miércoles, 26 de diciembre de 2018

Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C. 30/12/2018. Lucas 2, 41-52

   En medio de esta inmensa alegría que nos proporcionan las fiestas de la Navidad debemos considerar la familia, cuya fiesta celebramos hoy, como el buen fermento de la sociedad. La familia debería ser un lugar donde hubiese un clima de oración, un espíritu de comprensión y de trabajo por el bien de todos, a la vez que una escuela de solidaridad para el mundo.

   Se propone para recordar: "El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo" de la segunda lectura.

   La primera lectura (Eclesiástico 3, 3-7, 14-17a) nos enseña que una forma de expiar nuestros pecados es amar de verdad a los padres. ¿Hemos pensado alguna vez en esta posibilidad de perdón? De hecho, la lectura termina afirmando nuevamente que "no será olvidada la compasión hacia el padre y servirá como perdón de sus pecados".

   La carta a los Colosenses (3, 12-21) nos trae la enseñanza de la segunda lectura. Nos dice que debemos hacer con los demás lo mismo que Dios hace con nosotros: perdonar. Y hablando de cinturones o ceñidores, lo es el amor, que nos da una gran paz, la paz de Cristo. A esa paz hemos sido llamados y debemos ser agradecidos. La lectura nos da una regla de oro para nuestra vida mística de relación con Dios: cuanto realicemos, hagámoslo en nombre del Señor Jesús y demos gracias a Dios Padre por medio de él. Procuremos hacerlo varios veces al día. Termina la lectura haciendo referencia a la familia, como no podía ser menos en el día de hoy. Busquemos ese final.

   La lectura evangélica nos presenta a Jesús con doce años cumplidos. Es el comienzo de una genealogía de años que Jesús va a dedicar a prepararse para propagar y extender el reino de Dios. Por ahí parece que va el significado del número doce. Jesús se ama a sí mismo porque ama a Dios Padre. Porque ama conoce a fondo lo que es Dios. Pero, como hombre necesita adquirir la madurez humana. Jesús, el muchacho Jesús, se queda en Jerusalén, entretenido con las cosas de Dios y no acompaña a sus padres. Estaba emocionado con los doctores y maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Sus padres disgustados lo buscan y a los tres días lo encuentran. Es el significado del número tres: después de un gran apuro, viene la alegría de encontrarlo. Los días que duró esa situación no lo sabemos. Es un número significativo. La enseñanza es que todos en la vida, debemos prepararnos para dar a conocer las cosas de Dios y vivirlas. De esta manera, Jesús iba creciendo en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres. ¡Qué se pueda decir lo mismo de cada uno de nosotros!

   Compromiso:
   Hazlo según tu conciencia.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

IV Domingo de Adviento. Ciclo C. 23/12/2018. Lucas 1, 39-45

   Nos vamos acercando a la conmemoración del nacimiento del niño Jesús. Son tiempos de alegría, de vivencias cristianas, de gran esperanza.

   Como frase que podemos recordar merece la pena escoger la del final de la segunda lectura que dice: "Todos quedamos santificados por el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo, hecho una vez para siempre". Meditémosla bien y saquemos las consecuencias que creamos convenientes, fundados en el amor que Dios nos tiene y en el que nosotros le tenemos. Repitámosla muchas veces durante la semana.

   La primera lectura se toma del libro bíblico llamado Miqueas (5, 1-4a). En ella se habla de Belén que, aunque una aldea pequeña, pastoreará a los israelitas y en ella todos habitaremos tranquilos y será nuestra paz. La exégesis bíblica judía permite leer un trozo de la Biblia varias veces e ir sacando consecuencias que pueden ser distintas. ¿Qué te dice a ti Belén? Imagina a Belén en una aldea que tú conoces. ¿Cómo es la paz de ese Belén imaginario? ¿Cómo será la paz de un niño? ¿Y si ese niño es Dios?

   La siguiente lectura (Hebreos 10, 5-10) nos dice que estando ya Cristo en este mundo, Dios no quiso ya más sacrificios de animales  ni otro tipo de ofrendas. Es más, termina la lectura afirmando que gracias a Cristo "todos quedamos santificados por el ofrecimiento de su cuerpo".

   Ya en el evangelio, este se dedica especialmente a la virgen María. Madruga y marcha muy deprisa para ver a su prima Isabel. La alegría del encuentro la manifestó la criatura en el vientre de Isabel. Una forma idílica de expresar el sentimiento y la alegría de unas primas que se encuentran estando las dos embarazadas. Las dos se quieren a raudales y las dos son personas que llevan una vida de oración intensa. Son personas de mucha fe. ¿Esperamos nosotros a Jesús con el corazón abierto? La virgen María nos lo trae una y otra vez. ¡Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá!

   Es una gran alegría encontrarse con una situación en la que podemos hablar y felicitar a María. Hagámoslo a menudo. Amémosla. Y que ella nos lleve a amar a Jesús. Pasemos con facilidad de María a Jesús y de Jesús a María. Cuando digamos a María que la amamos, pasemos también a decírselo a Jesús. Pasar de la madre al hijo se nos hará fácil y viceversa. Esta práctica nos ayudará a vivir la presencia de Dios.

   Compromiso:
   Practicar la presencia de Dios.

martes, 11 de diciembre de 2018

III Domingo de Adviento. Ciclo C. 16/12/2018. Lucas 3,10-18

   Hoy es el Domingo de la alegría. Tanto la primera lectura como la segunda comienzan con la expresión alégrate o alegraos.

