martes, 1 de septiembre de 2009

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. 06/09/2009. Marcos, 7,32-37

El evangelio de hoy plantea un problema que era típico de los judíos y seguía existiendo entre los primeros cristianos. Es decir, que aquellos no comían con los paganos y, por lo mismo, los cristianos de procedencia judía rehuían celebrar el banquete eucarístico con los cristianos llegados del paganismo. Como ya vimos en otras ocasiones, la frecuencia de presentes históricos delata que el hecho sucede en la época del escritor del evangelio, o que de algún modo se refiere a ella. Por ejemplo, en el original griego se dice que "presentan" a Jesús un sordomudo (en presente de indicativo), cuando en la redacción original griega debería ser "presentaron", es decir, en tiempo pasado. La traduccción del misal no puede reflejar estos detalles, porque, ya se sabe, toda traducción es como un tapiz visto al revés. No es capaz de reflejar toda la fuerza del original.

Al sordomudo tienen que llevarlo a Jesús para que lo cure. Él no siente necesidad de cambio.

La sordera tiene un significado metafórico en el Antiguo Testamento. Se usa continuamente en este sentido por los profetas, para expresar la resistencia a escuchar lo que Dios quiere. Puede verse Isaías 42,18. En el Antiguo Testamento nunca se relata la curación de sordos o mudos. El sentido de la sordera o de la mudez es siempre figurado. Siguiendo la misma línea, el sordo representa a los que no entienden o no quieren entender; el tartamudo es figura del que tiene un lenguaje que no se aclara en sus ideas. La palabra tartamudo sólo se encuentra una vez en el A.T. (Isaías 35,5s) y sólo ésta en el N.T. Pero estos dos textos, seghún los exégetas, están en íntima conexión.

Con la figura del sordo tartamudo, Marcos expresa que la incomprensión continúa en tiempos de la primitava comunidad cristiana. Recordemos la repetición de presentes históricos en este relato evangélico. Muchos de los discípulos no son capaces de admitir que se haya roto la barrera entre judíos y paganos. Era algo muy difícil de comprender para los judíos de aquella época. Siguen siendo sordos al mensaje de Jesús. Sordos para admitir que Jesús se encuentre ahora en territorio pagano y quiera hacer Pueblo de Dios al mundo entero y no sólo al pueblo judío.

En la cultura judía, la saliva se consideraba aliento condensado. Así, se expresa que Jesús, con su saliva, transmite su aliento o Espíritu para que sus discípulos transmitan el mensaje universalista y se olviden de lo que han enseñado o aprendido en otros tiempos.

Jesús cura al sordo y tartamudo. Esto manifiesta la apertura y el optimismo de la primitiva comunidad cristiana. Jesús, con su Espíritu (saliva) puede poner remedio a la situación. ¡Qué bien lo hace todo!, decían.

Aplicación:
Los ya mayores hemos tenido que estudiar en el catecismo de la iglesia, que existía el limbo para los niños que morían sin bautizar. Hoy día el limbo no se admite porque no entra en los planes de Dios. ¡Hay que cambiar tantas veces de mentalidad aunque la jerarquía se resista a menudo! Dios también habla a través de la historia si se sabe discernir y, a veces, los que no somos jerarquía tenemos que ir por delante, aunque sea con respeto. Todos somos pueblo de Dios y, por lo tanto, portadores del Espíritu. No olvidemos que hay pluralidad de teologías.

 
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