lunes, 15 de mayo de 2017

VI Domingo después de Pascua. Ciclo A. 21/05/2017. Juan 14,15-21

   Este día es el domingo del testimonio. El testimonio que Dios nos hace percibir dentro de nosotros y el que debemos dar a los demás, sobre todo si nos lo piden, explícita o implícitamente. La frase de hoy, para memorizar y vivir, puede sernos útil a nosotros y a la Iglesia. La tomada de 1 Pedro 3,15: "Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza" es de profundo calado. Pensemos en ella.

   La primera lectura (Hechos 8,5-8.14-17) nos habla de los efectos de la predicación de Felipe en la ciudad de Samaría. Este Felipe no es uno de los apóstoles, sino uno de los diáconos escogidos para cuidar que las viudas no pasaran hambre. Sin embargo, ahora se dedica a las labores de la evangelización. En el N.T. no existe ninguna forma estandarizada para el bautismo. Pero éste y el don del Espíritu Santo son los dos elementos esenciales para la experiencia cristiana, que debería ser más predicada y vivida por todos.

   La segunda lectura (1 Pedro 3,15-18) contiene la frase que vamos a memorizar hoy. A memorizar y poner en práctica, pues tenemos obligación de  extender el evangelio de Cristo. Debemos tomar seriamente conciencia de ello. No podemos contar con que la gente de hoy vaya a la iglesia a escuchar la palabra de Dios. Hoy la Iglesia ha de ser una Iglesia en salida, es decir, todos, no solamente los sacerdotes en las iglesias, sino que todos hemos de mostrar la experiencia de Dios y de Cristo que llevamos dentro.

   El evangelio vuelve, de una forma o de otra, a hablarnos de la experiencia de lo espiritual. Es muy importante en nuestra propia vida. Jesús no nos ha dejado huérfanos, al contrario, los cristianos sentimos arder nuestro corazón. El amor de Dios está en nosotros. Lo sentimos y lo vivimos. El Espíritu sólo puede captarlo quien se relaciona con Dios. Quien sabe orar interiormente, quien lo ama. A Jesús nosotros no lo vemos en este mundo, pero está dentro de nosotros, vive en nosotros. No nos ha dejado huérfanos, nos dice el evangelio de hoy. Esta experiencia de cercanía de Dios es nuestra gran riqueza. Riqueza que debemos transmitir a los demás, para acercarlos a Dios.

   Sepamos vivir y valorar nuestras experiencias espirituales. Y transmitirlas a los demás. Esta es la gran enseñanza de las tres lecturas de hoy. Es la gran vivencia carismática y no otra. Es la mística para el siglo XXI.

   Compromiso:
   Examínate a ver cuándo te sientes más cerca de Dios: ¿Cuando ayudas a otro, cuando haces oración, cuando comulgas...? Comprométete a hablar de ello con otros.

 
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