sábado, 19 de julio de 2008

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (Mateo 13, 24-43). 20-07-2008.

El evangelio de hoy propone a nuestra consideración tres parábolas: la de la cizaña, el grano de mostaza, y la de la levadura.
El domingo anterior, la parábola del sembrador trataba de las actitudes del hombre ante el mensaje del reino. Aquel podía representar la buena tierra donde la semilla cae y produce el ciento por uno. Pero también, la tierra llena de zarzas, el camino donde es pisada por todos, o el pedregal, eran donde no produce o lo hace por muy poco tiempo.
Este domingo, en cambio, las parábolas que se leen ya no tratan de las actitudes del hombre ante la predicación de Jesús. Nos hablan directamente del reinado de Dios. Sobre la parábola de la cizaña, recordemos que ésta dispone de fuertes raíces que se entrelazan con las del trigo, por lo que al arrancar la cizaña fácilmente se arranca también el trigo. Es imposible eliminar lo malo sin dañar lo bueno. En el reino de Dios, que se supone aquí en la tierra, hay que tolerar la presencia de lo malo junto a lo bueno, como Dios lo tolera en su creación. Él respeta la libertad de los hombres. Nos dice la parábola que "cuando brotaron los tallos y se formó la espiga apareció también la cizaña". Cuando el trigo dio su fruto, es cuando se vio la cizaña.
La segunda parábola de hoy es la del grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas. Cuando se deseaba afirmar la pequeñez de algo se recurría al grano de mostaza. Sin embargo, este grano llega a convertirse en un arbolito que sobresale por encima de las hortalizas. A este modesto árbol acuden los pájaros, que representan a los pueblos paganos según el profeta Ezequiel (capítulo 17, versículo 23).
Como se ve, el reinado de Dios no es dominador, no se constituirá en un gran imperio, no será un gran cedro, sino un modesto arbolito. Para el reino de Dios, fuera todo afán de dominación, y si alguna vez se ha dado en la historia, en ese momento no representaba o no constituía tal reino de Dios.
Por fin, la tercera parábola, la de la levadura. Todos sabemos que un poquito de la misma hace fermentar la masa por grande que sea (en el evangelio, unos 42 Kg de harina). El reinado de Dios, como la levadura, actúa desde dentro de la humanidad misma, desde lo más profundo de ella.
Cuando Jesús vuelve a su casa (no es la de Nazaret, pues Jesús se estableció en una casa en Cafarnaúm, a orillas del lago de Genesaret) los discípulos le piden que les aclare la parábola de la cizaña. Entre otras cosas, les dice que los ángeles escardarán de su reino todos los escándalos y a los que practiquen la iniquidad. ¿Quiénes son estos? Los escándalos, según Mat. 18, 6-9, son producidos por la ambición de poder que hacen fallar a otros en la fé. Los que cometen la iniquidad son los discípulos no comprometidos (Mat. 7, 21-23).
Debemos caer en la cuenta de que la buena semilla no es el mensaje que se predica, sino las personas o ciudadanos del reino. La buena semilla son los que hacen suyo el mensaje de Jesús.
Reflexiona: ¿haces tuyo el mensaje de Jesús?

 
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