lunes, 26 de octubre de 2015

Solemnidad de todos los Santos. Ciclo B. 1/11/2015. Mateo 5, 1-12a

   Se celebra hoy la gran fiesta de todos los que nos precedieron. Mejor, es nuestra gran fiesta: la fiesta de todos los que estamos con Dios en esta vida, y la de los que están con Dios en la otra vida. Es la gran fiesta de todos. Sería querer muy poco a los que nos precedieron si, en nuestra mente, les cerrásemos toda posibilidad a un reencuentro. ¡Abramos nuestro espíritu y echémonos en los brazos de Dios! Este es el gran hilo conductor de la gran fiesta de hoy.

   La primera lectura tomada del Apocalipsis (7,9-10. 13-14) nos presenta a gente de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas celebrando una gran fiesta delante de Dios. Llevan vestiduras blancas y palmas en la mano. Todos, en medio de la gran alegría, cantan que la salvación viene de Dios y todos ellos han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero, de Jesús. Excelente metáfora, blanquear la ropa blanca en sangre. Metáfora que sólo a poetas creyentes se les ocurre.

   La segunda lectura (Juan 3,1-3) resume toda su enseñanza al afirmar que somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado lo que vamos a ser. Debemos mantener toda nuestra esperanza en Dios. La esperanza nos hace puros, pues la esperanza nace de la fe.

   El evangelio de hoy nos presenta el código de la nueva alianza. Es un código que no nos impone preceptos imperativos. Se trata de una promesas e invitaciones.

   La primera, analizado el significado de "los pobres de espíritu" nos invita a ponernos en las manos de Dios, con gran confianza en él, sin desfallecer, sin apoyarnos en nada material, y poniendo lo nuestro al servicio de los necesitados, empezando por los más cercanos.

   La segunda bienaventuranza se refiere a aquellos a quienes los poderosos han despojado de sus bienes, y no pueden ni siquiera protestar. Ellos acabarán poseyendo toda la tierra. La tierra será para todos en común. Hoy día, pensemos en los seres del tercer mundo y si hemos leído la encíclica de Francisco, Laudato si, apliquemos lo que corresponda.

   En la tercera, aparecen los que lloran, los que sufren. No se trata de un dolor cualquiera. El texto está inspirado en Isaías 61,1. Se refiere al pueblo de Dios que está fuertemente oprimido, como algunos pueblos hoy día.

   La cuarta condensa las dos bienaventuranzas anteriores. Donde hay justicia desaparecen las opresiones.

      La quinta se refiere a la misericordia como obra positiva no como sentimiento. Dios derramará su gracia sobre los que se portan así.

   La sexta bienaventuranza habla de los limpios de corazón. Son los que no abrigan malas intenciones contra su prójimo. Ellos verán a Dios, es decir, tendrán experiencia de Dios.

   La séptima condensa las dos anteriores. La paz, en el sentido semítico, es la felicidad del hombre, tanto individual como socialmente.

   La octava nos hace ver que, los que cumplen las bienaventuranzas, sufren persecución cuando su acción se opone a la clase dominadora. Sin embargo, si perseveran, de ellos es el reino de los cielos.

   Compromiso:
   Escoge la bienaventuranza que más te comprometa y practícala.

 

lunes, 19 de octubre de 2015

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 25/10/2015. Marcos 10, 46-52

   Hoy es uno de esos domingos en que las tres lecturas son totalmente independientes entre sí. Pero, si la Biblia es la palabra de Dios, no podemos atrevernos a dejar sin comentario ninguna de las dos primeras para fijarnos solamente en el evangelio. Por tanto, con relación o sin ella, como viene siendo costumbre, sacaremos una adecuada enseñanza de cada lectura.

   El libro bíblico de Jeremías (31, 7-9) nos invita a gritar de alegría. Lo manda el Señor. Gritar de alegría aunque hayan sufrido lo suyo. Ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud que vuelve del cautiverio y vuelve alegre. Se marcharon llorando y ahora regresan llenos de emoción. Van a su tierra y a los suyos. Esto ha sucedido al pueblo judío como pueblo, pero lo mismo podemos afirmar a niveles individuales. Lo importante y necesario para el hombre de fe es conservar siempre la fe en Dios, el amor a Dios suceda lo que suceda. Al final, nos llega siempre la experiencia maravillosa de Dios. Dios es siempre un misterio, pero sabe llenarnos de una gran alegría y de una gran luz.

