lunes, 15 de noviembre de 2021

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario. Jesús, Rey del Universo.

Hoy, y para siempre, debemos celebrar la fidelidad a Jesucristo, Rey del Universo. Si pecamos, sabiendo arrepentirnos de verdad, no olvidando al Jesús de Nazaret. ¡Siempre con Jesús, mirando hacia él! Porque él, de verdad, no aparta su mirada de nosotros. Nos quiere con inmensa ternura. Jesucristo se vió en una situación verdaderamente humillante que sólo pudo superarla con verdadero amor hacia cada uno de nosotros. Jamás seremos capaces de expresarlo con nuestras propias palabras. Por lo tanto digamos sencillamente: Jesús me ama, lo sé. Digámoslo una y mil veces. Jesús me ama de verdad y profundamente. La primera lectura se toma del libro bíblico de Daniel 7, 13-14. El anciano recibe el poder, el honor y el reino. Es un lenguaje metafórico pero verdaderamente real, profundo y misterioso. Porque el amor que Dios nos tiene es inexpresable pero abarca toda la realidad. Dejèmonos seducir por él, no le pongamos trabas. Echémonos en sus brazos en una especie de éxtasis. Sintámonos felices con él. Es una forma de rezar. Suscitar en nosotros sentimientos de estar a gusto. Decirle a Dios con el pensamiento, con el corazón, que lo amamos. El reino de Dios no acabará. Así termina la primera lectura. Repitamos durante el día del salmo 92, el versículo: "El Señor reina, vestido de majestad". El Apocalipsis 1, 58 nos proporciona la segunda lectura 1, 5-8. Nos recuerda que Jesucristo nos ama, nos libra de los pecados y nos hace sacerdotes para Dios, padre de Jesús. Ser sacerdotes para Dios es la máxima categoría que se nos puede dar después de haber perdonado todos nuestros pecados. Por eso tiene tanto valor la oración, aún la hecha con el pensamiento, en nuestro interior. Juan 18, 33b-37 es la tercera lectura, la evangélica. Sin lugar a duda, Jesús es rey y da testimonio de la verdad y nosotros debemos escuchar su voz. Aquí se resume todo. Amemos a Jesús de verdad. Durmámonos en sus brazos. Disfrutemos con él. Seámosle fieles. Confiemos que nos perdona nuestros pecados. Escuchemos su voz ya que somos de la verdad. No lo olvidemos. En este mensaje tenemos muchas ideas para pensar y meditar esta semana. Mejor diría, ideas para vivir y para sentir. No sé que verbo escoger para expresarme mejor. Decide tu mismo. Pero hazlo. En tus manos lo dejo. No te contentes sólo con leer. Y habla de la abundancia de tu corazón. Comunica a los demás tus métodos, tus experiencias, tus vivencias de Dios. Es muy importante que nos atrevamos a hablar de todo ello. Aunque también tenemos derecho a nuestras intimidades.

 
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