lunes, 5 de diciembre de 2016

III Domingo de Adviento. Ciclo A. 11/12/2016. Mateo 11,2-11

   Hoy, se empieza la liturgia dominical con inmensa alegría. No cabe duda que se va preparando el corazón, según se van aproximando las fiestas de Navidad. La alegría del creyente cristiano no es fruto de una ideología, sino que está basada en un contacto real con Cristo. Es el contacto con Dios hecho hombre. Una realidad divina expresada de manera humana. Y,como en la realidad se ve mucha gente coja por la calle, se nos dice hoy, que saltarán como ciervos llenos de alegría por la venida del Señor. Recordemos está bonita metáfora de Isaías 35. 
   
   Lo dicho representa la enseñanza de la primera lectura (Isaías 35,1-6a.10), donde hasta el desierto y el yermo se alegrarán y las flores se llenarán de gozo y alegría. Ante ello, hasta los más cobardes de corazón, debemos ser fuertes y no temer. Es como una procesión en cuya cabeza va la alegría perpetua y le sigue aún más gozo y alegría. es la alegría de Dios que se nos comunica.

   En la segunda lectura (Santiago 5,7-10) se condensa la enseñanza con la memoria del labrador que aguarda paciente a que llegue el fruto de la tierra, viendo como llegan las suaves lluvias tempranas y tardías que lo sazonan. Vayamos preparando nuestro corazón para conmemorar la llegada del Señor.

   En la lectura evangélica de este domingo, se ponen de manifiesto la figura de Jesús y la de Juan el Bautista. Ante Jesús, todos gozamos de una serie de experiencias reales que nos hacen vislumbrar una nueva vida. Es lo que comentábamos al principio. En contacto con Cristo, aprendemos a ver lo divino, a oír la voz interior de Dios, resucitamos a una vida nueva, comprendemos la Buena Noticia y nos llenamos de una gran renovación interior. Con toda esta riqueza no podemos sentirnos defraudados por Cristo. Somos dichosos. Todo esto, es lo que Jesús desea que le transmitan a Juan que está en la cárcel. A su vez, Jesús manifiesta quien es realmente Juan. Es el mensajero que va por delante para prepararle el camino.

   Sin duda, Jesús está deseando que haya muchos como Juan, que le vayan abriendo el camino, desbrozando el terreno. ¿No te animas a ser uno de ellos? Serás otro Juan Bautista si te animas a manifestar tu fe cristiana sin avergonzarte, si actúas como tal, como creyente, si eres practicante y animas a otros a serlo. Y de otras mil formas que se te pueden ocurrir.

   Compromiso:
   Si haces una lectura atenta, tu mismo podrás deducir uno.

 
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