miércoles, 22 de abril de 2009

Domingo 3º de Pascua. 26/04/2009. Evangelio de Lucas, 24, 35-48

De nuevo Jesús resucitado se presenta en medio de sus discípulos recordando, una vez más, la eucaristía. Jesús en el centro y saludando con el "Paz a vosotros". A los discípulos,la sorpresa de ver a Jesús les da miedo y creen ver un fantasma. La gente de cultura griega se resistía a la idea de resurrección y esto se refleja en el evangelio de Lucas dirigido a los gentiles de habla griega. Por esta razón, los discípulos del evangelio de Lucas no ven en Jesús a un resucitado, sino a un fantasma. Para desengañarlos, les pide algo de comer, porque los fantasmas no comen. Así, los va preparando para comprender las Escrituras.

Los evangelistas tienen que arreglárselas para que aquellos a quienes se dirigen los evangelios entiendan que Jesús ha resucitado. Pero, ningún evangelista se atrevió a describir cómo sucedió la resurrección de Jesús. Es algo tan extraordinario, que se escapa a las experiencias de cualquier ser humano. Somos incapaces de imaginarlo para poder describirlo como una experiencia. Es un actuar de Dios con alguien de esta vida, pero fuera de esta vida para que siga con vida completa para siempre. Mucho mejor e inimaginable. La realidad supera nuestro pensamiento. Es nuestra vida como persona completa, pero vivida en Dios. Por eso, la resurrección ya no pertenece a este mundo y por eso, podemos afirmar que aunque sea un hecho real, no es un hecho histórico. Sin embargo, en la reciente Pascua, Benedicto XVI lo afirmó como tal. Es su opinión. Lo primordial es que Cristo vive, que Cristo resucitó y no es en vano nuestra fe.

Los discípulos habían quedado muy marcados por Jesús. El horroroso final de su muerte no era capaz de borrar lo que habían vivido junto a él. Les había hecho experimentar la fuerza y el amor salvador de Dios. Por eso, cuando Jesús, sea como sea, actúa en sus discípulos para que perciban su presencia y les explica las Escrituras, ellos son capaces de revivir como presentes y como reales las experiencias de antaño. Entonces se les abre el entendimiento. Como diría S. Pablo, los discípulos "fueron alcanzados por Cristo Jesús", y como éste les dice al final del evangelio de hoy:"Vosotros sois testigos de esto". Y, con el Nuevo Testamento en la mano, y nuestras vivencias personales, nosotros también tenemos que seguir siendo testigos, en cadena, de que Cristo Jesús vive y actúa en nosotros.

Jesús encarga a los discípulos que prediquen un evangelio de arrepentimiento y perdón. Sin duda porque el concepto de Dios como papá, papaíto o padre, es una enseñanza auténtica de la doctrina de Jesús.

Aplicación: Cuando estés en la eucaristía recuerda, revive, medita y experimenta estas realidades. Jesús está presente y te habla. Cierra los ojos e imagínate que una gran luz se hizo presente en la iglesia. Y que te sirvan estas ideas para hablar con los demás. ¡Qué tu fe sea una fe viva!

 
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