jueves, 19 de agosto de 2010

Domingo XXI del Tiempo Ordinario. 22-8-2010. Lucas, 13, 22-30

El evangelio de este domingo nos dice que Jesús sigue de camino a Jerusalén. En Lucas, este viaje es bastante más extenso que en Mateo y Marcos, abarcando desde 9, 51 hasta 19, 28, es decir, casi diez capítulos. Es, por esta razón, el núcleo de dicho evangelio y, aseguran los expertos, es crucial para la comprensión de su mensaje.

En el evangelio de Lucas, al igual que en Mateo y Marcos, lo realizado en el viaje a Jerusalén se centra más en sus enseñanzas que en los milagros de curación. Lucas agrupó las tradiciones sobre las enseñanzas de Jesús en temas importantes como la oración, la riqueza, el perdón o, como en el evangelio de hoy, la necesidad de estar alerta para cuando llegue el Señor.

Estos agrupamientos según la temática nos indican que no se sigue el orden en que fueron predicados por Jesús. El evangelista Lucas los agrupó para crear un cuerpo de enseñanza que pudieran usar los seguidores de Jesús en la misión. Ello indica que tiene en cuenta la situación de la Iglesia tras la muerte de Jesús.

En este viaje de Jesús a Jerusalén, el Señor debe pasar por un lugar muy escabroso llamado Wadi Qelt, 8 Km al oeste de Jericó. Por encima del fondo del valle se encuentra hoy día el monasterio griego ortodoxo de San Jorge, fundado originariamente en el siglo V después de Cristo. En ese camino Jesús va enseñando por ciudades y aldeas.

En uno de los lugares hay quien pregunta: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?". Todo el evangelio de hoy gira alrededor de esta pregunta, pero como se lee al final, con referencia al reino de Dios. En efecto, la predicación de Jesús en Galilea se centró en el evangelio del reino, de forma que las expresiones sinónimas "el reino de Dios" y "el reino de los cielos" aparecen unas cien veces en los tres primeros evangelios. Se constata, además, que el reino de Dios es una realidad tanto presente como futura.

Aunque la idea del arrepentimiento está presente en la predicación de Jesús, sin embargo, no es un simple arrepentimiento, sino que conlleva la necesidad de servir incondicionalmente a Dios. Esta es la condición para entrar en el reino, donde los creyentes comprenderemos la misericordia divina, tema crucial en el mensaje de Jesús.

Con lo dicho, tenemos respuesta a la pregunta del evangelio de hoy: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?". Todo depende de nuestro arrepentimiento y de la entrega a la causa de Dios. Entonces comprenderemos la misericordia divina que, a pesar de nuestros fallos y pecados, nos sigue llevando hacia adelante. Arrepentirse y entregarse a la causa de Dios es ya entrar por la puerta estrecha.

Compromiso: arrepintámonos y entreguémonos a la causa de Dios.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.