lunes, 30 de mayo de 2011

Ascensión del Señor. 05/06/2011. Ciclo A. Mateo 28,16-20.

   De todos los libros del Nuevo Testamento, sólo en los Hechos de los Apóstoles se describe la Ascensión de Jesús a los cielos como un fenómeno visible (Hechos, 1,2-12). Con frecuencia, en el Nuevo Testamento se habla de exaltación de Jesús, en vez de ascensión. Así se destaca en la antigua canción que se cita en la carta a los filipenses (Filip. 2,6-11).

   En la carta a los Hebreos (1,3-4), tampoco se habla de ascensión, pero se afirma que está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas. La carta a los Efesios (Ef. 1, 20-22) dice que Jesús, el Hijo, fue investido por Dios con una autoridad suprema sobre el mundo. Según Efesios 2, 4-6 a sus seguidores, Dios nos hace sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. El evangelio de Marcos 16, 19 dice que el Señor fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la derecha de Dios.

   Como se ve, el momento de la ascensión de Jesús a los cielos está poco relatado, y su objetivo es dejar claro que las apariciones posteriores a la resurrección ya se han terminado. Como vemos, lo esencial de la fiesta que hoy celebramos es que Jesús resucitado se encuentra exaltado y glorioso, con gran poder, junto a la majestad divina, donde nos espera a cada uno de nosotros. Cómo fue el tránsito glorioso de este mundo al otro jamás lo sabremos. Lo cierto es que Jesús fue exaltado a la diestra de Dios Padre y a esto lo llamamos la Ascensión.

   El relato de la Ascensión de Jesús tal como lo describe Lucas, se inspira, según los exégetas de la Biblia, en la ascensión del profeta Elías tal como se nos describe en el libro segundo de Reyes, 2, 9-12.

   La Ascensión de Jesús simboliza el final de un viejo orden mundial y el comienzo de una nueva etapa. En Jesús todos hemos sido salvados. Salvados por gracia y no como mérito de nuestras obras, por buenas que sean. Nuestro futuro nos lleva a la existencia de un cielo completamente nuevo y una tierra también completamente nueva, como dice el Apocalipsis, cap. 21,1. Y, en ese cielo nuevo, nos encontraremos con Jesús exaltado a la derecha de Dios Padre.

   Jesús nos ordena que hagamos discípulos por todo el mundo y que bauticemos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar el mandamiento del amor. Así, hasta el fin del mundo.

   Compromiso:
   Piensa cómo podrías hacer discípulos de Jesús o mejorar tú como tal discípulo. Es un compromiso duro sin lugar a dudas.

martes, 24 de mayo de 2011

Domingo VI de Pascua. 29/05/2011. Ciclo A. Juan 14, 15-21.

   En el siglo XXI, y cuando se pide la nueva evangelización de Europa, se impone la necesidad de profundizar a nivel inteligible para los fieles, la doctrina sobre el Espíritu (con mayúscula).

   En el evangelio de hoy, comienza Jesús afirmando que "si me amáis cumpliréis mis mandamientos". En efecto, para cumplir lo que Jesús nos manda sólo podemos hacerlo si lo amamos a él. Los mandamientos de Jesús no se nos imponen, son sólo exigencias del amor a él. Jesús habla de sus mandamientos para contraponerlos a los mandamientos de la antigua ley de Israel, también llamados de la ley de Dios. Jesús no dice "mis mandamientos" sino los mandamientos "míos". Los mandamientos de Jesús no sabemos cuantos son. Son la respuesta del amor a las necesidades del hombre en cada circunstancia. Y, para cumplir con tanto es necesario amar mucho a Jesús.

   Relacionado con el mandamiento del amor está la permanencia del Espíritu de la verdad en nosotros. Sólo a través de Jesús recibe la comunidad el Espíritu de la verdad. Según el griego, en cuyo idioma están escritos los evangelios, la misma palabra significa verdad y lealtad. El Espíritu de la verdad que nos da Jesús es el Espíritu de la verdad y la lealtad a la vez. Es el amor leal con que nos ama el Padre Dios. Esa es la verdadera realidad divina donde todo el amor que nos tiene es toda la verdad.

   Dice Jesús que el mundo no puede recibir el Espíritu de la verdad, del amor. El "mundo" está usado aquí en sentido peroyativo. Es el orden injusto que existe en la sociedad, donde abunda la mentira, la injusticia, la ideología. Es la interpretación propia del evangelio de Juan. Y los que pertenecen a ese mundo no son capaces de captar y entender la vida del Espíritu. Ni la quieren.

   Jesús sabe que pronto morirá. Por esa razón, afirma que dentro de poco el mundo ya no lo verá. Pero, discípulos de Jesús sentirán su presencia por el Espíritu. Jesús prepara a sus discípulos para el momento en que se queden solos.

