lunes, 30 de junio de 2014

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6/7/214. Mateo 1010, 250-300

   En la primera lectura vemos una imagen de Dios reflejada en la figura del rey que, cabalgando sobre un asno, derrotara a los guerreros que llevan poderosos caballos y pondrá la paz entre las naciones.

   Imágenes de este y otro tipo fueron suficientes en otros tiempos para ponernos en contacto con Dios. Sin embargo, es posible que, hoy día, nos digan muy poco o nada. Quizá ha llegado el momento en que debamos prescindir de ellas para encontrarnos con el misterio divino. Pero, después de haber atisbado ese misterio profundo, debemos volver al uso de imágenes, aunque ya interpretadas de forma diferente. Las imágenes con las que hablemos de Dios no deben entorpecernos el contacto con el misterio divino. La imagen de hoy queda muy entendida por aquel dicho popular de que Dios escribe derecho con renglones torcidos.

   La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Romanos (8, 9.11-13), nos dice que el espíritu de Dios resucitó a Cristo y vive en él. Así también, el mismo espíritu de Dios vivificará nuestros cuerpos y los vivificará. Estamos en deuda con Dios que nos brinda tan maravillosa posibilidad. El espíritu de Dios nos pide que demos muerte a las obras pecaminosas para así vivir en su espíritu, que nos da vida. Es una experiencia bien conocida por aquellos que salen del pecado y del abandono y vuelven a Cristo.

   La lectura evangélica nos está afirmando que las vivencias espirituales que emanan de la segunda lectura, el Padre Dios las manifiesta a los de corazón sencillo. El nos hace experimentar y revivir las experiencias de vida que el espíritu de Dios realiza en nosotros. El Espíritu de Dios es el mismo que vive en Cristo y, po esa razón, nos dice Jesús que vayamos a él, donde encontraremos la paz. Estamos unidos a Cristo porque tenemos en nosotros el mismo espíritu.

   A través de Jesús conocemos mucho más a Dios, pues Jesús ha penetrado su misterio insondable y nos comunica sus experiencias. Pero nosotros hemos de estar en la misma onda que Jesús. Hemos de vibrar al unísono, para recibir el mismo mensaje divino. Por esta razón, como nos decía antes Pablo, debemos dar muerte a las obras que no son del Espíritu.

   Aprended de mí, dice Jesús. Su yugo es suave y su carga ligera. Esto siempre es verdad aunque nos veamos en la situación de dar nuestra propia vida por ser fieles a Dios. Es tanto lo que Dios puede hacer en nuestras almas que, verdaderamente, el yugo de Jesús es siempre suave y su carga ligera.

   Compromiso:
   Haz por recordar y revivir tus experiencias religiosas.

martes, 24 de junio de 2014

Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. 29/6/2014. Ciclo A. Mateo, 16, 13-19

   Aunque en la fiesta de hoy festejemos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, las lecturas 1ª y 3ª tienen especial y única referencia a Pedro.

   La primera comunidad cristiana siguió formando parte integral del judaísmo. Sin embargo, pronto llegará la definitiva separación, pues las persecuciones y las ejecuciones tendrán un papel decisivo en ella. Por la primera lectura (Hechos de los Apóstoles, 12, 1-11), vemos que el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia, empezando por pasar a cuchillo a Santiago el hermano de Juan. Esto agradaba a los judíos y entonces Herodes se decide a meter preso a  Pedro. Vienen a continuación otra serie de hechos que no se mencionan en la lectura de hoy pero que determinaron la separación definitiva de judíos y cristianos. Es fundamental recordar hoy día, el común origen judío de los cristianos. Es fundamental recordarlo en estos tiempos de ecunemismo o de unión entre los creyentes en un sólo Dios: judíos, cristianos y musulmanes. Esta es la razón por la que han orado juntos en Roma, Francisco y los jefes árabe y judío. La creencia en el único Dios es razón suficiente para llevarnos como hermanos, en paz.

   La segunda lectura (2ª Carta a Timoteo, 4, 6-8. 17-18) nos habla de los últimos días de la vida de Pablo. Dice que el momento de su partida es inminente y afirma que ha mantenido la fe y la ha anunciado a los gentiles. Termina afirmando que aunque muera, Dios seguirá librándolo de todo mal y lo salvará. Pablo se echa en los brazos, cosa que muchos cristianos aún no han aprendido a hacer.

