jueves, 11 de diciembre de 2008

Domingo III de Adviento. 14/12/2008. Evangelio de Juan 1, 6-8 y 19-28.

En el evangelio de hoy aparecen tres afirmaciones o temáticas: la referencia a la luz, el bautismo de Juan con su simbolismo, y, finalmente, el anuncio solemne de Jesús.

a) ... y la vida era la luz del hombre (Juan, cap. 1, vers. 4). Es decir, según Juan, para el hombre, la única luz de verdad es el resplandor de la vida. Pero, de una vida que realmente merezca ese nombre. Esa vida, propia de un hombre digno, que habita en el interior del hombre, que le hace realizarse en plenitud, esa vida es la que nos hace descubrir la luz en nuestro interior. Dios ha puesto esa luz dento del hombre, es la que lo orienta hacia el bien y lo atrae con fuerza. Esa luz sale de la misma vida del hombre.

Sin embargo, para los judíos, la luz significaba la misma Ley de Moisés. Esta Ley, y no la propia vida de un hombre justo y bueno, esta Ley, digo, era la luz para los judíos. Al contrario, en el evangelio de Juan, como terminamos de afirmar, "la vida es la luz del hombre"; sin embargo, para los judíos, "la Ley, a la que llaman Luz, es la vida del hombre". Al hombre no lo orienta una ley externa, sino que es la vida misma del hombre justo y bueno la que lo orienta y le da luz. En este sentido, la vida es antes que la doctrina.

Para el evangelio de hoy, la luz verdadera es la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Pero, llegó un momento en que el hombre rechazó esta luz que habitaba en su corazón.

b) Juan el Bautista viene para dar testimonio de la Luz verdadera y le hacen una serie de preguntas a las que contesta negativamente: Yo no soy el Mesías. Ni Elías. Ni el profeta. Le preguntan definitivamente: ¿Entonces, por qué bautizas? Es necesario advertir que entre los judíos había bautismos, pero se bautizaban a sí mismos. Los había religiosos y civiles y tenían diversos significados. Sin embargo, nadie era bautizado por otro. Juan el Bautista bautizaba a los demás. No se bautizaban ellos mismos. Además, el bautismo del Bautista pide la ruptura con las instituciones, avivando el descontento que existía contra ellas. Romper con aquellas es encontrar la luz, encontrar el sentido de la vida. Es pasar de las tinieblas a la luz. Por algo se citan las palabras de Isaías.

c) El Bautista, dice no ser quien a desatarle a Jesús la correa de sus sandalias. El texto hace alusión a la ley judía, según la cual, cuando uno moría sin hijos, un pariente debía casarse con la viuda para dar hijos al difunto. Si el que tenía la obligación de hacerlo no la cumplía, otro podía sustituirlo. Para ello, el que accedía al matrimonio debía desatar la sandalia del que perdía tal derecho.

Por tanto, si Juan no puede desatar las sandalias a Jesús es que Jesús va a ser el verdadero Esposo. Los profetas, a menudo, presentaban la alianza entre Dios y su pueblo como una unión conyugal entre los mismos. Por tanto, Jesús nos ama con el amor de un verdadero Esposo.


Recordemos: ante las instituciones, debemos observar si nos permiten llevar una vida plenamente humana, para con nosotros y para con los demás. Si es así, son camino de luz. De lo contrario, se impone perfeccionarlas o, en lo necesario, no hacer caso de ellas.

 
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