   Jesús dice que sus discípulos experimentaremos que él está con el Padre Dios y nosotros con él, así como él con nosotros. Se trata de un conocimiento por experiencia interior. Es innegable para el creyente.

   Aunque no se toque en esta explicación, no podemos olvidar que el Espíritu de verdad que Jesús nos prometió se comunica tanto a los discípulos que podíamos llamar progresistas, como a los más conservadores. Lo fundamental es el mandamiento del amor que Jesús nos da. Ojalá encontremos ocasión para tratar dicha temática.

   Práctica:
   Este evangelio se presta mucho para la reflexión.

martes, 17 de mayo de 2011

Domingo V de Pascua. 22/05/2011. Ciclo A. Juan, 14,1-12.

   Una buena traducción del comienzo del evangelio de hoy es: "Mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí". La adhesión a Jesús y la adhesión a Dios es la misma. Por esta razón, el mismo evangelio de Juan afirma en 12,44s: "Cuando uno me da su adhesión, no me la da a mí, sino al que me envió, y cuando uno me ve a mí ve al que me ha enviado". Jesús y el Padre son un misterio insondable. Si Dios es insondable, de forma que hoy día se le concibe como "misterio" porque no cabe en nuestra cabeza racional, con mayor motivo es insondable si goza de una relación paterno filial fecunda en amor. No concebimos un Dios estático, sino un Dios fecundo en el amor. En definitiva, un Dios que es amor hacia dentro y hacia fuera.

   No podemos mantener nuestra adhesión al Padre si no la mantenemos con el Hijo, con Jesús.

   En este evangelio, no es recomendable usar la palabra "casa", como hace la liturgia de hoy. Es preferible decir "hogar". Indica intimidad, comunidad de vida como sucede en toda verdadera familia. Siempre debemos contemplar así nuestra relación con Dios. Así es el hogar que Jesús va a prepararnos, junto al Padre. Y Jesús vendrá a buscarnos para estar juntos en el nuevo hogar.

   Con este lenguaje literario, figurado, metafórico, nos describe Juan nuestra nueva relación, como discípulos y como comunidad, con Dios. Nuestro Dios no es un Dios tremendo, terrible, cuya presencia nos sobrecoge. Ya no somos siervos. Somos hijos y hermanos de Jesús y viviremos en la intimidad del hogar.

   Jesús dice "Adonde yo voy, ya sabéis el camino". A Tomás que le pregunta por dónde es el camino, Jesús le contesta: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". La explicación de esta respuesta la da el mismo evangelista Juan, en su capítulo primero. Allí dice que la verdad contenía la vida y la vida era la luz del hombre. Lo importante es la vida. La verdad y la luz están en relación con la vida. Esta es lo importante. Para el creyente, Jesús es la vida. El nos comunica la vida del Espíritu. Una vida nueva que experimentamos en nosotros. Es la verdad que percibimos sobre nosotros mismos y sobre Dios. Por ella, sabemos que Dios nos ama de verdad. La vida es el Espíritu que nos comunica.

   Cuanto más conocemos a Jesús, cuanto más intimamos con él, cuanto más practicamos el mandamiento de amarnos unos a otros, tanto más conocemos al Padre. El Padre está presente en Jesús. En resumen, esta es la respuesta a la petición de Felipe: "Señor, muestranos al Padre y nos basta".

   Compromiso:
   Trata de revivir y reflexionar sobre el evangelio de hoy.

martes, 10 de mayo de 2011

Domingo IV de Pascua. Ciclo A. 15/05/2011. Juan 10,1-10.

   En este evangelio se nos presenta Jesús como el buen pastor. Se trata de una figura literaria, una alegoría. Quien no entra por la puerta en el atrio de las ovejas es un ladrón y un bandido. En el lenguaje de Juan, las ovejas, como alegoría, significan el pueblo dominado abusivamente por los dirigentes. Jesús se dirige aquí al grupo religioso de los fariseos. El atrio significa el templo o la institución judía donde abundan los explotadores del pueblo.

   Entre los judíos, se entremezclaba lo político y lo religioso. Aquí, dejando a un lado lo político, se da un enfoque religioso. También en lo religioso puede producirse un verdadero control y abuso de poder sobre las almas. Los que tratan de dominar abusivamente al pueblo, dice Jesús que no entran por la puerta, sino saltando la valla. Son ladrones y bandidos.

