viernes, 29 de agosto de 2014

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 31-8-2014. Mateo 16, 21-27


     En este domingo aparece una idea que puede enlazar las tres lecturas. Es una idea de muy poco calado entre los creyentes de nuestra sociedad, en la que se vive una fe mortecina falta de contacto con la divinidad. Como afirmó el Papa Francisco, muchos creyentes mueren sin haber conocido y vivido la presencia de Dios en su alma.

     La primera lectura se toma del libro bíblico de Jeremías (20, 7-9). En ella se cuentan las dificultades que tiene el creyente para ser fiel a las enseñanzas de Dios. A menudo la gente se burla, de una forma u otra, del que practica la religión en su plenitud, amando a Dios y amando al prójimo. Ante esas burlas, risas o desprecios, a veces nos sentimos tentados a abandonarlo todo, al menos públicamente. Pero si hemos sentido a Dios en nuestras almas, si hemos vivido de su presencia y de su amor, sentiremos un fuego ardiente en nuestras entrañas que nos anima a seguir adelante y a continuar siendo fieles al Señor.

     La segunda lectura (Romanos, 12, 1-2) va un paso más allá cuando nos pide “presentar nuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, porque ese es nuestro culto razonable”. Sí, nuestro cuerpo como hostia que se ofrece, en la vida diaria y en la vida en que sea necesario dar un testimonio de fe, aún con ofrecimiento de la propia vida, como sucede en países donde los cristianos son perseguidos simplemente por el hecho de serlo.

     El evangelio sigue y completa la línea de las dos lecturas anteriores. Empieza mostrando Jesús a sus discípulos su próxima ejecución por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados. La reacción de Pedro no se hace esperar. Seguramente reacciona así por ciertos intereses particulares, de forma que Jesús le dice: “Apártate de mi vista, Satanás”. Luego se dirige a todos los discípulos para decirles que a cada uno nos toca llevar nuestra propia cruz. Y se deduce del evangelio que si queremos salvar nuestra vida renegando de Dios, la perderemos. Sin embargo, si perdemos por ser consecuentes con nuestra fe, encontraremos la vida. Dar testimonio de Cristo es lo sumo de la fe.

     Termina la lectura del evangelio con una afirmación sobre el Hijo del hombre. No me paro a dar una explicación sobre ella porque sería largo. Si nos quedamos de verdad con lo dicho, nuestra fe tendrá una mayor madurez, será mucho más profunda y sentiremos a Dios más cerca de nosotros.

     ¡Merece la pena ofrecer nuestras vidas a Dios, suceda lo que suceda!

Compromiso: medita esta lectura.



miércoles, 20 de agosto de 2014

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 24-8-2014. Mateo 16, 13-20

     La primera y tercera lecturas están ligadas por la palabra "llaves". La segunda, sin mencionar las llaves, nos manifiesta el total poderío de Dios. Veamos.

     Isaías (22, 19-23) comienza hablando del Señor. Si observamos, en la inmensa mayoría de las lecturas del Antiguo Testamento que hablan de Dios, se le llama "el Señor". Por esta razón, cuando a Jesús se le llama Señor se está usando un nombre bíblico de Dios. En esta línea irá el evangelio de hoy, cuando Jesús pregunte a los discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". En la primera lectura aparece el tema de las llaves: Dios destituye a un mayordomo infiel y da las llaves a otro que aparece con garantía de ser buen administrador. Y manifiesta su poder con la expresión: "lo que abra quedará abierto (nadie lo cerrará), y lo que cierre quedará cerrado (nadie lo abrirá)". Esta lectura tiene su reflejo en la evangélica.

     La segunda (Carta de Pablo a los romanos 11, 33-36) nos afirma que Dios es un abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento o de vivencias. Termina con la afirmación de que Dios es el origen, guía y meta del universo. Y, a Él la gloria por los siglos. Amén. Hace unos días escuché a una persona amiga, no cristiana, decir que debemos dar gracias a Dios tanto cuando llueve como cuando hace buen sol, cuando nos va bien como cuando no... Son muchos los que aman al verdadero Dios y no tienen la suerte de ser cristianos.

     El evangelio de hoy es un tanto comprometido. Como dice el papa Francisco, en muchas cosas tenemos una fe ideologizada. Entre ellas, en lo que se refiere al papado. Para comprender su significado debemos recordar el pensar y el obrar de la primera Iglesia. El papa es, ante todo, un simple obispo de su iglesia, que preside a todos en caridad, como hermanos; no con absoluta imposición. Parece que este papa quiere ir en esta dirección y acabar así con aquella frase de los cristianos católicos: "yo, lo que diga el papa". No señor, cada uno de nosotros tiene su propia responsabilidad y no podemos eludirla. Aunque corramos el riesgo de equivocarnos. También el papa puede equivocarse, como se demuestra a través de la historia.

