lunes, 12 de julio de 2021

Domingo XVI del tiempo ordinario. 18/07/2021. Marcos 6,30-34

    A la vista de las lecturas de la misa de hoy, podemos dedicarla a reflesionar sobre nuestra obligación de extender el reinado de Jesucristo entre las personas de todo el mundo. Debemos concienciarnos de ello y empezar ya. Tomarlo como una obligación ineludible, pues nuestro tiempo, el tiempo de cada uno, va pasando con suma rapidez. En la iglesia, en la comunidad cristiana, es verdad que hay personas a las que llamamos jerarquía o pastores nuestros, pero, realmente todos tenemos obligación de extender el reinado de Jesús de Nazaret. Nosotros no podemos dejar que se pierdan las ovejas del rebaño de Dios. Así empieza la primera lectura de la misa de hoy, tomada del libro bíblico Jeremías capítulo 23, versículos 1-6. Empecemos así, y lo demás lo irá poniendo Dios.


   El salmo de hoy es el 22, 1b-6. Repitamos varias veces durante el día: "El Señor es mi pastor, nada me falta". De esta manera iremos aprendiendo a llevar la presencia de Dios, acordándonos de él con frecuencia.


   Como nos dice la segunda lectura, ahora, para Dios, su pueblo ya no es sólamente el pueblo judío, por él empezó, es verdad, pero ahora todos somos el pueblo de Dios. Esto es lo que nos dice el pasaje bíblico de la carta a los Efesios 2, 13-18.


   El evangelio o tercera lectura de la misa de hoy, es de Marcos capítulo 6, versículos del 30 al 34. Es un relato  muy expresivo de lo que es Jesús. El se preocupa porque sus discípulos descansen. Pero, a la vez, ante el gran gentío que encuentra, a Jesús se le "conmovieron las entrañas" o "las tripas" según la traducción original. Jesús se conmovió hasta lo más profundo de su ser. La emoción de Jesús es muy profunda cuando ve que la gente se acerca a él, cuando las personas van por el buen caminor en su busca. Por eso nuestra labor es maravillosa. La gente corría tras de Jesús. Dice el evangelio de hoy que "andaban como ovejas que no tienen pastor". Y Jesús se puso a enseñarles con calma, con paciencia. ¡Aprenderemos la lección! Si quieres un consejo para el día de hoy y para siempre, es fácil deducirlo de lo que queda dicho. Coge la costumbre de hablar de las cosas de Dios, de hablar bien de Dios, de propagar su reino. En este sentido, yo aprendo mucho de mi esposa. Observo que ella se las arregla y mete a Dios en las conversaciones con sencillez...Y nada más, hasta el domingo que viene.

 
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