lunes, 6 de abril de 2015

Tiempo Pascual. Domingo de la Divina Misericordia. Ciclo B. 12/4/2015. Juan 20, 19-31

   Este domingo resalta especialmente la presencia de Dios en la comunidad. La primera lectura (Hechos de los Apóstoles, 4,32-35) nos muestra que los primeros cristianos habían logrado una unión y armonía verdaderamente encomiables. Dice la lectura que todos tenían un solo corazón y una sola alma, es decir todos sentían lo mismo y lo que todos tenían servía también para solucionar las verdaderas necesidades de todos. Esta forma de ayudarse mutuamente no era algo impuesto por los líderes de la iglesia, sino que hunde sus raíces en el mandamiento del amor dado por Cristo, que no tiene nada que ver con el sistema político llamado comunismo. En éste, el estado controla la propiedad común de arriba abajo. El individuo no tiene nada o casi nada que hacer. Esto, según los datos, no era verdad entre los primeros cristianos. Además, entre los primeros cristianos existía verdadera propiedad. Dios estaba presente en la comunidad y miraba a todos con mucho agrado.

   La primera lectura es una maravillosa expresión del amor al hermano por parte del que realmente ama a Dios, a Jesús de Nazaret. En la segunda (1 Juan, 5,1-6), quedan unidos los mandamientos de Dios con el amor a los hermanos. Lo que no sea amar a Dios y al hermano, convierte a los mandamientos en pesados. En Jesús queda recapitulado nuestro amor a Dios y al hermano.  Es el gran foco iluminador de toda vida cristiana y de todo catecismo.

   El evangelio continúa haciéndose eco de la presencia de Jesús en la comunidad. Están presentes todos los que dan su adhesión, a Jesús, sean o no sean apóstoles. Es necesario recalcar esto, pues lo que diga Jesús lo dice a todos, aunque sea sobre el perdón de los pecados. Los discípulos se encuentran en una casa con las puertas no sólo cerradas, sino atrancadas, pues tenían miedo a los dirigentes judíos. Están  en un ambiente hostil. No es suficiente saber que Jesús ha resucitado; sólo cuando él se hace presente puede dar seguridad y alegría en medio de la hostilidad del mundo. Esta es la razón por la que Jesús aparece directamente en medio de la comunidad, sin entrar por la puerta. Los discípulos sienten la alegría de ver al Señor. Ahora, comienza para ellos la Pascua. Jesús sopla sobre todos los discípulos y les dice: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos y a quienes se los imputéis, les quedarán imputados". Para Juan, el pecado consiste en integrarse voluntariamente en el orden injusto. Cuando una persona es admitida en la comunidad cristiana, rompe con el orden injusto y dicha comunidad declara que los pecados ya no pesan sobre él. Sería precioso comentar el carácter eucarístico de este evangelio, pero el tiempo se agota.

   Compromiso:
   Da una gran importancia al pertenecer a la comunidad cristiana.

 
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