miércoles, 21 de agosto de 2019

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 25/08/2019. Lucas 13, 22-30

   Conciliar las lecturas de hoy, a primera vista, aparece como verdaderamente problemático. Efectivamente, para ello, es necesario no olvidar el olvidado concilio Vaticano II, que trató de poner la Iglesia al día. Y además, seguir la línea teológica de Francisco, tan denostado por el grupo conservador.

   Como texto a repetir durante la semana se propone: "Caminad por una senda llana, así el pie cojo no se retuerce, sino que se cura", tomado de la segunda lectura.

   Y, ya en el comentario, la primera lectura es de Isaías 66, 18-21. Todos los pueblos del mundo vendrán al encuentro del Señor para ver su gloria. Y todos gozarán de las prerrogativas del Señor: de entre ellos habrá sacerdotes. Nadie será superior a nadie. Pero, para que sea una realidad es necesario evitar un choque entre civilizaciones. La verdadera teología de los países del Mediterráneo debe ir en esta línea. Diálogo, mucho diálogo entre judíos, musulmanes y católicos. Los católicos debemos abrirnos a esta mentalidad. ¿Es que no coincidimos católicos, judíos y musulmanes en muchos aspectos sobre Dios? Unidos en diálogo podemos tener una experiencias maravillosas sobre Dios. Y después de esto, cuando demos el paso de dar a conocer a Jesús, no será haciendo proselitismo. El conocimiento de Jesús no nacerá del proselitismo, sino será reflejo de lo que los cristianos llevamos dentro.

   La segunda lectura es de Hebreos 12, 5-7.11-13. Brevemente, dejémonos corregir por el Señor, una y otra vez. Merece la pena recordar que veamos la vida con sencillez y se la compliquemos a nadie. En ocasiones, será una forma de practicar la caridad. Y por último, recordemos el texto a memorizar.

   Sobre el evangelio, se dirá que no hay contraposición ninguna con la primera lectura. En aquella, la gente acude en masa para vislumbrar la gloria del Señor. La verán, excepto los que obran la iniquidad como nos dice el evangelio. Estos son los que no lograrán pasar por la puerta. Está abierta para todos los que no obran con iniquidad, pero cerrada para los demás. Así es como hay que interpretar lo de "puerta estrecha". Es la enseñanza evangélica de siempre. Tenemos el consuelo de la misericordia divina, el amor inmenso de Dios. Pero no obremos la maldad. Es verdad que, en definitiva, nuestra salvación está en las manos de Dios. En ti confiamos, pero aumenta nuestra fe. Todo depende de la senda por la que caminemos. Recordemos el texto que debemos conservar en la memoria. Caminemos por una senda llana, seamos personas de oración, de ratos de silencio con el Señor, diciéndole que lo queremos. Hagamos el bien sin perjudicar a otros. Echémonos confiadamente en los brazos de Dios.

   Compromiso:
   ¿Tienes experiencias de Dios? ¿Sabes hablar de ellas? ¿Te atreves con un o una creyente de la fe islámica? Tú verás.

 
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