jueves, 21 de junio de 2018

Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Ciclo B. 24-6-2018. Lucas 1,57-66.80

   Como dijo el Papa Francisco, la voz de Juan el Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son las mentes cerradas y los corazones duros.

   En las lecturas de este domingo, Dios nos habla del salvador que busca para su pueblo Israel. El Israel de Dios, que somos todos los que aceptamos a su enviado Jesús.

   Como texto bíblico para recordar y memorizar como oración, se propone uno de la primera lectura (Isaías 49,1-6) que dice: "He sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios es mi fuerza". Repitámoslo con frecuencia para que nos sirva de oración. Si lo hacemos así, estaremos sacando buen fruto de esta lectura, que termina afirmando que Dios me hace "luz de las naciones, para que su salvación alcance hasta el confín de la Tierra". ¿Nos lo aplicamos?

   La segunda lectura está sacada de Hechos 13,22-26. De entre la familia del rey David, Dios saca un salvador para Israel, es decir, a Jesús. Pero a Jesús lo va a preceder Juan el Bautista, cuya fiesta celebramos hoy. Juan afirma, refiriéndose a Jesús: "mirad, viene uno detrás de mi a quien no merezco desatarle las sandalias de sus pies". Es decir, Juan empieza a predicar para anunciar a Jesús. Esta es su misión, como también la nuestra.

   El evangelio de hoy nos presenta el nacimiento de Juan, nacimiento que, debido a determinados signos, hace que todos se pregunten diciendo: "¿Qué va a ser este niño?".

   Según el evangelio de Juan, descendía de una estirpe sacerdotal y estaba emparentado con Jesús. Sus padres se llamaban Zacarías e Isabel. Tiene el sobrenombre de "bautista", lo que hace que el bautismo aparezca como el inconfundible rasgo definitivo de Juan. Este bautismo carece de analogía, como creación original suya que es. Su actividad en el desierto, su estilo de vida y su forma de vestir subrayan su labor profética. Los profetas transmiten a su auditorio una palabra de Dios intuitivamente recibida por el medio que sea. Este Juan, pariente de Jesús, no tiene nada que ver con el evangelista Juan, autor del cuarto evangelio.

   Como lección que nos da esta fiesta es la imitación de Juan el Bautista como profeta que prepara el camino hacia Jesús. Todos los creyentes debemos esforzarnos en acercar a la gente hacia Jesús. Iniciarlos y llevarlos por el camino del Señor. En esto sí podemos participar del ejemplo de Juan el Bautista. Fue su misión.

   Un hijo es también una maravillosa ocasión de que los demás feliciten a la madre. Esto es lo que le sucede a Isabel. Dios ha vertido en ella grandes bendiciones, por lo que las felicitaciones de los vecinos no tardan en llegar. Así también, cuanto mejor reflejemos en nosotros las bendiciones de Dios, mayor alegría manifestarán nuestros padres, sobre todo nuestra madre.

   Imitemos, pues, a Juan como profeta y como hijo de una madre receptora de las bendiciones de Dios.


   Compromiso: reflexiona y decide sobre el texto propuesto para memorizar.



 
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