lunes, 9 de abril de 2018

III Domingo de Pascua. Ciclo B. 15/04/2018. Lucas 24,35-48

   Continúan las vivencias de la Resurrección de Jesús. Es motivo de profunda alegría entre los que tuvieron las experiencias y las vivencias de Jesús Resucitado. Es necesario captar el sentido profundo de la Resurrección. Cristo puede ser testimoniado por quienes han tenido una experiencia personal de Él. Esa experiencia también es posible tenerla hoy, en el siglo XXI.

   Los discípulos "han reconocido a Jesús en el partid el pan". Esta es la frase que se recomienda para repetir y memorizar esta semana.

   Los Hechos de los Apóstoles (3,13-15.17-19) nos ofrecen la primera lectura. Presenta Jesús como el "autor de la vida" a quien Dios resucitó de entre los muertos. Experimentemos la vida que nos viene de Dios por Jesús. Oremos, echémonos en los brazos de Dios en todo momento. Hagamos oración. Vivamos en su presencia. Comulguemos y empezaremos a tener experiencias de Dios.

   En Juan 2,1-5a, se nos recuerda brevemente lo anterior en un acertado resumen: "Quien guarda su palabra (la de Jesús), en él, el amor de Dios ha llegado a su plenitud". Además, nos dice: "si alguno peca, tenemos quien abogue por nosotros ante el Padre: a Jesucristo, el Justo".

   Hoy, dejamos el evangelio de Juan y se nos propone el de Lucas (24,35-48). En él se nos presenta Jesús resucitado con los discípulos, no sólo con los apóstoles. Esta aparición de Jesús tiene muchos puntos de contacto con la eucaristía. Jesús está en el centro de la comunidad. El mantiene en ella una presencia viviente a pesar de haber muerto. La experiencia que la comunidad tiene del amor de Jesús, de su muerte y de su resurrección, es lo que se expresa en la eucaristía. Y la eucaristía es la fuente del Espíritu para la comunidad. El Espíritu expresa una presencia viva de Dios. Es una experiencia de los creyentes. Dios es inefable, pero sus rayos llegan a nosotros como nos llegan los rayos del sol. Era una experiencia de la que disfrutaban los judíos cuando leían la Biblia y la llamaban Shekhinah y, actualmente la disfrutan los cristianos cuando reciben con amor la eucaristía.

   El evangelio de hoy tiene una frase preciosa que nos indica que la alegría de la verdad de estar junto a Jesús es tan fuerte que, a veces, no acabamos de creer, por esa alegría. Nosotros podemos ser, cada día, testigos de la presencia de Dios. Pero, para ser testigos es necesario que hablemos de nuestras experiencias, de las experiencias del Espíritu. Es decir, que de una u otra forma las vivamos y las manifestemos.

   Compromiso:
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