martes, 6 de octubre de 2009

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. 18/10/2009. Marcos 10, 35-45

Dos discípulos desean que Jesús les conceda sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda. Como contexto histórico debe recordarse que los destinatarios a quienes va dirigido el evangelio de Marcos, han vivido el despotismo de Nerón. Además, se reflejan ciertos problemas de la comunidad cristiana, entre ellos el orden jerárquico en la misma. También se puede afirmar que, además de recordar la tradición sobre Jesús, se hace una redacción final del texto cuando ya Santiago y Juan han sufrido el martirio por ser cristianos. Esta es la razón por la que, en vez de hablar de dos discípulos cualesquiera, se mencionan sus nombres: Santiago y Juan (v.v. 35-37).



A la petición de los dos discípulos Jesús les pregunta: "¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? (v.38). Los discípulos responden afirmativamente y Jesús lo reconoce. Pero añade: "Sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es asunto mío, está ya reservado (v.v.39-40)".



En el antiguo testamento, la copa que Dios da a una persona o a un pueblo y que estos tienen que beber es una imagen que significa el destino tanto bueno como malo (Isaías 51,17). Aquí, por el contexto, sólo puede tratarse del destino malo. Esta imagen de la copa se utilizó para referirse a los sufrimientos y muerte del mártir. La referencia al bautismo debe interpretarse del mismo modo. Los discípulos ya han padecido el martirio y lo sabe el escritor del evangelio de Marcos. De ahí, esa respuesta tan contundente y autosuficiente que el evangelista pone en boca de Santiago y Juan: "Sí, podemos (v.39)".



Jesús aprovecha el momento para explicar y adoctrinar a los discípulos. Les dice: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen (v.42)". Los discípulos, o primeros cristianos, conocen en su propio cuerpo el despotismo de Nerón, como ya se dijo. La comunidad de cristianos o, en la actualidad, la iglesia de Dios no debe actuar despóticamente, sino que quien desee rango o presidencia en ella debe comportarse como servidor y esclavo. Pero, ese servicio no consiste en hacer cumplir las leyes del código de derecho canónico o de la iglesia, que a veces llega como una pisonadora. Nuestra jerarquía no debe dejarse llevar por otros motivos, si no es por el de servicio. J. Ratzinger, en su obra "El nuevo pueblo de Dios" de 1972, se pregunta cómo los sucesores de los apóstoles llegaron, en el cambio que dió el rey Constantino, a tener como correcto lo contrario de lo que se había dicho a los apóstoles: que no debían convertirse en príncipes de esta sociedad. J. Ratzinger menciona aquí la recaída en lo pagano, en lo que no es cristiano. Todos los cristianos, pero especialmente la jerarquía, deben hacer un exámen de conciencia en este sentido. Hay que repasar la historia de la iglesia y la Biblia, en profundidad. Ponerse en la línea de Juan XXIII. Seguro que entonces nos pondremos más a tono con los cambios de la sociedad, sin perder un ápice del amor a Jesús. No podemos despreciar los signos de los tiempos porque algo positivo pretenderán decirnos.



Práctica:

Una llamada a la jerarquía y cristianos conservadores para que no tengan miedo. La iglesia espiritual no se derrumba aunque nos animemos a ir siendo aperturistas, pero con cierta rapidez, sino sí que se derrumba. Y seremos culpables por desconocer el espíritu de Jesús y la historia de la iglesia.

 
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