miércoles, 7 de noviembre de 2018

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11/11/2018. Marcos 12, 38-44

   Tanto, la primera lectura de este domingo como el evangelio, se refieren a cómo el pobre tiene a menudo especiales vivencias de Dios. La viuda de Sarepta y la viuda del evangelio así lo manifiestan. Como frase para recordar y repetir muchas veces durante la semana, se propone: "Cristo entró... en el mismo cielo, para interceder por nosotros ante Dios" (Hebreos 9,24).

   La primera lectura se toma de 1 Reyes 17, 10-16. La viuda de Sarepta ve rápidamente en el profeta Elías un hombre de Dios. De una forma o de otra, Elías y la viuda nos dan ejemplo de que debemos aprender a confiar en Dios en toda situación, buena o mala, porque alguna vez pasaremos o por una o por otra. Es necesario que, a menudo, aprendamos a echarnos en brazos de Dios y confiar plenamente en que nos lleva por buen camino. Cojamos nuestra Biblia y leamos este pasaje.

   La segunda lectura (Hebreos 9, 24-28) comienza con la frase que se propone para recordar durante esta semana. A Cristo le ha tocado morir por los pecados de todos los hombres y vendrá a salvarnos definitivamente porque esperamos en él. Es el resumen de la lectura.

   El evangelio empieza hablando de los letrados, no precisamente de los escribas. Jesús advierte a la multitud que le escucha, que no se dejen arrastrar por los jefes. Nosotros somos personas de fe en Jesús y creemos en él. Pero, las interpretaciones de esa fe sobrenatural pueden ser distintas para cada uno de nosotros. En la "Fides et ratio" cap. 3, se nos dice: "El haber llegado a la edad adulta, se manifiesta por la capacidad que uno tiene para discernir, por los propios medios, lo verdadero y lo falso, y crearse una opinión propia de la realidad objetiva de las cosas". A veces, aceptamos sin crítica lo que otros nos proponen, cuando en realidad se trata de una ambición de dominio sobre el pueblo por medio del saber. El pueblo cristiano, como cristiano, tiene una capacidad grande de decisión, debe ser adulto y tomar responsabilidades en la Iglesia, no estar siempre pendiente de lo que mande el cura. Esta es la enseñanza del Papa actual Francisco. Jesús quiere liberar al pueblo de una trampa religiosa que lo sostiene esclavo.

   Al final de este evangelio, Jesús se sienta frente a la Sala del Tesoro. Allí, observa cómo la multitud echa monedas en el tesoro. Jesús, mira y ve como los ricos echaban grandes cantidades pero, llegó una viuda pobre que sólo echó dos leptos, es decir, un cuadrante. La expresión "frente a" o "en frente de" la Sala del Tesoro, tiene un sentido hostil, por lo que Jesús sentado en frente del Tesoro se presenta como antagonista permanente del tesoro, lugar que almacena el expolio que se hace al pueblo por los dirigentes. El templo era un lucrativo negocio con el que se explotaba al pueblo traficando con lo sagrado. La limosna insignificante de la pobre mujer nos hace ver su amor incondicional a Dios y la total confianza que manifiesta en él. Lo verdaderamente valioso es la actitud con la que uno se relacione con Dios.

   Compromiso:
   Examina tus vivencias de Dios. ¿Las tienes en la oración? ¿Al comulgar? ¿Al hacer el bien? ¿Cuándo? ¿O no las tienes?

 
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