede andar sobre las aguas y el único que puede afirmar "yo soy el que soy" o, simplemente, "yo soy", dicho con un énfasis especial.

A Pedro, sin embargo, no le interesa tanto que Jesús se manifieste como el Hombre-Dios, sino que lo que desea vivamente es realizar el prodigio de poder caminar sobre las aguas y así participar de la condición divina. Jesús no duda y lo invita. Pedro anda efectivamente sobre las aguas, pero cuando arrecia el viento, siente miedo y pide auxilio Jesús le recrimina, suben a la barca y cesa el viento. Finalmente todos se arrodillan ante Él y dicen: "Realmente eres hijo de Dios".

Para mejor entender este pasaje evangélico es necesario advertir que en él se encuentran vivencias de la primitiva comunidad cristiana. Por un lado Pedro llama "Señor" por dos veces a Jesús, con lo cual hace referencia a Jesús Resucitado, el Jesús que vive entre los cristianos. Además, la "barca" de los discípulos es también figura de la comunidad, enviada por Jesús a la otra orilla del lago Genesaret, es decir, a país pagano. Todos los pueblos, no sólo el judío, tienen derecho a recibir la Palabra de Dios sin discriminación alguna. Y, como en la barca del evangelio, cuando el viento o las dificultades arrecian, es necesario seguir manteniendo la fe en el Señor.

Sin embargo, para que este evangelio sea realidad, nosotros debemos ser realmente discípulos del Señor. Hombres y mujeres que propaguemos esa fe tan maravillosa y que tanto bien puede hacer a la humanidad.

domingo, 3 de agosto de 2008

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario (03/08/08). Mateo 14, 13-21.

El evangelio de este domingo contiene tres precisas enseñanzas: la compasión de Jesús, la multiplicación de los panes y la oración de Jesús.
Nos dice que Jesús se marcha en barca en busca de un lugar tranquilo y apartado. Al desembarcar, vio que desde tierra le había seguido una gran multitud y sintió compasión por ellos. Según los evangelios, esta compasión es lo que caracteriza su comportamiento ante los que sufren. El verbo griego es muy expresivo y significa literalmente que a Jesús "le tiemblan las entrañas" al ver a aquella gente cansada, rendida y con enfermos. Cuando nosotros decimos ante un terrible suceso que "nos tiemblan las piernas", no resulta una frase tan expresiva como la griega (recordemos que el evangelio fue escrito en griego). Cuando a Jesús le sucede que le "tiemblan las entrañas" está comunicando su propia experiencia de Dios.
Para dar de comer a la multitud sólo disponen de cinco panes y dos peces. Jesús manda a la multitud que se recuesten sobre la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio. Sobraron doce cestos llenos y comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres ni niños.
Hay números que para los judíos tienen un significado especial. Así, por ejemplo, cinco panes y dos peces suman siete, número que indica plenitud, la totalidad, lo suficiente para darles de comer.
En el banquete fueron cinco mil hombres. El resto, mujeres y niños. Diremos que el comportamiento de mujeres que se alejan de su casa y andan solas sin la vigilancia de un hombre, tomando parte en comidas, era considerado como una conducta desviada, propia de aquellas que descuidan su reputación y su honor sexual. Así era la sociedad judía y Jesús lo sabía cuando las aceptaba en su entorno. Sin embargo, aunque estas mujeres eran consideradas como de fácil acceso para cualquier comensal, Jesús pasa por alto esta discriminación social.
La multiplicación de los panes y los peces tiene un alto significado eucarístico que hoy no tocamos.
Por último, recordar que Jesús se retira a orar: Jesús cuida mucho su comunicación con Dios en el silencio y en la soledad. Las fuentes o documentos cristianos han conservado el recuerdo de una costumbre que causó honda impresión: Jesús solía retirarse a orar. Los judíos tenían prescritos los momentos de rezos diarios: por la mañana y por la noche. Pero Jesús buscaba personalmente el encuentro íntimo y silencioso con Dios, su Padre.
Reflexiones: ¿has probado a hacer oración íntima y personal con Dios, aislándote de los demás? ¿Eres capaz de imaginarte lo que es ser compasivo hasta dolerte tus propias entrañas?

viernes, 25 de julio de 2008

Domingo XVII del Tiempo Ordinario (27-07-2008). Mateo, 13, 44-52.

