lunes, 30 de abril de 2012

V Domingo después de Pascua. Ciclo B. 06/05/2012. Juan 15,1-8

   Hoy se lee el evangelio tan conocido de la vid y los sarmientos. Antes de venir Jesús al mundo, la vid o la viña era el pueblo judío como pueblo de Dios. Pero, Jesús se opone  a los textos del Antiguo Testamento pues él es la vid verdadera. Y, junto con los cristianos que son los sarmientos, forma el verdadero pueblo de Dios.

   Es importante recordar el concilio Vaticano II. Según él en la iglesia no es primero la jerarquía y luego el pueblo de Dios, como se decía o se pensaba antes. Es más, el concilio comienza diciendo que la iglesia es un misterio y, a la vez, pueblo de Dios. En tercer lugar, no en el primero, está la jerarquía.

   En el pueblo de Dios, quien más peso tiene es Jesús, que nos anima, enseña y dirige a través de su Espíritu. ¡Si esto es así, cómo no va a ser un misterio el pueblo de Dios! Y el misterio hay que aceptarlo y respetarlo. Los sarmientos, que somos nosotros, los miembros de la comunidad cristiana, si queremos dar fruto debemos estar unidos a la vid.

   Aunque era necesaria una autoridad en la Iglesia la unión es con Jesús; la obediencia se debe de verdad a Jesús y no a la autoridad. En el plano religioso, también la autoridad de los hombres debe estar sometida al Señor de los señores, a la verdadera vid. También los que detentan la autoridad religiosa son sarmientos como los demás. La autoridad religiosa no debe tratar de imponer cargas pesadas o creencias con poco fundamento.

   Algo muy importante del evangelio de hoy es que ya estamos limpios por el mensaje que nos ha comunicado Jesús. Nosotros, al aceptar el mensaje del Señor separándonos del orden injusto, ya hemos quedado limpios. Ahora, debemos ser fecundos unidos siempre a Jesús que nos va haciendo cada vez cristianos más auténticos, más libres y cada vez con más entrega, aumentando nuestra eficacia. Es así como nos va limpiando Jesús. El pecado consiste en pertenecer al orden injusto. Nosotros hemos roto con ese orden injusto y Jesús nos ha limpiado. Sigamos unidos a él.

   Dice Jesús: "Quedaos conmigo, que yo me quedaré con vosotros". Sigamos siempre unidos a Jesús. Jamás nos pesará.

   Todo este evangelio habla de la fecundidad. Si estamos unidos a la vid daremos fruto. Se irá edificando la comunidad. En este sentido, Jesús ayudará a edificarla atendiendo nuestras peticiones. Jesús se hace solidario de nuestra tarea apostólica.

   Compromiso:
   Reflexionar sobre este evangelio y sacad consecuencias.
  

 
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