miércoles, 14 de diciembre de 2011

Domingo IV de Adviento. Ciclo B. 18/12/2011. Lucas 1,26-38.

   El relato del evangelio de hoy, el anuncio del arcángel Gabriel a la virgen María, es bien conocido por todos. Sólo dos evangelios relatan la concepción de Jesús: el de Mateo y el de Lucas. El resto del Nuevo Testamento nunca se refieren a ello, al contrario de lo que sucede con la resurrección. La concepción virginal de Jesús, lógicamente, se habrá considerado en principio, como un necesario secreto de  sus padres. Pero, lo cierto es que, ya por el año 112 d.C., el obispo Ignacio de Antioquía aceptaba incuestionablemente la concepción virginal de Jesús.

   Este relato de la concepción virginal de Jesús y su nacimiento, según Lucas, es un conmovedor texto de gran belleza y que siempre atrajo a escritores y artistas posteriores. Baste recorrer la historia del arte.

   Los evangelios de la infancia pueden dar lugar a diferentes puntos de vista, pero no adminten ninguna semejanza con textos paganos de seres engendrados por un Dios. Se habla en los evangelios del "descenso del Espíritu Santo" sobre la virgen María, y se afirma que el mismo Altísimo, Dios, la cubrirá, haciendo sombra. Este lenguaje, estas expresiones, son una reminiscencia del propio lenguaje bíblico. Esta forma de hablar refleja la idea judía de la Shekinah o presencia divina en la tierra. La Shekinah es un término rabínico para expresar esa presencia de Dios en la tierra, pero diferenciando la experiencia judía de Dios, ordinaria, de la realidad inefable de esa misma presencia en sí misma.

   Originalmente, la Shekinah o presencia divina se sentía vivamente en el Santo de los Santos del templo de Jerusalén, pero después de su destrucción la experimentaban cuando dos o tres se juntaban para leer o estudiar la Biblia. Los cristianos, judíos o no, experimentaban y experimentamos la presencia de Dios en la lectura bíblica y en el trato con la Eucaristía. Cuanto más vivimos de la Eucaristía, más experimentamos la presencia divina.

   Ya vemos qué enseñanza tan preciosa y real nos viene de expresiones bíblicas como "descenso del Espíritu Santo" y de la afirmación de que "el Altísimo la cubrió con su sombra", señal de la presencia maravillosa y experimentada de Dios. Las experiencias de María deben servirnos para animarnos a vivir en la presencia de Dios y saborear serenamente los amores divinos, inseparables del amor al prójimo.

   Compromiso:
   Si Dios está en todas las partes, aprendamos a vivir en la presencia de Dios. Por lo menos, de vez en cuando.

 
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