   Para recordar, tiene gran importancia: "El os bautizará con Espíritu Santo y fuego". Esta frase resume todo el fuego interior y amor con que arderán nuestros corazones en la presencia del Señor. Pertenece a la lectura evangélica.

   El libro bíblico Sofonías (3, 14-18) nos menciona la alegría que nos viene del Señor cuando notamos su presencia. No obstante, incluso en momentos de lejanía del Señor se complace en nosotros y nuestras manos no deben desfallecer jamás.

   La segunda lectura es de la carta de Pablo a los Tesalonicenses (4, 4-7). Nos ordena que nos alegremos y nos lo repite. El cristiano debe ser una persona alegre. Nos dice el apóstol Pablo que en todo momento, en toda ocasión, nos acordemos de Dios. Debemos vivir en la presencia de Dios, acordarnos de El, decirle que lo amamos de verdad. Cuando esos actos de amor a Dios fluyan de nosotros, alegrémonos de verdad, demos gracias a Dios. Cuando no nos fluyan con cierta facilidad como regalo divino, no nos exasperemos, conservemos la calma y echémonos en los brazos de Dios. Tengamos confianza en que volveremos a recibir ese don de la divina providencia.

   El evangelio nos presenta dos enseñanzas fundamentales para nuestra vida cristiana. La primera es el amor, la caridad con los propios bienes y con desprendimiento. Pero, además, debe practicarse según el trabajo de cada uno, según su profesión.

   Fue grande el movimiento religioso iniciado por Juan el Bautista. Todos estaban expectantes y Juan se ve obligado a presentarse y aclarar que él no es el mesías. Entonces, hablando de Jesús, pero sin mencionarlo, anuncia su bautismo que traerá la fuerza del Espíritu Santo; como un fuego vivo será. Esta afirmación es de una importancia excepcional, pues siempre debe haber una correlación entre las verdades de la fe y nuestras experiencias vitales. Y esto lo produce en nosotros el fuego del Espíritu Santo. Cuando un creyente recibe la comunión con fe, se refleja en su interior, en su recogimiento. Lo mismo sucede con otras vivencias religiosas, que son un testimonio de fe. La muerte de las personas creyentes de verdad es un reflejo de la fe que proyecta su interioridad. La persona de fe profunda manifiesta una serenidad, una seguridad que viene de lo alto, tal que muchos quisieran para sí. Es el regalo del Espíritu Santo.

   Compromiso:
   Vive la fe de modo que te percates de su fuerza interior.

lunes, 3 de diciembre de 2018

II Domingo de adviento. ciclo C. 9-12-2018. Lucas 3,1-6

Cuando todavía estamos inmersos en la gran fiesta de la Inmaculada Concepción de María, felicitémosla por los 164 años de la proclamación de tan preciada solemnidad. ¡Bajo tu amparo nos acogemos Virgen María y ayudamos a vivir cerca de tu hijo Jesús!
   Como  frase para vivir y recordar se propone la de la carta a los Filipenses en el capítulo 1, que dice: "Esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en todo conocimiento espiritual".
   La primera lectura es del libro bíblico Baruc (5, 1-9). Dice que ya no hay más luto, que es necesario vestirse de alegría, de la alegría que da la gloria de Dios. Se utiliza el lenguaje metafórico de allanar los montes y rellenar las profundidades y así facilitar a los demás el camino hacia Dios.
     La segunda lectura se toma de Filipenses 1, 4-6. 8-11. Me recuerda la Iglesia que quiere el Papa Francisco: una iglesia en salida. Pablo afirma que los cristianos filipenses han sido colaboradores en la extensión  del evangelio. Esta es la razón por la cual Pablo reza por ellos y afirma que los ama con el entrañable amor de Jesucristo. Ojalá en todas las parroquias haya un grupo grande de hombres y mujeres, de chicos y chicas, dispuestos a salir de la Iglesia y saber hablar de Dios a la gente que durante el día se encuentran por el camino. Hay mil posibilidades. Prueba y me darás la razón. Así, estaremos llenos de frutos de justicia por medio de Jesucristo para gloria y alabanza de Dios.

   El evangelio de hoy comienza con una situación histórica de la época de Juan Bautista: nombres de los políticos importantes del momento. Juan recorre toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. También, los primeros cristianos tenían un bautismo de conversión. En él, por el arrepentimiento y la conversión a la fe, quedaban perdonados todos los pecados, y no debían volver a pecar gravemente. Si lo hacían, debían pedir perdón al hermano ofendido y, si era pecado público sabido por todos, era la comunidad quien debía perdonar. Por decirlo de alguna manera, aún no se había establecido la confesión, que fue aconsejada y realizada por frailes irlandeses que no eran sacerdotes. Luego, esta práctica se extendió a toda Europa.

   Juan el Bautista se entregó a la causa de Dios. Empezó a predicar la necesidad de arrepentirse de los propios pecados. Es necesario hablar de Dios a la gente, hacerles tomar conciencia de lo divino. No nos cansaremos de repetir que es necesaria una Iglesia en salida. Lo que sucede es que nos encontramos con una Iglesia donde los seglares carecían de iniciativa para trabajar por el reino de Dios. La iniciativa era exclusiva de los sacerdotes. Sigamos, en el día de hoy, el ejemplo de Juan el Bautista.

   Compromiso:
   Formar un equipo de Iglesia en salida.

 
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