miércoles, 26 de noviembre de 2008

Domingo I de Adviento. 30/11/2008. Marcos, 13, 33-37

Evangelio de hoy:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!".
No se puede desenganchar el primer versículo de este trozo evangélico del versículo inmediatamente anterior, que dice:
"De aquel día y de aquella hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Marcos, 13, 32).
De otras palabras podemos dudar sobre si las pronunció o no Jesús. A lo mejor, fue la tradición quien las puso en su boca. Pero, de las palabras mencionadas no hay lugar a duda. Las pronunció Jesús. Podemos afirmarlo sin ningún peligro de equivocarnos, pues ningún cristiano se habría atrevido a poner en el evangelio un dicho en el que Jesús apareciese como ignorante de la más importante de todas las fechas: el día del juicio final.
La palabra clave del evangelio de hoy es que Marcos repite cuatro veces en tan pocas líneas la palabra: ¡Vigilad! (o sus equivalentes: mirad, velad). La jerarquía ha escogido estas palabras hoy que comienza el año litúrgico, y el mejor comentario que se puede hacer a las mismas nos lo da el apóstol Pablo en la segunda lectura de la misa de hoy. Se trata de la primera Carta a los Corintios, capítulo 1, versículos 3-8. Es curioso, Pablo empieza dando gracias "por la gracia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús". Según Pablo, hemos sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber, pues en nosotros se ha probado que el testimonio de Cristo es verdadero. Nosotros que esperamos la venida de Cristo no carecemos de ningún don y Él nos mantendrá firmes hasta el final, para participar de su propia vida. ¡¡¡Pues, si hemos sido enriquecidos en el hablar y en el saber, no nos avergoncemos de hablar de las cosas de Dios y manifestemos que saboreamos y practicamos las cosas de Él!!!.
El evangelio de hoy es muy corto, pero de mucha intensidad. Si lo practicamos, nos daremos cuenta.
Práctica: proponte para esta semana, hablar con diferentes personas y en diferentes lugares sobre las cosas de Dios. Que sea algo que sale de tu corazón y de tus vivencias religiosas.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.