lunes, 1 de octubre de 2012

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 07/10/2012. Marcos, 10,2-16

   El evangelio de Marcos sigue usando presentes históricos que no se reflejan en la traducción al español. Como en los domingos anteriores, sigue aludiendo a problemas que existían entre los cristianos del tiempo en que se escribe Marcos. Siguen reunidos, en la casa de Cafarnaúm, las dos comunidades cristianas, la de origen judío y la de origen pagano, manifestándose los problemas que existen entre ambas y que se retrotraen a la época de Jesús. Ahora, Marcos desea actualizar la cuestión de la igualdad entre el hombre y la mujer. Esto insinúa que todavía en las comunidades del tiempo de Marcos, había quienes no aceptaban la igualdad de sexos.

   Preguntan a Jesús si está permitido al hombre repudiar a su mujer. Entre los judíos, Moisés permitió redactar un acta de divorcio y repudiarla. Al provenir de Moisés, lo tomaban como una ley divina. Pero, no todo lo escrito en la Ley refleja la voluntad de Dios, viene a decir Jesús. La ley escrita no refleja siempre la voluntad de Dios ni tiene, por ello, valor permanente.

   Jesús pone como fundamento de la unión de un hombre con una mujer la diferencia de sexos, pero sin ligarla a la procreación y sin relacionar el mutuo compromiso con ritos e instituciones.

   Aparece bien claro en las palabras de Jesús, que el divorcio es inviable. "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". El ha sido el primero en elevar a la mujer a una dignidad moral igual a la del hombre. Exalta la unión por amor del hombre y la mujer, siendo lo primero en el matrimonio el desarrollo personal de los dos mediante el amor. Concebido así, el matrimonio es un potencial enorme para el desarrollo humano. No obstante, estas enseñanzas de Jesús no deben verse como rígidos reglamentos para atormentar al infortunado sino, como queda dicho, para poder darnos cuenta del mencionado potencial que encierran las relaciones matrimoniales, que permiten a la pareja desarrollar una profunda confianza y solidaridad.

   Antes habían sido los fariseos los que habían hecho la pregunta sobre el repudio de la mujer. Ahora vuelven a hacer la pregunta los discípulos. Jesús contesta: "Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera, y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio".

   Que la mujer repudiase al marido era impensable entre los judíos, sin embargo, entre los paganos era posible. Esta es la razón por la que Jesús menciona los dos casos, afectando así también a los cristianos provenientes del paganismo.

   Los chiquillos o niños tienen en Marcos desde el capítulo 9, un sentido figurado. Son las personas que dieron la adhesión a Jesús procedentes del paganismo. Son los últimos para los judíos y, por lo mismo, son mirados de lado por los cristianos judíos, en concreto por los Doce, incluído Pedro al que Jesús le dió el apelativo de Satanás. Los Doce no toleran que haya cristianos que no acepten los ideales del judaísmo. Son una amenaza para el nacionalismo. De ahí, todo lo que dice Jesús sobre esos "chiquillos o niños".

   Compromiso:
   Reflexiona sobre el enorme potencial para el desarrollo humano que proporciona un matrimonio en que los dos se fundamentan en el amor, el perdón y ayuda mutuas.

 
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