miércoles, 22 de agosto de 2012

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 26/08/2012. Juan 6,60-69

   Se cierra la escena de la disputa de Jesús con los dirigentes judíos, ya comentada en el evangelio del domingo pasado, y se vuelve a las dificultades con los discípulos.

   Como sucede a menudo, en el evangelio se reflejan los problemas existentes en la comunidad cristiana, en este caso, en la comunidad cristiana de Juan. No todos los cristianos se creen con fuerzas de cumplir todo el programa de Jesús, sobre todo de ayudar al prójimo, y algunas veces piensan en abandonarlo. Asimilarse a Jesús es, a veces, demasiado duro y no se entiende el fruto que ello puede dar.

   Dice Jesús: "El Espíritu es quien da vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida". A menudo, los cristianos -consciente o inconscientemente- queremos imponerle a Jesús nuestra visión del cristianismo. Los discípulos de Jesús deseaban proclamarlo rey después de la multiplicación de los panes. Pero, no era esta la intención de Jesús. Aquellos discípulos entienden las señales del poder y no las del amor. Esa es la razón por la que, "desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él".

   Se origina una fuerte crisis en el grupo. Muchos lo abandonan definitivamente. No es quizá por las mismas razones, pero también hoy son muchos los que abandonan la práctica religiosa. Esta es la razón por la que el Papa anterior llamó a la nueva evangelización. Oficialmente, nadie se atrevió a decir en qué puede consistir. Sin embargo, las fuerzas conservadoras de la iglesia se apresuran a hacer una oposición muy frontal y, a la vez, muy disimulada al concilio Vaticano II.

   En efecto, aumenta el número de personas que vuelve a comulgar en la boca, con el consiguiente peligro de transmisión de enfermedades. Se quiere volver al latín en la misa para que la única Iglesia de Cristo sea más patente. ¡Cómo si la Iglesia de Cristo no se hiciera más patente por el Espíritu que por la carne! No se quiere modernizar la teología situándola más en la línea evangélica que en las derivaciones históricas. Y se sigue enseñando, en muchos seminarios y universidades, la teología oficial de antes del Concilio. Teología de aspectos trasnochados por los estudios del Nuevo Testamento.

   Y, al final, los católicos más progresistas no se irán por lo del evangelio de hoy: "Señor, ¿a quién vamos a acudir?". Pero, los demás, que no saben adaptarse a una Iglesia conservadora y ansían los signos positivos de la historia, se irán. Y las iglesias se quedarán vacías por mucho que resurjan las fuerzas conservadoras. Se quiere re-evangelizar sin tener los pies en el mundo y en el evangleio a la vez. Pero, eso no es la "nueva evangelización".

   Compromiso:
   Piensa: ¿Cómo te gustaría que fuese la Iglesia hoy?

 
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