martes, 14 de septiembre de 2021

XXV Domingo del Tiempo Ordinario. 19-9-2010. Marcos 9,30-37.

En este domingo, se nos presenta la espiritualidad de los hijos de Dios frente a la espiritualidad de los impíos. Hablando de espiritualidad parece que suena mal o muy mal hablar de la espiritualidad de los impíos. La espiritualidad es algo muy serio. Se podrá tener mayor o menor grado de espiritualidad, pero nuestra espiritualidad siempre lleva la dirección de Dios, siempre apunta hacia Dios con el objetivo de amarlo cada vez más. A pesar de nuestros pecados, de nuestras debilidades. Pero, continuamente nos ponemos delante de su mirada y nos dejamos llevar de la mano. la primera lectura de la misa de este domingo es del libro bíblico de la Sabiduría en 2,1.17-20. Según nos dice, muchos piensan que al justo no le suceden cosas malas en la vida, pues Dios lo auxiliará y lo liberará del enemigo. Es verdad Dios está siempre con nosotros. Pero, no es menos cierto que Jesús sufrió muerte de cruz y Jesús, no obstante ¡sigue vivo! ¡Con Dios no hay muerte definitiva! La segunda lectura es de la carta de Santiago, 3,16-4,3. Nos dice que la verdadera sabiduría nos viene de lo alto y está llena de misericordia y buenos frutos. Pero, ellos a los que se dirige la carta, ambicionan y envidian y no pueden conseguir nada. Les dice Santiago, que no obtienen porque no piden y si piden, lo hacen mal, porque piden para satisfacer sus pasiones. ¡Y todavía hay algunos que piden mal, pues no piden para que la gente vaya por el buen camino, sino para satisfacer sus propios intereses! Y entramos ya en el evangelio de este domingo (Marcos 9,30-3,7). ya lo decía al comienzo de este comentario: Jesús sufrió muerte de cruz. A estas dos ideas se hace referencia el evangelio. La primera es una que Jesús no pierde de vista: Que va a ser entregado y lo matarán, pero al tercer día resucitará. La segunda, es quien va a ocupar el primer puesto en el grupo que va a organizar Jesús. La respuesta es bien sencilla: Será el servidor de todos. Y pone de ejemplo a un niño. El que acoge a un niño en nombre de Jesús, a este es a quien acoge. Al servidor de todos, ni más ni menos. El evangelio de hoy nos deja totalmente desarmados, descentrados. Las reglas del mundo no son las de Jesús. Esas reglas no se entienden. Solo se entiende si está por el medio el amor a Cristo. Él nos da el gozo de practicarlo y entrenarlo. Él nos da luz y vida. Él nos hace comprender que es la verdad. ¡Lo que hay que hacer! ¡Ponte tú mismo el compromiso, sin olvidar tus primeras obligaciones!

 
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