Como estáis observando, en el capítulo 13 del evangelio de San Mateo se encuentra una bonita colección de parábolas. No es que Jesús las haya predicado todas de una vez. No. En principio hubo una tradición oral sobre todo lo que hizo Jesús. Después se empezaron a escribir trozos de la misma y, seguramente entre trozos, apareció una colección de parábolas que Mateo recogió en este capítulo.

Como sabes por estos últimos domingos, en el capítulo 13 de Mateo encontrarás las parábolas del sembrador, la del trigo y la cizaña, la del grano de mostaza, la de la levadura, la del tesoro escondido, la perla fina y la de la red. Es una preciosa colección.

Las dos primeras parábolas del evangelio de hoy, es decir la del tesoro escondido y la de la perla fina, en que un hombre vende todo lo que tiene para poder adquirirlos, nos enseñan que el compromiso total que nos exige Jesús no se hace por un esfuerzo de voluntad, sino por la gran alegría que nos produce su mensaje como incomparable valor. Es necesario comprender la buena noticia que Jesús nos trae; Él nos dice y nos hace comprender que Dios nos ama de verdad. Sabíamos que Dios existía, pero no sabíamos que nos amase tanto y tan de verdad. Sólo esto basta para llenarnos de inmensa alegría si lo pensamos y meditamos de verdad. Y basta para comprometernos con Jesús a lo que sea. Jesús es el tesoro escondido y la perla preciosa.

Por su fácil entendimiento, no explico la parábola de la red, pero os recuerdo la importancia de escuchar el evangelio en la misa, o por lo menos leerlo detenidamente en privado, para comprender lo que cada domingo escribo.

El evangelio de hoy termina diciendo Jesús a solas a los discípulos:

-Todo letrado instruido en el reino de Dios se parece al dueño de la casa que saca de su baúl cosas nuevas y viejas.
Con estas palabras, Mateo establece una oposición entre los letrados cristianos y los judíos. Estos tenían detrás de sí una imponente tradición interpretativa que pretendía no salirse de lo antiguo. Pero el mensaje de Jesús es nuevo. El Concilio Vaticano II nos habló del deber de escudriñar los signos de los tiempos. Es verdad que no todo será aceptable, pero es necesario escudriñarlos para poder renovar la Iglesia. Y esto es deber de todos: de la jerarquía y de la no jerarquía. Los fieles rasos también somos la Iglesia y tenemos nuestra responsabilidad. A veces las corrientes se forman de abajo hacia arriba y llegan a ser aceptadas por la jerarquía. Pero sin esas corrientes sólo quedaría lo viejo en el arca, no habría nada nuevo.
La jerarquía pocas veces nos trae innovaciones que, como tales innovaciones, también podrían ser integradas en el evangelio de Jesús sin salirse de su espíritu. Casi siempre, por no decir siempre, la jerarquía se muestra inamovible arguyendo que no puede saltarse la tradición de siempre. Pero a menudo esa tradición no es "de siempre", sino que son tradiciones "eclesiásticas", no del evangelio: han ido naciendo con el tiempo, y por ese mismo motivo se pueden cambiar. Si nos encerramos en ellas, no tendremos nada nuevo en el baúl; sólo habrá cosas viejas y no será posible valorar los signos de los tiempos. Por esta razón, cuando ante su conciencia el cristiano ve con claridad que la actitud de la jerarquía eclesiástica es netamente conservadora y que se puede continuar siendo fiel a Dios y a Jesús pensando de manera diferente, el cristiano puede seguir el dictamen de su conciencia. Esto lo admite la misma jerarquía, aunque no tenga el valor de predicarlo.
Reflexión: Dispongamos nuestro pensamiento de manera que no nos sintamos pecadores cuando sigamos rutas distintas a las que nos marca la jerarquía, pero rutas que de verdad creamos que son correctas. Echémonos entonces en las manos de Dios y confiemos en Jesús. Esto es tener fe en que Él nos acoge siempre. Y así estamos en el camino correcto.

sábado, 19 de julio de 2008

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (Mateo 13, 24-43). 20-07-2008.

