miércoles, 3 de octubre de 2018

Domingo XXVII del TIempo Ordinario. Ciclo B. 07/10/2018. Marcos 10, 2-16

   Se nos presenta la primera lectura como fundamento lógico de la indisolubilidad del matrimonio, de la que se habla en la tercera o evangelio. La segunda lectura es una estupenda fuente de teología cristiana y de mística.

   Como frase para recordar durante la semana, proponemos la siguiente: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Se toma de la lectura del evangelio.

   La primera lectura es del primer libro de la Biblia, es decir, del Génesis. Es básica para entender el evangelio de hoy. Es un relato mítico de la creación. Como mítico, no hay que tomarlo al pie de la letra. La única verdad que hay en ese relato es que la creación de los seres humanos es obra de Dios, sea como fuere. En concreto, no puede tomarse al pie de la letra la creación de la mujer a partir de la costilla del hombre. Teológicamente es importante el final: "Abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne".

   De la carta a los Hebreos (2,9-11) se toma la segunda lectura. Contiene dos importantes frases, la primera dice que Jesús "fue coronado de gloria y honor por su pasión y muerte". Generalmente, pedimos a Dios que nos libre de sufrir mucho y está bien. Es muy humano. Pero, ¿no será mejor echarse en los brazos de Dios y que sea lo que él nos tenga deparado? Por otro lado, tanto el santificador (Jesús) como los santificados (nosotros) procedemos de Dios. Y, por lo mismo, dice esta lectura que Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos. ¡¡¡Hermanos con todas las consecuencias!!! Meditémoslo y obremos en consecuencia.

   Para interpretar el evangelio de hoy debemos tener en cuenta la presencia de presentes históricos, lo que da actualidad a lo que está sucediendo, es decir lo traslada a después de Jesucristo, cuando ya se escribe el evangelio, allá por los años 75-80.

   En la enseñanza de Jesús se insiste en la igualdad entre los seres humanos. Los fariseos quieren tantear y ver si Jesús se atreve a llevar dicha igualdad a todos, a hombres y a mujeres, incluso en el ámbito de las relaciones matrimoniales. Para los judíos, el hombre llevaba la supremacía, pues podía repudiar a su mujer y casarse con otra. Pero, la mujer no podía repudiar a su esposo.

   Jesús, sobre este tema, pregunta a los fariseos: "¿Qué os mandó Moisés?". Los fariseos (son judíos) le contestaron: "Moisés permitió redactar un acta de repudio y repudiar a la esposa". Y Jesús les dice: "Por vuestra dureza de corazón os la permitió Moisés". Por lo tanto, Moisés cede ante la resistencia del pueblo a cumplir la voluntad de Dios. Y, lo que nos hace ver que no todo lo escrito en la Biblia y a lo que se atribuye autoridad divina, la tiene realmente, pues algunas cosas que se autorizan en ella no son la voluntad de Dios. Son fruto de circunstancias históricas; en este caso, de la dureza de corazón del pueblo judío, ante el que cedió Moisés.

   Jesús prescinde de la Ley Bíblica y se remite a Dios creador. Dejaremos a nuestro padre y a nuestra madre, como Dios dijo en el Paraíso. Por eso, lo que Dios ha unido que el hombre no lo separe. Debemos interpretar la realidad humana a partir de Dios creador, no del legislador Moisés. Jesús va a la fuente. Y según ella, es decir, según el original hebreo, ser los dos un solo ser, se refiere a la unión sexual, que no va ligada a la procreación. Ninguno de los dos es superior al otro. Al formar los dos un solo ser, se excluye toda superioridad del hombre sobre la mujer. El proyecto de Jesús habla por igual al matrimonio natural que al matrimonio cristiano. Es el proyecto de Dios para toda pareja humana.

   Compromiso:
   Profundiza en el amor del matrimonio.

 
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