martes, 5 de septiembre de 2017

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 10/09/2017. Mateo 18,15-20

   La idea central de la liturgia de hoy es nuestra relación con los demás sea a modo individual, sea formando una comunidad. Los dos aspectos son de importancia capital para la misma marcha de la Iglesia.

   Como frase para memorizar proponemos: "Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará atado en el cielo (Mateo 18,18).

   La primera lectura se toma del libro de Ezequiel 33,7-9. Expresa nuestra obligación de hablar a los demás sobre las cosas de Dios. Siempre que tengamos oportunidad, debemos hacerlo. Dice esta lectura que el Señor nos ha puesto de centinelas para hablar de su parte.

   La segunda, tomada de la carta de San Pablo a los Romanos (13,8-10), comienza con una maravillosa frase: "a nadie le debáis nada, a no ser amor". En efecto, el que ama ya cumplió toda la ley. Todos los mandamientos se resumen en "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Amar es cumplir toda la ley.

   La lectura evangélica continúa en la misma línea. Jesús no manda al defensor que vaya a pedir perdón al ofendido, sino, al contrario, es éste quien debe tomar la iniciativa y mostrarle que ha perdonado facilitando la reconciliación, y no dando publicidad de la ofensa. Puede ser que el ofensor no se avenga a un arreglo amistoso y no quiera reconocer su falta. Entonces, será necesario el arbitraje de la comunidad y si no hace caso a su dictamen, el ofensor será tenido como un pagano y recaudador. Pagano, en el sentido de que aunque se proclame seguidor de Jesús, no conoce al verdadero Dios, que es todo perdón. Y recaudador, porque, aún conociéndolo, no hace caso de su voluntad.

   A continuación dice Jesús, no sólo a Pedro sino a toda la comunidad, "todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos". Los que atan y desatan no son los dirigentes - hoy día sacerdotes -, sino toda la comunidad.

   Aquí Jesús se dirige a la comunidad y repite las palabras dichas a Pedro en el capítulo 16 de este evangelio de San Mateo. Se lo dice como primer creyente. Pedro era prototipo de la comunidad de creyentes. Pero el poder de decidir está sin duda, por deseo de Jesús, en la misma comunidad. Es evangelio puro.

   ¿Y por qué tiene fuerza lo acordado por la comunidad? Esta pregunta se contesta al final del evangelio de hoy. En efecto, donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús allí está él, en medio de ellos. Como la decisión se toma todos juntos y habiendo orado profundamente y de verdad, lo acordado por los hombres queda confirmado por Dios. Si obrásemos siempre de esta forma no se habría introducido tanta ideología en la Iglesia, como de hecho ha sucedido. Ideologías que ahora cuesta mucho erradicar. ¡Qué se lo pregunten al Papa Francisco!

   Compromiso: 
   Reúnete con otros para hacer oración profunda y tener vivencia de la cercanía de Dios en nuestros corazones.

 
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