El evangelio de hoy propone a nuestra consideración tres parábolas: la de la cizaña, el grano de mostaza, y la de la levadura.
El domingo anterior, la parábola del sembrador trataba de las actitudes del hombre ante el mensaje del reino. Aquel podía representar la buena tierra donde la semilla cae y produce el ciento por uno. Pero también, la tierra llena de zarzas, el camino donde es pisada por todos, o el pedregal, eran donde no produce o lo hace por muy poco tiempo.
Este domingo, en cambio, las parábolas que se leen ya no tratan de las actitudes del hombre ante la predicación de Jesús. Nos hablan directamente del reinado de Dios. Sobre la parábola de la cizaña, recordemos que ésta dispone de fuertes raíces que se entrelazan con las del trigo, por lo que al arrancar la cizaña fácilmente se arranca también el trigo. Es imposible eliminar lo malo sin dañar lo bueno. En el reino de Dios, que se supone aquí en la tierra, hay que tolerar la presencia de lo malo junto a lo bueno, como Dios lo tolera en su creación. Él respeta la libertad de los hombres. Nos dice la parábola que "cuando brotaron los tallos y se formó la espiga apareció también la cizaña". Cuando el trigo dio su fruto, es cuando se vio la cizaña.
La segunda parábola de hoy es la del grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas. Cuando se deseaba afirmar la pequeñez de algo se recurría al grano de mostaza. Sin embargo, este grano llega a convertirse en un arbolito que sobresale por encima de las hortalizas. A este modesto árbol acuden los pájaros, que representan a los pueblos paganos según el profeta Ezequiel (capítulo 17, versículo 23).
Como se ve, el reinado de Dios no es dominador, no se constituirá en un gran imperio, no será un gran cedro, sino un modesto arbolito. Para el reino de Dios, fuera todo afán de dominación, y si alguna vez se ha dado en la historia, en ese momento no representaba o no constituía tal reino de Dios.
Por fin, la tercera parábola, la de la levadura. Todos sabemos que un poquito de la misma hace fermentar la masa por grande que sea (en el evangelio, unos 42 Kg de harina). El reinado de Dios, como la levadura, actúa desde dentro de la humanidad misma, desde lo más profundo de ella.
Cuando Jesús vuelve a su casa (no es la de Nazaret, pues Jesús se estableció en una casa en Cafarnaúm, a orillas del lago de Genesaret) los discípulos le piden que les aclare la parábola de la cizaña. Entre otras cosas, les dice que los ángeles escardarán de su reino todos los escándalos y a los que practiquen la iniquidad. ¿Quiénes son estos? Los escándalos, según Mat. 18, 6-9, son producidos por la ambición de poder que hacen fallar a otros en la fé. Los que cometen la iniquidad son los discípulos no comprometidos (Mat. 7, 21-23).
Debemos caer en la cuenta de que la buena semilla no es el mensaje que se predica, sino las personas o ciudadanos del reino. La buena semilla son los que hacen suyo el mensaje de Jesús.
Reflexiona: ¿haces tuyo el mensaje de Jesús?

miércoles, 9 de julio de 2008

Domingo XV del Tiempo Ordinario. 13-7-2008.Mateo,13,1-23

El evangelio de hoy trata de la conocida parábola del sembrador. Al final de ella, los discípulos se acercan a Jesús y le preguntan: "¿Por qué razón hablas (a la gente) en parábolas?". Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no" (...).
Efectivamente, al pueblo le resultaba muy difícil entender el mensaje de Jesús, porque estaba dominado por la ideología oficial del judaísmo. Para captarlo, había que romper con ella, lo que se hacía muy difícil, por no decir casi imposible. La doctrina propuesta por la institución los aprisiona hasta tal punto que neutraliza y anula el impacto que produce en ellos el contacto con Jesús. Este debe decirles muchas parábolas para que, poco a poco, lleguen a cuestionarse los principios ideológicos que les impiden entender. También a los discípulos hay que hablarles alguna vez en parábolas, para que entiendan mejor, hasta adherirse plenamente a Jesús y a su doctrina.
Ante esta situación, los que reciben el mensaje de Jesús reaccionan de diferentes maneras. La siembra puede caer en diversos lugares y el fruto ser muy distinto. Depende de los intereses de cada persona, de sus reacciones y de su libertad ante la ideología dominante. Una forma de pensar se convierte en ideología cuando busca la permanencia en el poder de aquellos que la sustentan y la masa, el pueblo, no se da cuenta de ello. Es más, el pueblo la concibe como normal y única forma de vida a la que, prácticamente, le es imposible oponerse. El mensaje de Jesús, que ya no es ideología porque, de por sí, nos da mucha libertad, debe ir introduciéndose poco a poco.
1ª Reflexión:
Si no sabes captar que el mensaje de Jesús nos hace libres, todavía no has captado lo mejor de dicho mensaje. Todo consiste, en adherirse personalmente a Jesucristo y amar a nuestros hermanos haciéndoles el bien posible. Entonces, conoceremos la verdadera libertad.
2ª Reflexión:
¿Ves alguna ideología en nuestra iglesia? Por ejemplo, la exclusión de los creyentes separados de un nuevo matrimonio, como se permite a los cristianos orientales según una antiquísima tradición de la iglesia.
3ª Reflexión:
La exclusión de la mujer al sacerdocio, ¿No es una ideología?.
Sin embargo, a pesar de algunas ideologías que se nos han introducido, conservamos lo esencial del mensaje de Jesús, que es lo fundamental. Y, en la medida de nuestras posibilidades, debemos opinar siempre contra las ideologías.

