jueves, 31 de octubre de 2019

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 3-11-2019. Lucas 19,1-10

     En este domingo da la impresión de que las tres lecturas están en línea, siendo la segunda de ellas el eje. La frase para memorizar la escogemos, sin embargo, de la primera, del libro de la Sabiduría 12,2, que dice así: "corriges poco a poco a los que han caído en pecado, para que apartándose del mal crean en ti, Señor".

     Sabiduría 11,22-12,2 nos proporciona la primera lectura. Los que han vivido en el pueblo, rodeados de plena naturaleza, contemplando los prados, el monte y la montaña, conocen bien el frescor del rocío de la mañana. Pues nos dice la lectura que como una gota de rocío mañanero es el mundo entero para Dios. Sin embargo, aún no siendo nada, Dios pasa por alto nuestros propios pecados para que tengamos tiempo de arrepentirnos. Somos del Señor, que es nuestro amigo de la vida. Que ideas tan maravillosas nos aporta esta lectura.

     La segunda lectura nos la proporciona la 2ª carta a los Tesalonicenses 1,11-2,2.  Se resume en dos preciosas frases. Que Dios lleve a feliz término todos los propósitos que tengamos de hacer el bien, así como nuestra tarea de la fe. Debemos comprometernos a hacer obras buenas con los demás y a trabajar por la fe. De esta forma, nuestro Señor Jesús será glorificado en nosotros y nosotros en Él.

     Y ya en el evangelio, seguimos teniendo un reflejo de la primera lectura. Zaqueo es como un grano en la balanza o como la gota de rocío, pero Dios se acuerda de él. El jefe de los publicanos y, por lo tanto, con fama de pecador, quiere ver a Jesús, y como es de baja estatura, tiene que subirse a un sicomoro. El significado de Zaqueo es el de puso, inocente. Quizá es muy buena persona, a pesar de ser el jefe de recaudadores en Jericó. De hecho, una tradición cristiana posterior lo pone como obispo de Cesarea.. Conociendo este dato, es fácil que esté reflejado en la redacción de este trozo evangélico. Jesús desea quedarse en la casa de Zaqueo. ¡Cuánto te habrá hablado Jesús aquel atardecer y aquella noche! Aquello fue una clase de verdadera teología impartida por el mismo Dios hecho hombre. El corazón de Zaqueo, del puro y del inocente Zaqueo, haciendo honor al bonito significado de su nombre, debió de vibrar con fulgores divinos. Le reacción de Zaqueo es acordarse de los pobres, es amarlos de verdad. Y Jesús no puede menos que, lleno de emoción, exclamar: "Hoy ha sido la salvación de esta casa, porque también este es hijo de Abrahán". Recordemos que Abrahán es el padre de todos los creyentes y Zaqueo, de la noche a la mañana, se ha convertido en un verdadero creyente. Imitémosle. Sintamos a Dios en lo más íntimo de nuestro corazón. Y, como nos recomienda Pablo en una de sus cartas, agradezcamos a Dios el que nos haya dado la fe.


     Compromiso:
     Pide a Dios que aumente tu fe.



jueves, 24 de octubre de 2019

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 27-10-2019. Lucas 18,9-14

     Un domingo precioso en el que se nos dice cómo debemos orar. Además, es bonito para poder recordar sus lecturas. Escogemos una frase de la primera de ellas, que continuamente podemos rememorar mirando al cielo con nubes, lo cual es factible a menudo. Miremos pues, al cielo y repitámosla: "La oración del humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta alcanzar su destino" (Eclesiástico 35,18). Es una frase que nos obliga a renovarnos continuamente.

     La primera lectura de este domingo es del libro bíblico llamado Eclesiástico (35,12-14.16-19a). Si somos humildes, nuestra oración atraviesa las nubes. En Dios no hay acepción de personas. No cuenta el prestigio de las mismas, sino su humildad.