   El auténtico pastor entra por la puerta y pasa entre los guardas. Las ovejas conocen su voz y lo siguen. Las lleva a buenos pastos. Jesús es la puerta y no abusa de las ovejas, no las explota. Al contrario, les da una gran libertad para que, habiéndose adherido a él, puedan moverse libremente. Jesús no explota, Jesús libera. Por eso la adhesión, en el corazón, a Jesús supone la apertura a un nuevo mundo. Para entender verdaderamente esta gran verdad es necesario distinguir entre fe y religión. La fe es la adhesión a Jesús en el corazón. Es lo fundamental: aceptarlo en nuestro corazón como salvador, como verdadero pastor que me va a conducir a dulces pastos. Como Dios hecho hombre para enseñarme el camino. La verdadera fe está contenida en el credo, que debemos recitar una vez que hemos aceptado a Cristo. Mejor, en el Nuevo Testamento y en el credo resumen.

   Para salvaguardar la fe se ha constituído la religión. Pero, es necesario distinguir entre la fe y religión. En esta, a veces, se abusa de las almas. La Jerarquía establece, a menudo, pecados mortales donde no tiene por qué haberlos. Y, no se olvide que pecado mortal significa que Dios ya no es nuestro amigo y que nosotros no queremos saber nada de él. Por lo que es muy difícil que nosotros pequemos así contra Dios. No es tan fácil cometer un pecado mortal, a no ser que nos convirtamos realmente en explotadores y abusadores de los demás.

   Entre mucha gente, en concreto entre la juventud, sucede a menudo que todo intento de imposición conduce a la fatal desrealización de aquello que se intenta imponer.

   Vayamos pues a lo fundamental: demos continuamente nuestra adhesión a Cristo, amémosle, hagamos oración, vivamos el evangelio, recibamos a Cristo en la eucaristía y mantengamos una relativa libertad ante las leyes que trata de imponernos a veces la jerarquía. Nuestro pastor es Jesús. La jerarquía está para ayudarnos, no para imponernos cargas más o menos pesadas.

   Compromiso:
   Sentirnos adheridos a Cristo haciendo una oración personal en la que lo expresemos con claridad.

martes, 3 de mayo de 2011

Domingo III de Pascua. Ciclo A. 8-5-2011. Lucas, 24,13-35

   El evangelio de este domingo trata del relato de los dos discípulos de Jesús que se dirigen a Emaús. Se van lamentando de lo sucedido a Jesús y cómo sus esperanzas se ven frustadas. Jesús se une a ellos en el camino, pero ellos no lo reconcen. Les explica cómo todo lo que sucedió estaba previsto y debía suceder para que Jesús entrase en la gloria. A pesar de la explicación, ellos no reaccionan. Sin embargo, al momento de separarse, los dos discípulos insisten en que Jesús, al que aún no reconocieron, se quede con ellos pues ya empieza a anochecer.

   Jesús acepta. Se sienta a la mesa, toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da. Al momento se abren los ojos de los discípulos y lo reconocen. Pero, Jesús desapareció. Entonces se dan cuenta de cómo ardía su corazón cuando les hablaba en el camino. Al instante, vuelven a Jerusalén y todos se transmiten mutuamente la resurrección de Jesús ya que todos han tenido diversas experiencias independientemente.

   El evangelio de hoy abarca tres enseñanzas clave: la resurrección de Jesús, la experiencia interior de los discípulos, pues ardía su corazón, y la eucaristía.

   Sobre la resurrección de Jesús, en lo que llevamos de Pascua, ya hemos leído y escuchado diversos testimonios basados en el Nuevo Testamento. Por esta razón, aunque la resurrección de Jesús es fundamental para el cristiano, no insito aquí en ella. Sin embargo, ese arder el corazón de los discípulos, esa experiencia interior, sí tiene gran importancia. Todos hemos tenido alguna experiencia interior en nuestra relación con Jesús y con el Padre. Estas experiencias espirituales debemos cultivarlas siempre y no olvidarlas. Son fundamentales en nuestra vida cristiana. Pero, ellas necesitan de nuestra vida de oración y de recibir la eucaristía con frecuencia. Si no recibes a Jesús, si no contactas con él, ¿cómo quieres tener sus experiencias de amistad?

   Otro aspecto del evangelio de este domingo es precisamente la eucaristía. A Jesús lo reconocen en el partir el pan, que significa la eucaristía. Según los Hechos de los Apóstoles, uno de los caracteres esenciales de la comida eucarística era una alegría desbordante (2,46). No olvidemos que la eucaristía se celebraba en el transcurso de una comida de hermandad y de oración. Es la alegría del espíritu, de la fe en Jesús resucitado que está presente, y se siente por todos presente.

   Compromiso:
   Es bueno repetir el compromiso de otras veces. Recuerda tus experiencias cuando permanecías cerca de Jesús y lo recibías con frecuencia. Vuelve a recibirlo con frecuencia y devoción en la eucaristía. No te arrepentirás.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.