miércoles, 2 de julio de 2008

Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 07/07/2008. Mateo, 11, 25-30

El tema básico del evangelio de este domingo es la respuesta favorable que da a Jesús la gente sencilla. Ante la predicación y las obras del Señor, unos lo verán como expresión y manifestación divina y otros como una señal de satanás. Dios ha querido que la aceptación de su mensaje dependiese de la disposición interna del hombre, y no de una manifestación deslumbradora. Es la limpieza de corazón, la sencillez ante Dios, lo que permite discernir la mano de Dios en las obras que realiza Jesús.
Lo racional en el hombre es no sólo su inteligencia, son también sus sentimientos, sus aspiraciones de culminar su ser en una eternidad feliz, a pesar de la muerte. Estos sentimientos y aspiraciones son tan racionales como tantas cosas que propone nuestra inteligencia, siempre que se propongan con el más sano humanismo. Por esta razón, los sabios y entendidos del tiempo de Jesús, que sólo usaban su razón y se encerraban en ella, no podían captar el sentido de las palabras y obras de Jesús porque, tanto servirse de la razón, no sabían captar las cosas del espíritu. Es necesario servirse de la razón, pero a esta pertenecen también las cosas razonables del espíritu. Es por ello, que Jesús dice al Padre: "Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has manifestado a la gente sencilla".
El hecho de que Dios "ha escondido" esas cosas no se debe a que Dios quiera ocultarlo a los sabios, sino al obstáculo que ellos ponen; se atribuye a Dios lo que es culpa del hombre. Es una forma de expresarse propia de la Biblia.
Dice Jesús: " Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
El conocimiento de Dios no se adquiere a través del estudio de la Ley, aunque los sabios y entendidos del tiempo de Jesús pensaban que sí. A Dios hay que conocerlo como Padre y experimentar su amor en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. Es decir, todos los días de nuestra vida. Si dejamos que nuestro espíritu se eche en los brazos de Dios en todo momento, nuestro espíritu se llenará de la felicidad del Padre y sentiremos su amor porque entonces el Hijo nos lo manifiesta.
Los sabios y entendidos de aquel tiempo y a los que se refiere Jesús, cargan a la gente con duros y difíciles preceptos religiosos. Son interpretaciones que hacen la vida muy dura para los fieles, impidiéndoles experimentar el amor que Dios nos tiene. Es el resultado de una jerarquía, sea de aquellos tiempos o de los nuestros, que con la disculpa de interpretar y perfeccionar los mandamientos a su modo, trata de imponer un duro yugo a los que quisieran ser fieles a Dios. Hoy día, es manifiesto que siendo todos la Iglesia de Dios (realidad que todos admitimos), sin embargo, la jerarquía gobierna como única detectora del poder, sin contar con los laicos par a nada.
Pero a nosotros nos dice Jesús: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados (por los duros preceptos religiosos) y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".
Propuesta: sin ser derrotista y sin tirarlo todo por la borda, reflexiona y piensa en aplicaciones prácticas sobre el evangelio de hoy. Hazlo con gran libertad.

jueves, 26 de junio de 2008

Domingo Fiesta de S. Pedro y S. Pablo. 29/06/2008. Mateo 16, 13-19

Para la correcta interpretación de los evangelios, y según la costumbre de la época, no se puede dar "puntada sin hilo" si no se tienen en cuenta los más mínimos detalles. Al comenzar el evangelio de hoy, se dice que Jesús (saliendo del territorio judío) llega a la región de Cesarea de Filipo, donde no reina la concepción de un Mesías Davídico. Aquí no van a captar la condición única de Jesús, ni su originalidad.


