miércoles, 5 de mayo de 2021

VI Domingo de Pascua. 9-5-2021. Juan 15,9-17.

    Las lecturas de este domingo nos abren y nos ensanchan todo nuestro ser. Es el día del amor, del amor fuerte que nos da Jesús el de Nazaret, el de la virgen María. Ese a quien tú y yo queremos tanto. No podemos hablar de Él sin reconocer lo mucho que nos ama. El amor de Cristo no es un amor superficial, es un amor profundo de verdad. 


   La primera lectura se toma  de los Hechos de los Apóstoles 10.25-26.34-35.44-48. Nos dice que Dios acepta  a todo el que lo teme y practica la justicia. En efecto, Pedro está predicando a un grupo de personas, y Dios, que penetra los carazones, está actuando en ellos y lo ve. Aquellos temen a Dios y practican la justicia. Dios no mira de donde son. Dios los acepta sean de la nación que sean. Y así fue: el Espíritu Santo bajó sobre todos los que escuchaban la palabra. Y el Espíritu Santo se derramó sobre ellos. Todos proclamaban la grandeza de Dios. No habían sido bautizados pero ya habían recibido el Espíritu Santo. Esto parece que salta todos los cánones, sin embargo, fue una realidad. ¡Quién se niega a bautizarlos! Digamos todos con el salmo 97: El Señor revela a las naciones su salvación.


   La segunda lectura es de 1 Juan 4,7-10. Afirma lo esencial: que Dios es amor. El amor que Dios nos tiene no es porque nosotros lo hayamos amado primero sino porque Él nos ama de verdad, desde siempre. Meditémoslo. Pensémoslo en nuestro corazón un momento. Digámosle cosas que nos salgan de adentro. Puede ser más tiempo o menos tiempo. Tú verás, según puedas. Pero dile que lo amas, que lo quieres. Así, estás haciendo verdadera oración. O estás aprendiendo a orar. 


    El evangelio se toma de Juan 15,9-17. Cristo nos ama tanto como el Padre le ama a Él. Permanezcamos siempre en su amor. Cumplamos siempre sus mandatos. Y si alguna vez no lo hacemos, con el pensamiento pidamos de verdad, con el pensamiento, perdón. Dios nos perdona siempre con mucho amor y ganas de que vivamos siempre unidos a Él lo más posible.


   Dios nos de siempre una alegría especial, interior. Es la paz interior que llevamos dentro. Vayamos dejándonos modelar por Dios y, en este día tan especial, démosle un abrazo o un beso ante el Señor a nuestra madre en la Tierra: ¡Recordemos que hoy es también su día!


Propósito:

   No olvidemos hacer algo de oración con el pensamiento. Vayamos aprendiendo. Digámosle a Dios, el Señor, que lo amamos.

 
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