jueves, 5 de mayo de 2016

La Ascensión del Señor. Ciclo C. 8/05/2016. Lucas 24, 46-53

   Si hay algo que unifique las tres lecturas de la Solemnidad de la Ascensión del Señor, es el Espíritu y la fuerza que él nos transmite. Son una realidad que se hace consciente en aquellos que tratan de vivir su fe, con las exigencias del evangelio. Y son una realidad en tantos mártires que dieron su vida por no renegar de Cristo, a través de la historia y actualmente. Ellos son manifestación viva de la fuerza del Espíritu, que nos es dada a los creyentes que viven su fe.
 
   Precisamente, en la primera lectura (Hechos 1,1-11) se dice: "Cuando el Espírtu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo". Y en verdad necesitaron recibir fuerza, pues el odio y las persecuciones empezaron pronto para los cristianos.
 
   Los discípulos tuvieron experiencias y  vivencias de que Jesús estaba vivo. Celebrando la eucaristía comían juntos con él. Notaban y vivían su presencia. Las apariciones a los discípulos nos hacen ver que frecuentemente es así. Aquellos primeros cristianos viven de verdad la presencia de Jesús en la Cena del Señor.
 
   En la segunda lectura (Efesios 1,17-23), el apóstol Pablo pide a Dios que sepamos conocerlo cada vez mejor. Conocerlo como lo conoció Cristo. Abrirse sin reservas a Dios. Ponerse totalmente en las manos de Dios. Todo ello es el presupuesto para que nuestra fe vaya calando cada vez más profundamente en nuestro corazón. Esta es la enseñanza fundamental de la segunda lectura. El resto, es el resultado de esta entrega amorosa a Dios.
 
   Hoy, Jesús parece finalizar su paso por este mundo. Lucas nos recuerda que Jesús padeció y resucitó de entre los muertos al tercer día. En su nombre nos dice también el evangelista, se predicará la conversión y el perdón de los pecados. Aquí está el resumen del sacramento del perdón. Si nos convertimos, Dios nos perdona. A través de la historia, las formas de realizar este sacramento han sido distintas. En Europa, con el tiempo, se ha ido introduciendo, por frailes provenientes de Inglaterra, la confesión ante un sacerdote, tal  como hoy la conocemos. Sin embargo, hoy empiezan a ser introducidas otras formas pero, siempre debe existir la conversión para que se de el perdón. En unas iglesias, se prepara a los creyentes sobre la conversión a través de un examen de conciencia y, seguidamente, el sacerdote o sacerdotes imparten la absolución a cada uno de los fieles que, de palabra, afirman que se arrepienten de todos sus pecados. Otra forma, y así hacen algunas parroquias, tras la preparación, dan la absolución colectiva. Sea como sea, lo fundamental es el verdadero arrepentimiento, previo al perdón que por parte de Dios, no falla.
 
   En las tres lecturas se nos habla de la fuerza del Espíritu, lo que reunifica todas las demás enseñanzas de este día.
 
   Compromiso:
   Como se dice en el comentario a la segunda lectura, decídete a ponerte totalmente en las manos de Dios.

 
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