Jesús pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". En el lenguaje de Mateo o , es aquel que descubre el Espíritu de Dios. Sin embargo, por contraste, la gente, los hombres, son los que no están animados por dicho espíritu.


Los discípulos contestan diciendo que Jesús es un personaje del Antiguo Testamento que se reencarna. Y Jesús les vuelve a preguntar: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo."


Jesús entre otras cosas, le contesta: "Tú eres Piedra (Pedro), pero sobre esta roca (Jesús) voy a edificar mi Iglesia, y las puertas del infierno no la derrotarán".


La lectura que hoy se propone en el misal es la tradicional. Deben fijarse en ello. Aquí se propone la traducción moderna, mucho más en consonancia con el texto y con la historia del cristianismo más primitivo. Adoptar de una vez esta traducción favorecería el ecumenismo, la unión de los cristianos. Una piedra se tira con la mano, se mueve, pero una roca es verdadero fundamento. La piedra se aplica a Pedro; Jesús es la roca, verdadero fundamento.
Si Pedro representa a todos los creyentes, pues habla en nombre de ello, ya que es él el que toma la palabra, entonces las llaves no las tiene sólo Pedro sino todos los creyentes. Estos son los que abren o cierran, admiten o rechazan. Son los que atan o desatan. Son los que toman decisiones en relación con la entrada o no en el reino de Dios. En esta línea se mueve el evangelio de Juan. La expresión de "atar o desatar" la usaban los rabinos. Cuando una persona borra su pasado de injusticia, la comunidad cristiana le permite entrar en el reino de los cielos. En caso contrario, se le rechaza.
Consejo: Después de leer esta explicación, haz un esfuerzo por cambiar de mentalidad.

jueves, 19 de junio de 2008

Domingo XII del Tiempo Ordinario. 22/06/2008

El evangelio de este domingo es un desarrollo de la octava bienaventuranza que dice así: "Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque esos tienen a Dios por rey" (Mateo, 5, 10). Es verdad que hoy día, nos encontramos con que la sociedad parece alejarse, cada vez más, de las cosas de Dios y de la religión. Ante esta amenaza, no debemos amedrentarnos, pero Jesús no recomienda que nos enfrentemos a los perseguidores. Nosostros los creyentes, sin usar la violencia, no debemos cesar por ningún motivo de propagar el mensaje correcto de Jesús. Recordemos las palabras del evangelio de hoy: "No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo a pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea" (Mateo, 10, 26-27).

Hace pocos días, una mujer practicante y que no se avergüenza de ser creyente, estando en un grupo, oye la siguiente indirecta: "hoy la Iglesia cada vez pierde más clientela, va en declive total". Ella reacciona rápidamente y contesta sin vacilación y con energía: "oye, has de saber que yo no soy clienta de la Iglesia. Un cliente paga y yo no pago por ir a la Iglesia. Si quiero, contribuyo en ayuda a los pobres o al mantenimiento de la misma, pero nadie me obliga a dar nada. Yo no soy cliente. Voy a la Iglesia cuando quiero. Si voy, voy; y si no, no voy. Nadie me lo echa en cara. Así que mira bien lo que dices". ¡Muy bien por la contestación de esta mujer! ¡Ojalá ninguno de nosotros nos avergonzáramos de defender nuestra fe!

Pero del evangelio de hoy, se deduce que no se trata sólamente de no avergonzarse sino, también, de adoptar una postura de propagandista. Hay que expandir todo lo que concierne a Dios. "Lo que habéis escuchado pregonazlo dede las azoteas".
Todo ello conlleva el peligro de ser perseguidos en determinado momento. En tal caso, nos dice Jesús: "tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida" (Mateo 10, 28).
Práctica: puedes prestar a alguien un libro sencillo y corto sobre Jesús o sobre Dios. Prestar, no dar. Como el libro es prestado pides que, por favor, una vez leído, te lo devuelva, pero con el fin de comentarlo los dos juntos. Por supuesto que el préstamo del libro ha de hacerse a alguien que no sea practicante, pero que adquiera el compromiso de leerlo detenidamente para mejor fijar las ideas.

miércoles, 11 de junio de 2008

Domingo XI del tiempo ordinario. 15 de junio de 2008. Evangelio de Mateo, 9, 36-10,8