     No se trata aquí de hacer de este evangelio una clase de historia de la Iglesia. El papa debe ser un centro de unidad, respetando la diversidad y no imponiendo su punto de vista como criterio único y acertado. Lo mismo puede afirmarse de los obispos y demás pastores. Pero éstos difícilmente se despojan del "ordeno y mando". El Espíritu de Cristo nos obliga a los cristianos de a pie a luchar por defender nuestros derechos y libertades dentro de la Iglesia. Ello redundará en bien del propio evangelio. Pero por favor, no nos agarremos al poder. Seamos libres en el amor a Dios y a Jesús.

Compromiso: practica la libertad en tu iglesia, según te dicte tu recta conciencia. Pero comprométete en tu iglesia.



miércoles, 13 de agosto de 2014

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17-8-2014. Mateo 15, 21-28

     En las lecturas de este domingo hay un tema fundamental, que es la aparición de dos situaciones distintas. La primera lectura se sitúa en su mayoría cien años después del destierro a Babilonia, que sucedió 538 años antes de Cristo. El pueblo judío se pregunta si están aún en vigor las leyes antiguas o han quedado ya derogadas por el paso del tiempo. La misma pregunta podemos hacernos hoy día. Ante el avance de los estudios bíblicos, los signos de los tiempos que vivimos y el cambio de mentalidad, ¿podemos seguir anclados en formulaciones inadecuadas no queridas por Dios, ni por el evangelio ni por el mandamiento del amor?

     Según la lectura de Isaías, el Señor Dios, tanto a judíos como a extranjeros, y según las otras dos lecturas tanto a judíos como a los seguidores de Jesús, a todos llevará a su monte santo, a su casa de oración.

     Pablo, en su carta a los Romanos (11, 13-15. 29-32) afirma que los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Aunque el pueblo judío no aceptó a Jesús, sin embargo la llamada de Dios permanece. Y por la misericordia obtenida por los cristianos, alcanzarán también la permanencia en el monte santo, en la casa de oración. Todos, judíos y cristianos, hemos desobedecido mucho a Dios, pero él es eternamente misericordioso.

     El evangelio, junto con el relato del centurión de Cafarnaún, es uno de los pocos pasajes que se refieren a un problema de suma urgencia entre los primeros cristianos: el lugar de los paganos o gentiles, es decir de los no judíos, en la primera Iglesia. Debe aceptarse que la fe también se expresa entre los gentiles. No debemos tomar el evangelio de hoy como un hecho totalmente verídico en todos sus detalles, sino como afirmación de que todos podemos ser discípulos de Jesús. Como dice el papa Francisco, nosotros somos discípulos de Jesús (seamos o no pertenecientes a la Iglesia Católica). Se puede hacer tal afirmación desde un punto de vista ecuménico. En todos los grupos cristianos se da una vivencia real de la fe y de la gracia. Eso es lo fundamental. No debemos, pues, excluir a nadie. Entre los primeros cristianos, algunos rechazaban a los no judíos, a los paganos. Como se deduce del evangelio de hoy. Se pone en boca de Jesús la expresión: "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel", y la dirige a la mujer cananea, no judía. Jesús termina alabando su gran fe: era verdaderamente discípula de Jesús, aunque no fuese judía.

     No debemos, pues, encerrarnos en nuestra propia Iglesia para juzgar a los demás. Todos somos discípulos de Jesús.

Compromiso: saca la principal idea de este comentario evangélico y tenla presente en la vida.



miércoles, 6 de agosto de 2014

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 10-8-2014. Mateo 14, 22-33

     La primera lectura, tomada del primer libro de los Reyes (19, 9a.11-13a), nos recuerda el viaje de Elías hasta el monte Horeb o Sinaí, para así beber de las mismas fuentes donde Moisés recibió la alianza de Dios hecha con su pueblo. Elías se refugia en una cueva y pasa por un momento crucial en su misión. Su vuelta a las fuentes es premiada con la frescura de la presencia de Dios, que es siempre fiel.

     Hoy urge volver de nuevo a las fuentes y a los orígenes del cristianismo, para encontrar allí el hilo conductor de nuestra propia historia y tenerlo en cuenta. Es totalmente necesario para comprender los nuevos signos de los tiempos. Hoy día el mundo exige unas nuevas respuestas y una puesta al día evangélica y actualizada de la Iglesia. Elías, el profeta, sigue siendo un modelo ejemplar de la vuelta a las fuentes, tanto para los que anuncian el mensaje del evangelio como para todo el pueblo de Dios.