     La segunda lectura, como todos los últimos domingos, se escoge de 2 Timoteo. Hoy es 2 Timoteo 4,6-8.16-18. Es como el resumen de sus años de creyente de Pablo en Jesús, y al que se acerca la hora de la muerte. Reconoce que ya ha acabado la carrera y añade que ha conservado la fe. y espera que el Señor lo premie como a todos los que aguarden con amor su manifestación. Un gran ejemplo de que todos debemos tener presente cuando veamos que se acerca la hora de nuestra muerte. Dar gracias por la fe que Dios nos dio y echarnos muy confiadamente en sus brazos. A Dios la gloria por los siglos de los siglos.

     La lectura evangélica sigue en la misma línea que ya marcó la primera, dando pautas sobre la oración. La parábola que nos cuenta, aunque ya es de sobra conocida, queda muy bien rematada con la frase que se ha propuesto para recordar hoy, y que debemos repetir muchas veces y no olvidar. ¡Cada vez que miremos las nubes del cielo, mencionémosla! Pero, recordemos que se trata de la oración del humilde. Es la conclusión final del evangelio. El publicano, que se considera pecador, vuelve a su casa justificado, es decir, en gracia de Dios. El fariseo sin embargo, que estaba de pie bien erguido, bien presumido, poniendo de manifiesto sus falsas virtudes, no fue justificado por Dios. La oración humilde, de quien reconoce sus miserias, nos acerca a Dios, nos justifica. El humilde, aunque esté un buen rato haciendo oración ante Dios, acaba pronto lo que tiene que decir, se queda sin palabras. Y tiene que repetir, volver a decir lo mismo. Y le parece que eso no es rezar. Ya reconoció que es un pecador, ya pidió perdón a Dios, ¡y qué más! Mira para un lado y... mira para el otro... Pues no pierdas más tiempo, dile que lo amas, díselo a Dios una y otra vez. Y algún día acabará saliéndote con espontaneidad. El amor a Dios irá calando en tu corazón. Es el camino que conduce a la mística. Pero sin vanagloriarse. Nunca pierdas de vista que Dios ensalza a los humildes. Porque , como termina el evangelio de este domingo, Dios ensalza a los humildes y humilla a los que se ensalzan.

     Compromiso:
     En el juicio sobre ti mismo valora la humildad.


miércoles, 16 de octubre de 2019

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20/10/2019. Lucas 18, 1-8

   En este domingo se nos habla del gran poder de la oración, incluso de una oración llena de imperfecciones como todo lo humano. De nuevo proponemos, como frase para recordar, repetir y meditar durante la semana, una tomada de la segunda lectura: "Las Sagradas Escrituras (o Biblia) pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús (2 Timoteo3)". (Fíjate que el domingo anterior era 2Timoteo2 y ahora 2Timoteo3).

   Primera lectura se toma del libro bíblico Éxodo 17,8-13. Nos da una idea muy buena de que nuestra oración, a veces, necesita de la ayuda de otro. Para que Moisés pueda mantener una postura de oración, necesita ayuda. No sabía que Dios penetra nuestros más íntimos pensamientos y oraciones. Por ello le ponen una piedra para que pueda sentarse y, además, le sujetan los brazos para que pueda tenerlos en alto.Necesita de la colaboración de otros que le ayudan a tener la postura adecuada para la oración. Si Moisés mantiene la postura alzada de los brazos en oración, su ejército avanza, de lo contrario retrocede. Moisés ganó la batalla gracias a los que le ayudaron a hacer oración. Tu, acostúmbrate a rezar desde lo más íntimo de tu corazón. Es lo que Dios te pide.

     La segunda lectura se toma de 2 Timoteo 3,14-4,2. Hace pocos días, el papa francisco estableció un domingo para difundir la lectura de la Biblia. Esto va en consonancia con la frase que hoy se propone. Coge cariño a la Biblia. Hoy te pide Timoteo que proclames la palabra, que insistas a tiempo y a destiempo... con toda magnanimidad y doctrina. Hazlo. Trabaja por el reino de Dios.

