lunes, 1 de julio de 2013

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 07/07/2013. Lucas 10, 1-12. 17-20

   En la primera lectura de este domingo (Isaías, 66,10-14c) se presenta una promesa de alegría, de paz, de consuelo para Jerusalén, en medio de una zona donde fácilmente se desataba la violencia. Se desataba y se desata.

   Hoy, como siempre, es necesario proclamar esta lectura. Dios quiere la paz y que no perdamos la esperanza. Esta lectura nos hace ver que Dios es Padre y Madre. Como cristianos, debemos llamar a Dios no sólo Padre, sino también Madre. Dios es mi Padre. Dios es mi Madre. Así termina la lectura: "Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo".

   De la carta de Pablo a los gálatas (6, 14-18) se toma la segunda lectura. Es fundamental pensar que cuando uno se entrega a Jesucristo no importa se se está circuncidado o no. O, pasando a nuestros tiempos, si se está en una u otra iglesia. Lo fundamental es Cristo y no olvidan el Concilio Vaticano II, en que la Iglesia, antes que jerárquica, es misterio y pueblo de Dios. Para poder comprender a los demás cristianos, no católicos, debemos tener claras estas ideas. Hoy, el problema no es el de esta carta, es decir, si estamos circuncindados o no. Hoy, el problema es la rotura de la unidad cristiana. Cristo está en todos, pero Cristo desea la unidad de todos. Cristo nos santifica a todos, pero nuestro testimonio ante el mundo es incompleto. Los católicos no debemos pedir que vengan a unirse a nosotros los demás cristianos. Debemos ir los unos en busca de los otros, conforme el espíritu del Vaticano II. Lo importante, como dice esta segunda lectura, es que los cristianos somos "criatura nueva" y es triste que estemos divididos.

   El evangelio de hoy parece como si Lucas lo hubiera escrito para nuestros días. Porque hoy día, se habla mucho de la necesidad de una nueva evangelización en el viejo mundo. Las iglesias sólo presentan canas propias de las personas mayores que acuden a ellas. Nuestras iglesias están vacías de juventud. Además, los sacerdotes son poquísimos.

   Nos dice el evangelio que Jesús envía a misionar 72 discípulos. En otro momento, Jesús escoge 12 apóstoles. Es el número que representa las 12 tribus de Israel. El pueblo cristiano es el nuevo pueblo de Israel. Al pueblo de Israel le va a suceder el nuevo pueblo de Dios, el de los cristianos. Esto es lo que significan los 12 apóstoles. Hasta tal punto que, exceptuando dos o tres, poco se sabe de ellos.

   Los 72 discípulos simbolizan la multitud de las naciones paganas. Si el número 12 es simbólico, ese mismo número multiplicado por 6, sigue siendo simbólico. Y los 72 son enviados al mundo.

   Ahí estamos representados todos los cristianos. Somos enviados a todo el mundo y a todos los ambientes. Todo cristiano es un misionero de Jesús.

   Se nos dice en el evangelio que podemos tener éxito o fracasar pero sabemos que al final nuestros nombres estarán escritos en el cielo.

   El Reino de Dios que Jesús nos manda anunciar tiene una relación directísima y primordial con los pobres. Esta es la línea que nos marca Jesús y es la que nos trae el papa Francisco. Por aquí ha de ir la nueva evangelización. Deben terminarse las riquezas, lo ampuloso, el oculto orgullo en la iglesia, y aparecer el sencillo pueblo de Dios. Así se verá traslucir la verdadera iglesia de Dios, iglesia que comprende y no condena tan fácilmente. Porque el pueblo de Dios es antes que la jerarquía.

   La Iglesia de los comienzos creció gracias a la acción de los seglares, que se fueron esparciendo por el mundo. Los seglares tienen que implicarse sin esperar a ser enviados por un obispo. Nos envía a todos Cristo Jesús.

   (Si desea más ideas consulte en google: Lucas 10,1-12.17-20 teologiaovetense).

   Compromiso:
   Si participas en alguna parroquia, propón pensar como podríais ser más iglesia de los pobres.

 
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