   El tema de la segunda lectura (Hebreos 5, 1-6) es el sacerdocio a través de la historia. En un primer periodo, es el sacerdocio de Aarón, en que el sacerdote debe ofrecer sacrificios por sus pecados y los de los demás. Ahora, es el sacerdocio de Cristo. El es el sumo y eterno sacerdote, el único sacerdote. No hay más sacerdotes. El, con su sacrificio, redimió a toda la humanidad. Y nos lo aplicamos por la fe viva en Cristo.

   El evangelio tiene datos suficientes para deducir que se trata de un ejemplo ilustrativo de un problema, que sufre la iglesia de Marcos. Del mismo nombre del ciego, deducen los exégetas tres razones distintas para justificar un sentido figurado de la perícopa evangélica. A través de la lectura aparecen otras confirmaciones de dicho sentido ilustrativo, pero no podemos detenernos en ello.

   El ciego, al principio llama a Jesús de manera distinta a como le llama al final. Al principio, dice: "Hijo de David, ten compasión de mí". Al final, le llama "Maestro". En el medio de las dos formas de llamar a Jesús está, sin duda, la conversión del ciego Bartimeo, que le lleva a expresarse de diferente manera. En efecto, el mesianismo davídico cae dentro de la ideología del poder y es propio del sector nacionalista de Galilea. A él pertenece el ciego del evangelio y llama a Jesús Hijo de David, el salvador político-militar de Israel. A la vez, el evangelio presenta dos grupos de seguidores de Jesús: por un lado, una considerable multitud (v.46) y por otro lado, muchos (v.48). Estos quieren impedir que el ciego se dirija a Jesús como Hijo de David. Los muchos "conminan" al ciego usando el mismo verbo que Jesús usa para expulsar a los demonios. Los muchos siguen a Jesús sin el espíritu del judaísmo oficial. Están en sintonía con él. El ciego, aún no curado, reconoce en Jesús al Hombre-Dios, al Mesías Hijo de Dios y lo llama "Señor mío". Es un título que se usaba sólo para dirigirse a Dios, no para seres humanos. En Marcos, los Doce siguen manteniendo su ideología nacionalista y esperan la restauración del reino de Israel. Los seguidores de Jesús, no judíos, (los muchos), se oponen a la deformación del mensaje. Para algunos, este ciego es un cristiano conocido.

   Compromiso:
   Oponte a la deformación del mensaje de Cristo.

martes, 13 de octubre de 2015

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 18/10/2015. Marcos 10, 35-45

   Hay algo misterioso que une las tres lecturas de la eucaristía de este domingo. Es el valor del sufrimiento y de los aconteceres de la vida, cuando nos echamos en los brazos de Dios. Cuando no podemos evitar el dolor o las penas, sobrellevarlo con paciencia, con fe en Dios, con la tranquilidad y serenidad que él sólo sabe dar, hace nacer en nosotros una experiencia de Dios que no puede explicarse, pero que es verdadera y sublime.

   La primera lectura (Isaías 53, 10-11) nos hace ver cómo el triturado por el sufrimiento verá la luz y cómo se saciará de conocimiento. Es algo misterioso, pero real. Es real siempre que permanezcamos fieles a Dios. Es necesario estar siempre en las manos de Dios.

   La carta a los Hebreos (4, 14-16) continúa en la misma línea, pero refiriéndose a Cristo como sumo sacerdote. Un sacerdote que atravesó el cielo con los terribles sufrimientos que tuvo que soportar, por culpa de la maldad de algunos hombres. Por esta razón, dice la lectura que nos acerquemos con plena confianza al trono de la gracia, para encontrar la que nos auxilie en cada momento. De ahí la gran importancia de dejarnos estar siempre en las manos de Dios. Haremos lo que esté en nuestras manos, pero con la paz y tranquilidad que sólo Dios sabe dar.