     La tercera lectura o evangelio vuelve sobre el tema de la primera: el gran valor de la oración. La insistencia es valiosa a nivel humano y a nivel divino. Pero, lo es a niveles muy distintos. A nivel divino, la oración debe dirigirse a Dios con un corazón humilde, sencillo, confiando en que lo mejor es que se cumpla su voluntad. Nuestra oración debe siempre ser de entrega a Dios, incluso siendo oración de petición. Debe terminar siempre con un... pero "hágase tu voluntad, que yo, sea lo que sea, seguiré echado en tus brazos".

   Dios no es como el juez del evangelio de hoy que atiende a la viuda para que, de una vez, lo deje en paz y no lo moleste. Al contrario, lo que parece un quedarse inactivo, un no hacer nada, un simple dejarse en los brazos de Dios, con cercanía a Dios, provoca una gran erupción de actos de amos a El. Aparece como un inmenso volcán lanzando amores divinos. Pero, se debe aclarar que el echarse en brazos de Dios  no nos exime de hacer por nuestra parte, lo que humanamente se pueda hacer. Lo demás es lo que ponemos en manos de Dios, y cúmplase su voluntad, con la que estamos plenamente conformes. El sabe lo que hace. Como se dice popularmente, Dios escribe derecho con renglones torcidos. A esto le llamamos la providencia de Dios.

   Compromiso:
   Lleva a la práctica el echarse en los brazos de  Dios.

miércoles, 9 de octubre de 2019

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 13/10/2019. Lucas 17, 11-19

   Hoy, se pone de manifiesto que Dios es el Dios de todos, de los unos y de los otros, aún teniendo religiones distintas si son monoteistas, porque sólo hay un Dios.

   No se propone ningún texto bíblico para recordar, pero sí una canción que tiene realmente texto bíblico. Se basa en 2Timoteo 2, del 8 al 13. Cuando en una misa de difuntos lo cantes, recuerda que es palabra de Dios inspirada y cántalo con verdadera fe.

   2Reyes 5, 14-17 corresponde a la primera lectura. En ella, un hombre que no es de religión judía, el sirio Naamán, es curado de su lepra por el Dios de Israel. Por esta razón, se presenta al profeta Eliseo para dar las gracias y dice la conocida frase: "ahora conozco que no hay en la tierra otro Dios". Eliseo se niega a aceptar ningún obsequio, por lo que el sirio le pide tierra del país, es decir judía, para cargar un par de mulos y llevarla a Siria. De esta forma, los sacrificios que ofrezca a Dios lo hará sobre tierra judía y, de esta forma ya no volverá a ofrecer sacrificios ni holocaustos a otros dioses más que al Señor.

   2Timoteo 2, 8-13 contiene la segunda lectura. Como ya se decía en la introducción, es el texto de una conocida canción de las misas de difuntos. Dice así:
Acuérdate de Jesucristo,
resucitado de entre los muertos.
El es nuestra salvación,
nuestra gloria para siempre.
Si con él morimos,
viviremos con él.
Si con él vivimos,
reinaremos con él.

   Y acuérdate siempre que la cita es 2Timoteo 2.

   Continuamos con el evangelio de Lucas, en el capítulo 17. Se repite el tema de un extranjero que vuelve a dar las gracias por su curación.

   Lo único, importante en el día de hoy es que debemos ser agradecidos de corazón a Dios, al único Dios, al Dios de todas las religiones, al Dios que se hizo hombre y sobrellevó sacrificios enormes y, a pesar de ello, no renunció a ser hijo de Dios. Fue fiel a su Padre hasta el final. Lo triste es que de los diez leprosos, sólo uno dio la vuelta para ser agradecido, para darle las gracias a Dios, a Jesús. Ante la reacción ejemplar de este samaritano, cabe preguntarnos: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos "gracias" en familia, en la comunidad o en la iglesia? Demos gracias a Dios en todo momento, no solamente en la salud, cuando las cosas nos van bien, sino también en los momentos difíciles. Llevar una vida así es echarse en los brazos de Dios. Tener la costumbre de dar gracias a Dios varias veces al día es vivir en la presencia de Dios. Es como decir varias veces al día a Dios, con el pensamiento, que lo amamos. Todos los creyentes deberíamos practicarlo aún cuando no seamos creyentes cristianos, como lo hicieron los de la primera y tercera lectura dando gracias al Dios de todos.

