jueves, 12 de marzo de 2015

IV Domingo de Cuaresma. Ciclo B. 15/03/2015. Juan 3, 14-21

   La gran lección de este domingo es que Dios, aunque estemos muertos por el pecado, él puede hacernos vivir. En la primera lectura (2 Crónicas 36, 14-16.19-23) vemos que no puede marcharse la casa del Señor, simbolizada en el templo, que es casa de oración, de contacto con Dios. Hoy, como en aquella época los israelitas, hay grupos de corrupción dentro de la Iglesia, grupos que manchan la casa del Señor. Se desprecia la palabra de Dios y parece que los templos se quedan vacíos. Es necesario que nos purifiquemos, y no sólo nosotros. También debemos purificar la doctrina, siguiendo las evangélicas enseñanzas del papa Francisco. Esta es la única forma de que Dios vuelva a acordarse de nosotros, como lo hizo con los antiguos israelitas.

   La segunda lectura se toma de la carta de Pablo a los efesios (2,4-10). En ella, se nos habla de un tema ya presente en la teología judía, pero referido a Cristo. Es el tema de la justificación. Gracias a los descubrimientos de los textos de Qumrán sabemos que ideas que eran atribuidas a Pablo, tienen antecedentes en el judaísmo de los años 300 a. C. - 200 d. C. Así, las ideas contenidas en esta lectura como que la salvación o justificación no se debe a las obras de la ley. Sólo Dios puede justificar al hombre. Estando muertos por nuestros pecados, Dios nos ha hecho vivir por pura gracia en Cristo muerto y resucitado. La fe en Cristo Jesús es la que nos salva. Y, porque amamos a Cristo, hacemos obras buenas.

  La lectura evangélica de este domingo es como un desarrollo de la segunda. Si en la carta a los efesios se decía que estamos salvados por la gracia de Cristo mediante la fe en él, ahora Jesús le manifiesta a Nicodemo que el será elevado o crucificado para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Dios no quiere, de ninguna manera, condenar al mundo sino que desea que se salve por Cristo. Creer en Cristo es amarlo y si lo amamos no nos condenamos. La luz vino al mundo y algunos prefieren las tinieblas porque sus obras son malas. El que realiza la verdad no teme acercarse a la luz porque sus obras son buenas. La oposición luz-tinieblas es de carácter judío, es el trasfondo de la lectura evangélica de hoy. Pero, como se ve, referida a Cristo. El es la luz y el mundo, la oscuridad, las tinieblas. Es necesario reconocer la luz que viene de Cristo. Creer en Cristo no es creer una serie de dogmas. Es amarlo y aceptarlo. Quien no sabe mirar cara a cara a Cristo, quien no sabe reconocer todo el insondable sufrimiento de su pasión, quien viéndolo así no es capaz de enternecerse y aceptarlo personalmente, es que no tiene entrañas, es que no le acompañan obras buenas. Aceptemos a Cristo con fe.

   Compromiso:
   Acepta a Cristo por la fe en él.

 
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