martes, 14 de marzo de 2017

III Domingo de Cuaresma. Ciclo A. 19/03/2017. Juan 4,6-42

   Hoy tenemos principalmente el tema del agua; es pues el tema del don de Dios profundamente enraizado en la segunda lectura. Por esta razón, recomiendo para memorizar durante la semana un texto del evangelio que dice: "El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". Es un texto fácil de memorizar y de imaginar durante toda la semana. Recordémoslo cada vez que nos encontremos con un surtidor de agua.

   La primera lectura, Exodo 17,3-7, nos recuerda el monte Horeb, lugar de la zarza ardiendo y donde Moisés comenzó su obra trabajando para Dios. Moisés, por mandato divino, debe golpear la roca y saldrá de ella agua para que el pueblo apague su sed. El hombre bíblico ve en el agua la metáfora de la purificación que Dios realiza en nuestro interior. Hagamos presente la purificación de Dios en  cada uno de nosotros.

   La segunda lectura comienza con una frase que lo resume todo: "Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo". Estar perdonados no es lo mismo que estar justificados. En la justificación, además de no tener pecados, además de no estar contra Dios, estamos en su gracia, tenemos su propia vida divina, tenemos su amor y somos por El, no sólo perdonados sino además transformados. Como dice el evangelio de hoy, "El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed". Y ya estamos dentro de la tercera lectura. Es el pasaje de la samaritana. Una escena muy representable y muy típica de los pueblos antiguos, aún dentro de la edad contemporánea.

   Cuando de verdad le pedimos a Dios que nos dé de beber, si lo hacemos con amor, con perseverancia, con  verdadera confianza, nos sentimos crecer en amor hacia El. Esto lo hace Dios con cualquier ser humano, aunque no pertenezca a la verdadera religión. De hecho, los samaritanos eran un pueblo cismático que no seguía plenamente la religión judía y se evitaba pasar por él. Pero, Jesús no pierde ocasión de presentarse como el Salvador, el Mesías, aunque llegue verdaderamente fatigado y necesite sentarse junto al pozo, por ser la hora sexta, el medio día, la hora de mayor calor. Jesús está solo, pues los discípulos se han ido al pueblo a comprar provisiones.

   Jesús le rompe a la samaritana sus esquemas religiosos cismáticos. A Dios no se le rinde culto en un lugar determinado y exclusivo. A Dios se le adora en espíritu y en verdad y, por lo tanto, en  cualquier sitio. Hasta en medio de un baile podemos acordarnos de Dios y amarle.

   Compromiso:
   Interrógate: ¿Cuándo podría decir alguien, que está más cerca de Dios gracias ti?

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.