   El comentario de la palabra de Dios, es decir de la Biblia o Sagrada Escritura, siempre es bonito, sobre todo si se hace en grupo. Hace muy pocos días el Papa Francisco deseó que se dedique un domingo al año, para celebrar que Dios nos habla con cariño en la Sagrada Biblia.

   Compromiso:
   Aprende la canción que se propone en la segunda lectura y recuerda para siempre el lugar donde se encuentra en la Biblia.


viernes, 4 de octubre de 2019

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 06/10/2019. Lucas 17,5-10

   En las tres lecturas de esta misa se hace referencia a la fe. Ellas proclaman, de una u otra forma, su importancia.

   Como frase que nos sirva para recordarlo y vivirlo se propone de la primera lectura (Habacue 2,4) la siguiente: "El justo por su fe vivirá".

   En la primera lectura, Habacue (1, 2-3; 2, 2-4) se plantea un problema frecuente entre los mismos creyentes. A veces se encuentran cristianos que afirman haber dejado de practicar porque Dios no los ha escuchado. Ha muerto un esposo o un hijo porque El no atendió sus plegarias. Comienza esta lectura dirigiéndose el profeta a Dios y preguntándole: "Hasta cuando, oh Dios, clamaré y no oirás". Sin embargo, el creyente no debe perder esta oportunidad de echarse en los brazos de Dios porque, de esta manera, se va camino de una mayor santidad y se encuentra un mayor significado a la vida. Por eso, esta lectura termina afirmando que el justo vivirá por la fe.

   La segunda lectura es de 2 Timoteo 1, 6-8. 13-14. Nos recuerda esta lectura que debemos reavivar continuamente el don de  Dios que hay en nosotros. Dediquemos un tiempo a hacerlo. No nos avergoncemos de hablar de Dios y de dar testimonio. Vivamos la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Hoy es un día que podemos dedicar a vivir la fe de verdad. Nos invitan a ello las tres lecturas.

   El evangelio comienza con una auténtica exageración para indicarnos el gran valor de la fe. En efecto, dice que si tuviésemos fe como un grano de mostaza diríamos a una morera: "arráncate y vete a plantarte en el mar", y así sucedería. Pero aquí Jesús usa la exageración o hipérbole literaria para hacernos caer en la cuenta del gran valor de la fe en nuestra vida religiosa, en nuestra vida de creyentes. No se trata de satisfacer nuestros deseos, sino de echarnos en los brazos de Dios. Así se encuentran personas que han dejado de creer porque Dios no ha curado a su pareja. Están defraudadas. Se han quedado sin su cónyuge o sin su hijo. No saben profundizar en el amor que Dios nos tiene y en el que tiene a nuestros seres queridos. Si supiéramos la realidad, daríamos mil gracias a Dios. Por mucho que se repita la expresión: "echarse en los brazos de Dios", siempre será poco, porque su significado es de una gran profundidad espiritual. Por desgracia, muchos cristianos no alcanzan esta espiritualidad que, no cabe duda, mantenerla hasta el final cuando se acercan la enfermedad, el dolor, la vejez o la muerte, es difícil. Pero si lo hacemos, podremos exclamar con el evangelio de hoy: "somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer".

Compromiso:
   Piensa en determinadas situaciones y mira a ver si tu serías capza de echarte en brazos de Dios. Se entiende que hablamos de situaciones "inevitables".


 
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