miércoles, 9 de diciembre de 2020

III Domingo de Adviento. 13/12/2020. Ciclo A

   Estamos en los domingos de Adviento, acercándonos ya a la Navidad. Se nota la gran diferencia entre Juan el Bautista y Jesús de Nazaret. El carácter ascético de Juan contrasta con la misericordia entrañable de Dios manifestada en Jesús.

   La primera lectura se toma del libro bíblico de profeta Isaías (61,1-2a.10-11). Sin duda, que los que lean la explicación de estas lecturas de la misa del presente domingo están bautizados. El Espíritu del Señor está sobre ellos, sobre nosotros. Es nuestro deber recordar a los demás el Espíritu de la Navidad; celebramos el que Jesús haya nacido entre nosotros para proclamar los años de gracia del Señor. Un año y otro, y otro...

   En estos días y sobre todo el día de Navidad, nuestra alegría debe ser el reflejo del alma. Como dice esta lectura:" Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios".

   La segunda lectura es de la primera carta a los Tesalonicenses (5,16-24). Empieza con un consejo que puede llenar nuestra vida de cristianos y mantener nuastra actuación apostólica. Nos pide que seamos constantes en el orar y que demos gracias a Dios en todo momento. Podemos hacerlo con el pensamiento. empezar a cojer la costumbre. Un "Señor te amo"... dicho con el pensamiento. O un "gracias Señor". Pequeñas frases dichas con amor. Y sigamos cumpliendo con nuestras obligaciones. No olvidemos que hay obligaciones que exigen no distraerse, que son de mucha atención. Tengámoslo en cuenta.

   Mantengamos ese Espíritu hasta el final de nuestra vida. Dios es fiel y Él completerá lo que falte.

   Y ya entramos en la lectura evangélica tomada de Juan 1,6-8.19-28. La misión de Juan es la misión de cada uno de nosotros: dar testimonio de la luz. No hace falta ser sacerdote. Todos tenemmos obligación de mover a la gente en dirección a Dios. Todos debemos dar testimonio de la luz, lo cual no quiere decir que no tengamos pecados o pecaditos. Salvo el enviado, Jesús de Nazaret, los demás tenemos pecados o, por lo menos, imperfecciones. Una excepción sera María, la madre de Jesús. Los demás, nosotros, seremos como Juan el Bautista, la voz que grita:"allanad el camino del Señor".

   Pero si bautizamos con agua en nombre de Jesús, el Espíritu, la gracia del Señor Dios entra en Él. Podemos hacerlo en caso de necesidad, si la persona está en peligro de muerte, no está bautizado y quiere ser bautizado porque cree en Jesucristo. Si no hay una urgencia deberá bautizar el sacerdote.

   

   Compromiso: Piensa en cómo puedes hablar algo de Dios con otra persona.

   

  


 
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