El presente evangelio, nos ayudará a comprender el significado de los "doce discípulos o apostoles", así como lo que Jesús entiende por misión. Comienza aquí una nueva sección del evangelio de Mateo que, unificando lo anterior, comprende la instrucción a los doce para la misión. Previamente, se afirma que Jesús recorría pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas y curando como señal de la buena noticia. Además, pide a los discípulos que rueguen al Padre para que envíe obreros a su mies.
Podemos hacernos la pregunta sobre qué enseñaba Jesús en las sinagogas. Como sabemos por la lectura del evangelio de Mateo, Jesús predicaba en las sinagogas a base de la Biblia, entendiendo por ella la parte que ya, en aquella época, estaba escrita. Es decir, lo que llamamos Antiguo Testamento. Hace poco le oí a una persona que para ella, lo único válido es lo que diga el Papa de cada momento, aunque el anterior haya dicho lo contrario. La Biblia no contaba para su fe porque se puede interpretar de muchas maneras, decía. ¿Qué respuesta daremos, pues la Biblia tiene la supremacía sin lugar a duda? Afirmamos en la misa que la Biblia es la Palabra de Dios. Entonces, o la Biblia es de verdad la Palabra de Dios o no lo es, y entonces no sirve para nada. Si ponemos la Biblia en manos de los fieles y estos no pueden entenderla ¿qué tratamos de hacer?. Se debe admitir que hoy hay muy buenas traduccciones de la Biblia y unos muy buenos comentarios. Hoy somos capaces de entender la Biblia mejor que nunca y se pueden cristicar mensajes de un Papa porque no dan la suficiente talla bíblica en el comentario de algún texto, en el que pretende apoyarse. Es verdad que hoy difícilmente puede darse, pero todavía cae dentro de lo posible.
En el capítulo 10, se habla primero de los doce discípulos y luego, de los doce apóstoles. Mateo no describe la institución de los Doce y, además, el número Doce es un número simbólico. Para Mateo, la gran importancia la tienen las bienaventuranzas, como estatuto de la nueva alianza. Estas consideraciones (la equivalencia entre discípulos y apóstoles, el número doce como simbólico, el no describir la institución de los Doce), así como otras, nos conducen a afirmar que la figura de los Doce representa a todo Israel y es equivalente a todos los discípulos. Los "doce discípulos" nos pone en la pista de que la misión es propia de todo discípulo de Jesús.

jueves, 5 de junio de 2008

Domingo X del tiempo ordinario. 8 junio 2008. Evangelio de Mateo, 9,9-13

En este evangelio, es necesario precisar el concepto de pecado o de pecador que tenían lo judíos en la época de Jesús. No sólo era pecado el inflingir las normas de lo que llamamos ley natural que prohibe, por ejemplo, matar sin ser en defensa propia grave. Estaban también los pecados por no cumplir las leyes religiosas, siendo algunas de puro carácter cultural. Por ejemplo, por supuesto sin razón de ser, se declaraban pecadores, descreidos o impuros los que practicaban determinadas profesiones, como eran los cuidadores de cerdos, los fruteros o los cobradores de impuestos. Mateo, como cobrador de estos impuestos, por honrado que fuese, ya era considerado ladrón, descreido o pecador.

El hecho de que Jesús le diga a Mateo: "sígueme" y, como consecuencia, que Mateo le siga, es suficiente para que dicho seguimiento sea la expresión práctica de una fe y adhesión a Jesús. Según el obrar de Jesús, su pasado posiblemente pecador queda borrado. Mateo abandona su profesión y comienza una vida nueva como discípulo de Jesús.

El evangelio de hoy dice: "Estando en la mesa en casa de Mateo (v. 10)". Pero, esta traducción del griego parece ponerse en entredicho por otros traductores que completando la frase, lo hacen así: "Estando él (Jesús) reclinado a la mesa en su casa (de Jesús)". Siendo así, no estarían en casa de Mateo, sino en la de Jesús y probablemente la de sus discípulos, a deducir por la palabra griega "oikia" (casa) y su uso en el evangelio. Puede ser simbolo de la comunidad de Jesús, como en Marcos. En la casa se encuentran reclinados a la mesa (postura propia de los hombres libres) Jesús y sus discípulos, pero llegan muchos recaudadores y pecadores (como Mateo) y se reclinan con ellos. Entre los judíos, la comida banquete es figura del reino de Dios. Por ello, la llegada de recaudadores y pecadores para estar a la mesa con Jesús y sus discípulos, en un acto de perfecta amistad y comunión, pone de manifiesto que también ellos han dado su adhesión a Jesús constituyendo así un nuevo grupo de discípulos.