     La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Romanos (9, 1-5), presenta al apóstol como un apasionado por su pueblo. En efecto, porque sus hermanos judíos no aceptan a Cristo, siente una gran pena y un dolor incesante. Hoy día Pablo sentiría esa misma pena y dolor ante la magna división entre los cristianos. Los judíos tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Pero no aceptan a Cristo. Los cristianos separados lo tienen todo, como nosotros prácticamente. Si vamos a las fuentes, según la lección de la primera lectura, encontraremos que así es. Y es triste que siendo todos de Cristo, estemos tan divididos. Vayamos todos al encuentro unos de otros y cedamos todo lo que las fuentes permitan.

     El evangelio de hoy nos presenta a Jesús andando sobre las aguas. Empieza destacando cómo Jesús es un hombre de oración. A menudo se retira al atardecer o al anochecer para hacer oración en un monte. En la tradición del antiguo oriente, la montaña tiene un profundo significado religioso. En la oración, Jesús, como hombre, entra en un contacto íntimo con el Padre. ¿Tu entras en alguna iglesia para hacer oración, ponerte en la presencia de Dios, alabarle, agradecerle...? Imitemos a Jesús y hagamos oración.

     Muchas narraciones de milagros no se refieren a milagros verdaderos. Reflejan problemas de los primeros cristianos, cuya solución el evangelista la describe como sucedida en tiempos de Jesús. En este caso, se tambalea la fe de alguna de las comunidades de Mateo. Eso es como una tempoestad en el mar. Pero Jesús estará con ellos. Y con Jesús en el corazón, no podemos tener miedo. Pero Pedro, que es importante en la iglesia mateína, necesita no obstante fortalecer su fe, pues él mismo duda. Jesús tiene que decirle: "¡Qué poca fe tienes!". La tempestad se amainó y todos los discípulos de la barca se postran ante Él y le dicen: "Realmente eres Hijo de Dios".

     Ante la necesidad de volver a las fuentes del primer cristianismo, o la necesidad inaplazable del ecumenismo, lancémonos a ello sin tener miedo, confiando plenamente en Jesús. Esta es la relación de las tres lecturas.

Compromiso: Interesarme por la fe de los primeros cristianos.



viernes, 1 de agosto de 2014

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3-8-2014. Mateo 14, 13-21

     El tema principal de este domingo y que actúa como hilo conductor de las tres lecturas, es el del amor que Dios nos tiene.

     La primera lectura tomada del libro bíblico de Isaías (55, 1-3), es una especie de alegoría en la que se toma el alimento como base de la enseñanza. El alimento divino no cuesta dinero: la gracia de Dios nos viene gratis. El agua de la purificación, la leche de la abundancia, el pan del alimento de nuestro espíritu nos lo da graciosamente el Señor Dios. ¡Busquémoslo! ¡No vayamos tras otras cosas que nos hagan olvidarnos de Dios, de lo auténtico! Termina la lectura afirmando Dios: "Escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza eterna".

     Tal es el amor que Dios nos tiene, que la segunda lectura (Romanos 8, 35.37-39) comienza preguntando: "¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?". Continúa enumerando una serie de posibles causas que nos podrían apartar del gran amor que Dios nos tiene y que se manifestó en Cristo Jesús, Señor nuestro. Los cristianos a quienes se dirige esta carta de Pablo, están dispuestos a dar la vida por no renegar de Cristo, aunque la pierdan a través de la espada. Es la respuesta al amor que Dios nos tiene.

     Ante la tercera lectura, es decir ante el evangelio, Jesús nos enseña cómo debe ser el amor con todos. Lo primero, Jesús nos quiere pero más libres. Por eso, manda a la multitud que se recuesten para comer, ya que era así como se sentaban los hombres libres para comer la Pascua. Jesús cuenta con cinco panes y dos peces para racionarlos a todos. No estamos ante un hecho real milagroso, sino ante un hecho significativo. Cinco (panes) y dos (peces) suman siete unidades de lo que sea, y el número siete indica la totalidad. Repartir el pan y los peces significa que prolongamos la generosidad de Dios creador.

     Jesús pronuncia la bendición, significando que el pan deja de ser don de hombres y pasa a ser regalo de Dios. Cuando se libera la creación del egoísmo humano, sobra en el mundo para cubrir las necesidades de las personas. Sin querer amasar miles de millones, sobraría para eliminar las hambrunas del mundo.

     Los doce restos que sobran representan las doce tribus de Israel. Es decir, que compartiendo habría para todos y sobraría muchísimo. Dice el evangelio que eran cinco mil los hombres que comieron. Es también una cifra simbólica: 5000=50x100, indica repetición ilimitada, y en este caso, la importancia del compartir. Compartiendo, la tierra da para todos.

Compromiso: desprenderme de algo, para compartir.


 

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.