miércoles, 24 de abril de 2019

II Domingo de Pascua. Ciclo C. 28/04/2019. Juan 20, 19-31

   Las llagas gloriosas de Cristo resucitado ocupan el centro de este domingo. San Juan Pablo II le llamó el domingo de la misericordia. Como frase para memorizar se propone la que Jesús dijo a todos sus discípulos, no sólo a los apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Juan 20). Es una frase que puede abrir muchas perspectivas para la necesaria renovación de nuestra Iglesia.

   La primera lectura de este II domingo de Pascua no se toma del Antiguo Testamento, sino del Nuevo, del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16. Dice que aquellos primeros creyentes tenían un mismo espíritu. Muchos no se atrevían a juntárseles, pero el número de creyentes crecía y una multitud, lo mismo de mujeres que de hombres se adherían al Señor. ¿Por qué no sucede hoy algo parecido? Porque nos da apuro hablar de Dios, de Cristo, de recibirle en la comunión, de la vida de oración... En definitiva de las cosas de Dios.

   La segunda lectura es del último libro de la Biblia, es decir del Apocalípsis (1, 9-11a. 12-313.17-19). Al leerlo, te darás cuenta que está escrito en un lenguaje raro. Se llama literatura merkabá. Así se expresa el lenguaje apocalíptico. Jesús tiene las llaves de la muerte. Estamos pues en sus manos, no tenemos nada que temer. Nos ponemos en los brazos de Jesús, que resucitó y nos espera con ellos bien abiertos. Si no creemos en la resurrección de Jesús todo lo demás se derrumba. Pero, ya en el evangelio, Tomás ante su nueva experiencia en que Jesús le dice: "trae tu mano y métela en mi costado; no seas incrédulo, sino fiel", contesta: "Señor mío y Dios mío". Tomás creyó porque lo experimentó. También nosotros tenemos nuestras experiencias religiosas cuando vivimos cerca de Dios, y de una manera especial, cuando recibimos con frecuencia a Jesús de Nazaret en la Sagrada Comunión.

   No olvidemos la frase propuesta para memorizar. La tuvieron muy presente los primeros cristianos. Es muy importante para nuestra espiritualidad, para calar en el carácter sanativo de la eucaristía, del que tímidamente hablan algunos papas y del que nada se predica. Reflexionemos sobre el texto y atrevámonos a sacar todas las consecuencias, sin dejar de amar a Dios, a Jesús. El texto a recordar se dirige a ti y a mi. Se dirige a todos los discípulos sean o no sean sacerdotes. Se dice bien claro.

   Compromiso:
   Meditar sobre la frase que se propone para memorizar.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.