Los fariseos profesaban la observancia estricta de la ley y se guardaban escrupulosamente del trato y hasta del contacto con las personas impuras o pecadoras. Por ello, piden a los discípulos una explicación sobre la conducta de su maestro. Jesús los pone en evidencia haciéndoles ver qeu desconocen la interpretación de la Biblia, en concreto el pasaje de Oseas, cap. 6, vers. 6, que afirma: misericordia quiero y no sacrificios. De esta manera, Jesús invierte las categorías de los fariseos que ponían su fidelidad a Dios en el exacto cumplimiento de la Ley y condenaban severamente a los que no la cumplían.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Domingo IX del Tiempo Ordinario. 01-06-08. Evangelio Mateo 7,21-27

Es necesario hacerlo porque no se puede abarcar todo de una vez, pero leer y oir la predicación de cada domingo corre el peligro de quedarse con trozos sueltos, aislados unos de otros, si el predicador no hace ver las distintas perspectivas y esto le exige una buena preparación, además de atreverse a ello. Cada uno de los cuatro evangelistas propone teologías distintas a los demás, así como Pablo y Santiago.
Así, hoy, Mateo nos enseña la importancia de las obras para la salvación; sin embargo, Pablo nos dice que nos justificamos por la fe sin las obras de la Ley (Rom, 3, 28). Viceversa, Santiago enseña que la fe sin obras es fe muerta (Sant., 2, 26). El cristiano puede preguntarse ¿en qué quedamos? ¿Es más importante la fe o las obras? ¿Se trata de teologías distintas dentro de una profunda adhesión a lo fundamental, que es Jesús?.
En realidad, todo depende del cristal con que se mire. No cabe duda que lo esencial, para el creyente, es la adhesión a Jesús el Cristo. Pero, esta adhesión a Jesús, si es de verdad, es ardorosa, es viva, es proyectada como el fuego, quema, es una fe que se proyecta a los demás para ayudarlos material y espiritualmente, Esa fe, para Pablo, es la fe que justifica pero que lleva consigo todo lo dicho. Esta es la fe viva. No hay fe muerta por no tener obras, como diría Santiago en su carta. O es fe o no es fe. A mí, personalmente, me gusta más explicarlo siguiendo a Pablo. Además, la fe viva es fundamental para la interpretación de la moral y de la ley. Elimina alienaciones y nos abre mucho más a Dios para echarnos completamente en sus brazos.
Ha sido necesario el precedente comentario porque el evangelio de hoy da primacía a las obras. Veamos las obras que citan los que serán rehazados: haber profetizado, haber expulsado demonios, y haber hecho milagros, que además fueron realizadas invocando la autoridad de Jesús. Sin embargo, anuncia Jesús que estos, el día del juicio, serán rechazados, porque obraron la iniquidad (v. 22-23). Como se deduce del contexto, es necesario haber practicado las obras que se citan, por ejemplo, en el capítulo anterior, entre ellas, las bienaventuranzas, el amor matrimonial y el amor a los enemigos (cap. 5), a la oración sin presumir (cap. 6). Para los que no practican dichas obras de nada sirve que hayan profetizado, ni que hayan expulsado demonios ni haber hecho milagros, aunque para ello hayan pronunciado engañosamente el nombre del Señor.
Pero estas obras deben nacer de una fe profunda. Si nacen de la fe, es porque la fe está antes que las obras. Es porque la fe tiene fuerza para empujarte a realizar obras buenas, obras como las dichas, obras de santidad. El que tiene esa fe, experimenta que su corazón arde de amor a Dios. Ese Dios que le empuja a esas obras, Por eso, Pablo puede afirmar que nos justicamos por la fe, no por las obras. Porque, para él, lo primero, es esa fe de la que provienen, como de la raíz, las obras buenas. Mateo, en el evangelio que se lee hoy, no se fija en la raíz sino en los frutos. Pero, es necesario profundizar y llegar a su raíz, a la fe de la que hablamos, para tener una vida más intensa y poder participar más de su luz. Mateo se queda un poco raquítico a mi modo de ver.
Ejercicio:
Tratar de comprender que, ante Dios, nos justificamos por la fe y no por las obras, tal como se explicó.

 
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