jueves, 16 de junio de 2016

XII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 19/06/2016. Lucas 9, 18-24

 
 
   La primera y tercera lecturas hacen referencia a los sufrimientos por los que ha de pasar el Mesías de Dios. La segunda, como abrazada por las otras, nos presenta el fruto de dichos sufrimientos.
 
   El libro bíblico de Zacarías (12,10-11.13,1) nos muestra un pasaje que los antiguos judíos aceptaron como mesiánico. Una fascinante cita del Talmud en Succah 52a nos indica que, efectivamente, se trata de un texto mesiánico. El Mesías es traspasado, es decir muerto, no necesariamente crucificado, según el lenguaje judío. Sin embargo, sabemos que el Mesías, Jesús, murió crucificado. Y como nos dice la lectura, el Señor ha derramado un Espíritu de gracia y de oración. Pues que se note en nosotros esa gracia y el espíritu de unión con Dios.
 
   Gálatas (3,26-29) nos recuerda que todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Que todo cristiano sea consciente de esta gran verdad es fundamental. La fe no es creer una serie de afirmaciones que llamamos verdades y que en su explicación cabe mucha ideología u opiniones. La fe es aceptar a Cristo como nuestro salvador, como nuestro amigo de verdad, como el enviado de Dios para enseñarnos el camino verdadero. De ello nos da buena lección el papa Francisco. La fe es sencilla. Ve a Cristo en el prójimo. Si la fe es verdadera nos conduce a una vida de oración, de relación con Dios, y a saber echarnos en sus manos cuando las cosas nos van bien o no tan bien, por no decir mal. De echarnos en las manos de Dios con fe y confianza, nunca nos arrepentiremos. Todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
 
   El evangelio, como la primera lectura, de nuevo nos lleva el Mesías. Jesús pregunta a sus discípulos, no sólo a los apóstoles: ¿Quién decís que soy yo? Pedro tomó la palabra y dijo: El Mesías de Dios. Jesús les hace ver que, aún siendo verdad que él es el Mesías, tendrá que padecer mucho, ser despreciado y ser ejecutado, pero que resucitará al tercer día. Jesús entendió con gran claridad su misión y el costo que iba a tener el cumplirla. Este es el planteamiento que debemos hacernos los creyentes hoy día. Pensar y sopesar, para no engañarnos, lo que puede costarnos ser creyentes de verdad y asumirlo como hizo Nos da vergüenza por temor a que nos miren con cierta sonrisa.
 
   El papa Francisco es un proyecto de Iglesia y de mundo. El sabe cual es su misión y cual debe ser la de cada uno de nosotros. Su mensaje debemos leerlo diariamente y asimilarlo. Hoy día, por internet es posible.
 
   Compromiso:
   interesarse por las palabras del Papa.
   

 
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