   Ya en la lectura evangélica, debemos recordar las palabras de Jesús a Pedro: "Tú eres Piedra y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Tradicionalmente este texto se ha ido interpretando de forma unidireccional a favor de un primado monárquico del Papa. Sin tratar de herir a los católicos conservadores, se debe afirmar que hoy día los mismos exégetas católicos afirman que los otros evangelios no dicen nada de dicho texto, lo ignoran, y que por lo mismo y otras razones, no son palabras del Jesús terreno. Son palabras compuestas después de Pascua por la comunidad de Mateo. En la primitiva Iglesia Pedro no aparece como monarca absolutista. No hay ningún indicio de ello. El papa Francisco se sitúa en esa línea y así puede abrirse una línea de unión entre todos los cristianos. No neguemos nunca esta posibilidad y abrámonos a ella. No seamos fundamentalistas ni tengamos una fe ideologizada.

   Compromiso:
   Estemos abiertos al ecunemismo.

lunes, 16 de junio de 2014

Domingo Solemnidad del Corpus. Ciclo A. 22/6/2014. Juan 6, 51-58

   En las tres lecturas de la misa de hoy aparece la palabra "pan", como no podía ser menos en la festividad del Cuerpo de Cristo.

   En la primera lectura (Deuteronomio, 8, 2-3, 14-16), el pan está representado por el maná como alimento. Moisés, hablando al pueblo, le pide que no se olvide de Dios, no sólo cuando las cosas van bien, sino también cuando van mal o muy mal. El pueblo israelita pasó por un desierto inmenso y terrible, lleno de alacranes y otros animales muy dañinos y sin gota de agua. Sin embargo, Dios lo alimentó con el maná que no conocían sus padres. El pueblo israelita se comportó como un pueblo que, en medio de sus pecados, trató de ser lo más fiel posible a Dios. Moisés les enseña que "no sólo de pan vive el hombre sino de todo cuanto sale de la boca de Dios".
 
   En las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, siempre, hemos de ser fieles a Dios. Y, en nuestros pecados, hemos de saber volvernos hacia el Señor para arrepentirnos y rectificar, aunque volvamos a caer.
 
   La segunda lectura, (1 Corintios 10, 16-17), ya menciona expresamente la Eucaristía, llamándola Acción de Gracias. Tres veces aparece la mención del pan. Tanto la sangre de Cristo, como el pan que partimos en la Eucaristía nos unen a todos. La Eucaristía es la plenitud de la presencia de Cristo en medio de los hermanos, que están reunidos en su nombre. Esto es básico para comprender la presencia de Cristo que se nos da plenamente. La liturgia debe expresarlo combinando expresiones  de verdadera alegría, vivida por todos, los que estamos reunidos en nombre de Cristo, a la vez que se expresa la oración conjunta y la unión de todos como creyentes. Todos formamos un solo cuerpo como dice la lectura.

   El evangelio nos proclama definitivamente la realidad de la eucaristia. Cinco veces aparece la palabra pan. Al cáliz se hace mención cuando Jesús habla de beber su sangre. En este evangelio, cómo sería la expresión de Jesús que se asustan de tener que comerlo. Parece que se excluye todo sentido metafórico. Pero, debemos movernos en el campo de un Cristo resucitado para que sea real su presencia como comida entre hermanos, reunidos en su nombre. No debemos olvidar las primeras eucaristías de los discípulos, en que Jesús resucitado se hace presente en medio de ellos, estando con las puertas trancadas.

   ¿Cómo se come y se bebe un cuerpo resucitado? Se come y se bebe con el mismo gesto de comer y beber y con gran fe de que se trata del cuerpo y sangre de Cristo resucitado. El está presente y nos sana. La eucaristía tiene un efecto sanador para el que la recibe con fe. ¡Bien lo han experimentado los que han sanado de sus drogadicciones y pasiones!

Compromiso:
   Tomar en serio la presencia de Cristo en la Eucaristía.

viernes, 13 de junio de 2014

XI Domingo del tiempo ordinario. Ciclo A. 15–6-2014. Juan 3,16-18


Que Dios se ha quedado entre nosotros para salvarnos es el mensaje que se nos transmite en las tres lecturas bíblicas de este domingo. En la primera, tomada del libro del éxodo (34,4b-6,8-9), se manejan una serie de metáforas. Pero, lo esencial es que Dios baja en la nube para quedarse con Moisés. Entonces el Señor Dios pasa por delante de él proclamándose verdaderamente comprensivo y misericordioso. Ante esta manifestación divina Moisés le pide al Señor que vaya siempre con ellos delante de todo el Pueblo. Que lo tome como heredad, aunque sea de dura cerviz, perdone todos sus pecados. Saber que aunque pecadores, Dios nos comprende y perdona, es maravilloso.

