sábado, 1 de marzo de 2008

Juan, 9, 1-38, Domingo IV de Cuaresma.

- El género literario "evangelio" se hace aquí de nuevo presente: en este relato acerca de Jesús, de nuevo se hacen también presentes los problemas de las primitivas comunidades cristianas.
- El ciego es figura real de un pueblo oprimido, reducido a la impotencia debido a la presión que ejercen sobre él los dirigentes religiosos. Esta opresión se continúa también en los primeros cristianos.
- Jesús sale al encuentro de la idea, hasta no hace mucho vigente, de que Dios nos manda en esta vida castigos por nuestros pecados.

Al empezar el relato del ciego de nacimiento, la primera pregunta que le hacen sus discípulos es si pecó él o sus padres. Jesús contesta que ni él ni sus padres. Él, según opiniones de los rabinos, podía haber pecado en el vientre de su madre y recibir su castigo naciendo ciego. Pero, en este caso, ni él ni sus padres habían pecado. Jesús dice que no pecó nadie. Dios podía también castigar por amor y si se aceptaba Dios bendecía. En este caso, nada impedía al hombre el estudio de la Ley. Sin embargo, al nacer ciego, la ceguera impedía el estudio de la Ley, por lo que era fruto de algún pecado y no castigo de Dios por amor. Al no haber pecado pueden manifestarse en el ciego las obras de Dios. Mas de una vez la jerarquía católica ha procedido al revés diciendo: Son obras buenas o parecen milagros, pero no lo son, como está empecatado, proceden del demonio.
En el v. 5, no se dice que Jesús es la luz, sino que es luz. Al no llevar artículo la palabra "luz" quiere decir que Jesús es todo luz en su misma actividad.
Jesús "escupió en tierra, hizo barro con la saliva, le untó su barro en los ojos". Los judíos usaban la saliva para curar ciertas enfermedades. Era doctrina tradicional que la saliva del primogénito de un padre, no la del primogénito de una madre, curaba las enfermedades de los ojos. En Asturias tuvo gran estimación la saliva de los "saludadores". En general, los judíos pensaban que la saliva transmitía la propia energía vital. El barro, en la Biblia, hace referencia a la creación del hombre. Jesús, con su fuerza vital va a crear de nuevo a este hombre, y lo unge con su Espíritu. Con su saliva, le cura la vista para que "vea espiritualmente la obra de Cristo". Pero, debe aceptar, obedeciendo y yendo a la piscina de Siloé, donde se hacían los bautismos de los paganos para ser de religión judía. La fuente bautismal cristiana se llamaba "piscina" y al unir esta palabra con las de de "untar" y "ungir", actividad que se hacía en el bautismo cristiano, se muestra que al actividad de Jesús se entremezcla con los ritos de una comunidad cristiana. Es como se construye el género literario llamado evangelio.
La piscina tiene el nombre de Siloé, pero Juan la llama del Enviado, afirmando así que el ciego se lavó con el agua del Enviado, del Espíritu. Es el agua, el don de la Sabiduría que se comunica no por una doctrina, sino por una percepción vital.
En toda discusión de las autoridades contra Jesús y el ciego, destacamos lo siguiente:
Amasar el barro estaba explícitamente prohibido por la interpretación farisaica de la Ley. ¡Cuántas veces entre nosotros se multó por trabajar en los días festivos! ¡Cuántas veces no nos alegramos con el hombre! ¡Lo humano se mira a través de lo jurídico! ¿Cuántas veces el único criterio es la observancia de la Ley! La ideología ciega a los fariseos y a los dirigentes. Para ellos los súbditos no deben tener opinión propia, sino aceptar siempre el pensamiento de los dirigentes. Hace 15 días hay una predicación que era una verdadera herejía. El predicador afirmaba que hay que tener fe en el obispo y que lo que dice es revelación de Dios. Herejía manifiesta. La fe sólo se tiene en Jesucristo y la revelación de Dios se contiene en la Biblia.

 
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