   El evangelio nos presenta a dos apóstoles, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que desean ocupar los primeros puestos. Por el uso del presente histórico en el original - aunque no se refleje en la traducción al castellano - se está indicando que la problemática que refleja este relato evangélico seguía existiendo en la época de Marcos, en que ya no vivían los apóstoles. Esos dos discípulos no piden comprometerse para llevar las personas a Dios, a su reino, como quiere Cristo. Ellos quieren auténticos privilegios, quieren poder. En la actualidad, Francisco se vio obligado a desenmascarar los lobies vaticanos. Por algo él vive en una residencia con todos los demás, fuera de las dependencias para él asignadas oficialmente, en el Vaticano. Así, obtiene una mayor libertad de actuación, liberándose de muchos condicionamientos y presiones. Las ambiciones y deseos de poder se repiten en la misma iglesia de Dios, también en los obispados y en las parroquias. Para detectarlo, basta un somero análisis.

   Los dos apóstoles, Santiago y su hermano Juan, no piensan para nada en la pasión y sufrimientos de Jesús. Ellos pensaban que Jesús, al llegar a Jerusalén, hacia donde se dirigen, ocuparía el trono de Israel. Pero, Jesús iba hacia un terrible sufrimiento, cuyo anuncio les había hecho sin que lo entendieran.

  Nosotros ofrezcámonos a Jesús y colaboremos con él, seriamente y con decisión, para no avergonzarnos de ser sus discípulos y extender su reino.

   Compromiso:
   Decídete a trabajar algo por el reinado de Cristo.

martes, 6 de octubre de 2015

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11/10/2015. Marcos 10, 17-30

   Este domingo las dos primeras lecturas van de la mano, hablando de la sabiduría de Dios y su palabra. Las dos vienen a ser la misma realidad. Y las dos son la base para entender la enseñanza de la lectura evangélica.

   El libro de la Sabiduría (7,7-11) nos presenta a una persona que ha recibido en su corazón el espíritu de sabiduría como don, como regalo divino. Cuando te apoyas en Dios y no en tus obras, por grandes y buenas que sean; Cuando te apoyas solamente en Dios y no en tus méritos, por grandes que los consideres; Cuando tu corazón está totalmente vacío, pero amas a Dios, te abandonas en El y a la vez estás lleno de actividad, diciéndole que lo amas y trabajas por llevarlo a los demás, el espíritu de sabiduría ha entrado en ti. Eso vale más que todo el oro y su resplandor no tiene ocaso.

   La carta a los Hebreos (4, 12-13) nos habla, de frente, sobre la realidad de la palabra de Dios. El que vive las experiencias de la primera lectura se de cuenta de que la palabra de Dios es viva y eficaz, como espada de doble filo, penetrante, que llega a lo más íntimo de nuestras entrañas. La sabiduría de Dios y su palabra van íntimamente unidas.

   Meditemos sobre nuestra experiencia íntima de Dios, en las alegrías y en el dolor, e iremos descubriendo muchas cosas que nos ayudarán a vivir de la sabiduría divina y ver que nada escapa a su penetrante mirada.

   Nuestro cristianismo del siglo XXI, como nos recuerda el teólogo Rhaner, o es místico, es decir, o tiene experiencia de Dios o no será nada.

   El joven rico que se acerca a Jesús para preguntarle qué tiene que hacer para lograr la vida definitiva, lo hace porque los fariseos obligaban a todo un cúmulo de observancias y cumplimientos si se quería alcanzar la vida definitiva. Jesús se olvida de tantas observancias y lo remite a los mandamientos básicos. Expone un código de conducta que valga para todos los seres humanos, no sólo para los judíos. Así, contesta el joven: no mates, no cometas adulterio, no robes, no testimonies en falso, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre. Jesús no menciona el noveno y décimo mandamientos de la ley, pero obliga a uno nuevo: "no defraudes", es decir, no prives a otro de lo que se le debe. Y además, Jesús omite los tres primeros mandamientos que se refieren a Dios. Eran característicos de Israel y fundaban su superioridad sobre los demás pueblos, mirándoles por encima del hombro. Jesús propone un código de conducta que vale para todos los hombres, basado en el respeto mutuo y en la honradez.

   Jesús ya ha contestado al rico cómo alcanzar la vida eterna. Sin embargo, para realizar en sí mismo el proyecto de Dios, para llenarse de plenitud espiritual, es necesario haberse empapado de las dos primeras lecturas. Sólo quien ha sido empapado por la sabiduría de Dios y se deja penetrar de la palabra divina como espada punzante, sólo ese es capaz de dar el paso heroico de darlo todo a los pobres.

   Compromiso:
   Debemos acostumbrarnos a ser personas con vida de oración, para ir descubriendo los misterios de la vida espiritual.

 
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