miércoles, 21 de mayo de 2014

VI DOMINGO DE PASCUA, CICLO A. 25 – 5 – 2014 JUAN 14, 15 – 21


 

                La primera lectura (Hechos 8,5 – 8. 14 – 17) puede dar lugar a una equivocación y conviene estar atentos. En primer lugar, el diácono Felipe parece que hace de todo menos de diácono: él predica u bautiza y no sirve a las mesas de las viudas griegas para lo que había sido elegido en la lectura del domingo anterior. Felipe marcha de Jerusalén para convertir la ciudad de Somaría. De hecho, los diáconos terminan siendo unos predicadores de la fe fuera de Jerusalén realizando una magnífica obra.

                Felipe predica, realiza grandes prodigios y bautiza al gentío, llenándose de alegría la ciudad. Al enterarse de todo esto los Apóstoles en Jerusalén, mandan a Pedro y Juan para que les impongan las manos y reciban el Espíritu Santo pues, según dicen, sólo estaban bautizados. Y aquí estaba el problema. El bautismo según la doctrina del Nuevo Testamento,  comunica el Espíritu Santo. Sería además, un contrasentido tener la fe, ser de Cristo y carecer del Espíritu, de su Espíritu. Los exégetas analizan el texto y comprueban un desajuste en el proceso de redacción del mismo.

                La segunda lectura (Pedro 3,15 – 18) comienza recordándonos la obligación de dar razón de nuestra esperanza en Cristo que como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Hoy día, son muchos los que sin decírnoslo, sin pedírnoslo, están esperando que les demos razón de nuestra fe. Que les hablemos, de una u otra forma, de Dios.

                En las tres lecturas se menciona al Espíritu. El Espíritu que se nos dio en el bautismo, el Espíritu que devolvió a Jesús a la vida y el Defensor que nos da el Padre, es decir, el Espíritu de la verdad. El Espíritu vive con nosotros desde el día del bautismo y está con nosotros siempre. Estas cosas el mundo no las comprende. El mundo no las ve pero nosotros tenemos siempre experiencia de ellas.

                Son muchas las personas que tienen o han tenido experiencias de Dios. Son experiencias que nos hacen más personas, llegan a lo más intimo de nuestro ser.   No son puros sentimentalismos. Afectan al misterio insondable que llevamos dentro.

Por eso dice Jesús: “Al que me ama lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me manifestaré a él”. Es verdad, Dios, Jesús, se harán ver en la comunicación, en la experiencia religiosa.

En una encuesta celebrada en España hace muchos años, casi el 100% se declaraba creyente en Dios pero casi nadie había tenido una experiencia religiosa. Mala señal. Así no puede mantenerse la fe. Vendrá el abandono religioso. En el momento que tienes un encuentro con Jesús ya no eres el mismo. Él transforma nuestra vida.

Palabras clave: Espíritu, experiencia.

Compromiso: Crear tú mismo tu compromiso.

 
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