martes, 7 de julio de 2015

XV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12/07/2015. Marcos 6, 7-13

   En este domingo, como en algún otro, también aparecen dos envíos a predicar el mensaje divino, uno en la primera lectura y otro en la tercera o evangelio. La segunda hace de puente, presentando las bendiciones que nos ha dado el Padre, con Cristo y el Espíritu Santo, y que es la esencia de la predicación evangélica.

   Sobre la primera lectura, (Amós 7, 12-15) decir que el profeta Amós nació hacia el año 750 antes de Cristo. Amós no es un profeta oficial y lo que predica puede ser molesto, aunque es un enviado de Dios. Algunas veces, lo que dice un cristiano creyente de verdad, puede molestar a determinada parte de la Iglesia, como le sucedió al mismo Jesús, en sus tiempos, ante las autoridades religiosas. Esta primera lectura nos enseña como el mensaje de Dios puede llegar a través de un vaquero pastor y cultivador de higos, frente a la religión oficial. Así lo recoge la Biblia o Palabra de Dios. La Iglesia debe repensar sus posturas oficiales y saber contactar con la vida actual. El ejemplo nos lo está dando Francisco, el obispo de Roma.

   Hoy empezamos la lectura de la carta a los Efesios (1, 3-14). Dice cosas maravillosas de Cristo. Por su medio recibimos toda clase de bienes espirituales y celestiales y nos concede el perdón de los pecados. Cristo nos ha marcado con el Espíritu Santo que es la prenda de nuestra herencia.

   Para entender el evangelio de hoy, debemos saber que los Doce, al afrontar la misión entre los paganos, seguían aferrados a la idea de superioridad judía, no aceptaban la universidad del reinado de Dios. Por ello, Jesús les propone un duro entrenamiento en territorio pagano, sin encargarles que proclamen el evangelio. Los va enviando de dos en dos a tierras paganas y no a todos a la vez. Lo que le interesa a Jesús no es que prediquen el reino de Dios, sino que los Doce aprendan a ver valores y cosas buenas entre los paganos, algo que necesitamos los cristianos de hoy. De nuevo, en este evangelio aparece el presente histórico lo que nos indica que el mismo problema existe en la época que se escribe el evangelio. Los cristianos debemos estar por encima de las diferencias de cultura o religión, de ideologías, creencias o ritos. Los Doce deben aprender a derribar barreras religiosas. El conocimiento del verdadero Dios no está tanto en las creencias, sino en el modo de actuar. Debemos reflejar en nuestra conducta el amor universal de Dios.

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