lunes, 10 de noviembre de 2014

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. 16/11/214. Ciclo A. Mateo 25, 14-3

   El trasfondo de las lecturas de este domingo lo constituye la necesidad de no estar inactivos, la necesidad de  hacer algo, de trabajar. Tanto el hombre como la mujer deben moverse en esa dirección. La mujer tiene la misma capacidad que el hombre. Los dos pueden ser igualmente responsables. La lectura del libro de los Proverbios (31, 1-13) presenta a la mujer hacendosa que trabaja con la mirada puesta en sacar a los suyos adelante, pero sin olvidar al pobre y necesitado y con amor de verdad a Dios. Esta mujer merece toda alabanza. Es verdad que la cultura y los tiempos han cambiado totalmente, pero los principios de ayudar al pobre y vivir cerca de Dios son perennes. Hoy, ya no se conocen el huso y la rueca, pero el amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, permanece.

   La primera carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. Fue, por tanto, escrita antes que los mismos evangelios. Hoy se lee el capítulo 5, versículos 1-6. Había cristianos que pensaban que el mundo se iba a acabar de un momento a otro, y no querían trabajar. Pablo no entra por lo de dejar de trabajar. Es verdad que el Señor vendrá cuando menos se piense, pero nosotros somos hijos del día, de la luz, y por lo tanto no dormimos, sino que trabajamos y nos mantenemos vigilantes y despejados.

   La lectura evangélica nos presenta la parábola de los talentos de plata. Como ya se dijo otras veces, el evangelio deben leerlo para entender el comentario. Esta parábola celebra un ministerio y una actuación de los cristianos que sea activa, progresista, que sepa tomar riesgos, que se involucre en el mundo y que manche sus zapatos con el polvo del camino. Creo que es así como hay que interpretar este evangelio en la actualidad que vivimos. La parábola de los talentos nos obliga a emplear nuestro talento y nuestras capacidades para el bien de los necesitados y para la propagación del reinado de Dios o de su causa. En las parroquias se predica esta parábola de los talentos pero, a menudo, se queda todo en pura palabrería. Los cristianos, los grupos, las parroquias, todos siguen generalmente adormecidos. No se atraviesan hacia afuera las puertas de la iglesia. No se sabe qué hacer con los talentos y capacidades que Dios nos ha dado.

   ¿Cómo anuncian nuestras parroquias el evangelio a los alejados que no van a la iglesia? ¿Formamos parroquialmente agentes de pastoral capacitándonos para saber entablar una conversación sobre vivencias religiosa...? ¿Sabemos hacer una pedagogía masiva de la oración? ¿Organizamos una propaganda útil de la Biblia, del Nuevo Testamento o de un evangelio? Aprovechamos los nuevos medios de comunicación social para realizar una misión online?

   Nos queda mucho por hacer si queremos que la parábola de los talentos haga raíz en nosotros.
   (Si lo encuentras útil, pásalo a tus amigos)

   Compromiso:
   Piensa en algo que tú puedas hacer en equipo.

 
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