La segunda lectura tomada de la segunda carta a los Corintios (13, 11-13), pide a los cristianos que trabajen para su perfección. De esa forma,  el Dios del amor y de la paz estará con ellos. Trabajar por la perfección lo centra Pablo en saber vivir en paz unos con otros, saludándose unos a otros con un beso santo. Esta segunda lectura es un bonito complemente de la primera. Si seguimos su consejo, la gracia, el amor y las vivencias del espíritu santo estarán siempre con nosotros.

Conforme al evangelio de hoy, Dios es el que siempre toma la iniciativa actuando en la historia. Y Jesús es el don del amor de Dios del amor de Dios a la humanidad. Jesús al ser levantado en alto en la cruz, muestra cuanto ama a Dios al mundo. Al igual que Abraham fue capaz de desprenderse de su propio hijo, así Dios entrega a su Hijo único para demostrarnos su amor. San Pablo nos da una pista de cómo podemos amar nosotros a los demás; Se trata de vivir en paz con nosotros, pero en relación no en aislamiento, expresado en el beso santo. Así, expresaremos de alguna forma el amor que Dios nos tiene y lo comprenderemos mejor.

Pero, Dios se nos dio por medio de su hijo para salvarnos por su amor. Nos pide la fe, creer que por Jesús estamos salvos. Aceptarlo con fe, es lo que se nos pide. Este pasaje es como una recapitulación de toda la doctrina de Pablo sobre la justificación por la fe. Los cristianos debemos acostumbrarnos a vivir de la fe en Dios, en Jesús de Nazaret. El creyente vive por la fe. Es esta una verdad profunda y fuente de experiencias de cercanía de Dios. En definitiva vivir de la fe es echarse en los brazos de Dios que nos da seguridad, es vivir el amor de Dios, escalar en los profundos misterios de nuestra existencia sumergida en el amor de la divinidad. Son experiencias que sólo atisba el que vive de la fe.

 

Palabras clave: fe

Compromiso: Aprende a vivir en paz con los demás, pero no pasando de ellos, sino tratando de hacer el bien

 

lunes, 2 de junio de 2014

X Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 8/6/214. Juan 2O, 19-23

   El tono de las lecturas del presente domingo de Pentecostés viene dado por la presencia del Espíritu en las tres lecturas. En Hechos de los Apóstoles (2,1-11), nos habla Lucas de lo que se conmemora en un día como hoy. A Lucas, ya desde antiguo, se llama "pintor entre los evangelistas". En efecto, presenta algunos mensajes en cuadros verdaderamente impresionantes. Dice la lectura que "se llenaron todos del Espíritu Santo", pero la escena se describe con fenómenos sensibles que la acompañan. Dios está verdaderamente cercano a nosotros como se describe con un ruido del  cielo o con un viento recio que resuena en toda la casa. Un texto rabínico nos dice que en el monte Sinaí, cuando la entrega de los mandamientos, la voz de Dios se dividió en setenta lenguas y así fueron proclamados a todos los pueblos, en su propia lengua. Lucas se sirve de los medios culturales de la época para expresar, de forma gráfica, la venida del Espíritu, experiencia que no está al alcance de los sentidos, pero que debe expresarse de alguna forma.

   La segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13) empieza manifestando la necesidad de la acción del Espíritu Santo para conocer la realidad de Jesús. Al final de la lectura, se recuerda que "hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un sólo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo Espíritu". En estas dos frases, está resumida la  lectura. El bautismo de la primitiva Iglesia era el resultado de una fe viva y de verdadera vivencia de Dios. Los creyentes se encontraban pues bajo la acción del Espírtu Santo y, sin duda, esa es la causa de tantos mártires en aquella Iglesia.

   La celebración de la Cena del Señor o Eucaristía parece ser el momento de muchas apariciones del resucitado. La del evangelio de hoy, en efecto, sucede el primer día de la semana, Dia del Señor o domingo. Jesús está en medio de los discípulos, su presencia es vivida por todos y nos hace sentir y vivir su paz. La paz que él nos da. En la celebración de la Eucaristía vivimos cada vez la presencia viva de Jesús resucitado. Su paz debemos hacerla viva en toda la comunidad.

   Y al final de este evangelio dice Jesús: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". Jesús no dice esto a los obispos ni a los curas. Lo dice a todos los discípulos, es decir a todos los creyentes. El evangelista Juan no habla de confesar los pecados a un sacerdote como se hace hoy día. Por escasez de espacio no se puede explicar aquí el concepto de pecado en el evangelio de Juan. Si aprendiésemos de verdad a saber pedir perdón y a perdonarnos unos a otros, esto sería mucho más importante. Además, debemos aprender a saber pedir perdón a Dios de todo corazón y a sentirnos de verdad perdonados.

   Compromiso:
   Aprende a pedir con fe perdón a Dios y al hermano. Y, aprende a perdonar.

 
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