martes, 1 de septiembre de 2015

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 06/09/2015. Marcos 7, 31-37

   Una idea que flota en las tres lecturas de la misa de hoy es la resistencia a escuchar lo que Dios nos dice. En la primera, se habla de ciegos, mudos y sordos. Pero, nunca en el Antiguo Testamento se habla de ellos en sentido real, pues el sentido de estas palabras es siempre figurado o metafórico. Está reconocido que el escritor del evangelio de hoy, pensó en esta primera lectura del profeta Isaías (Isaías 35, 4-7a).

   En ella se dice: "sed fuertes, no temáis" y añade, en sentido figurado: "los oídos del sordo se abrirán... la lengua del mudo cantará", pues escucharán la palabra de Dios y se abrirán a ella.

   La segunda lectura (Carta de Santiago, 2, 1-5) empieza afirmando: "No juntéis la fe en Jesucristo con la acepción de personas". Santiago se refiere a un caso concreto de la acepción de personas. Pero, podemos generalizarlo. En efecto, hoy tenemos en la cristiandad un enorme problema de acepción, no de personas sino de iglesias. A menudo, en vez de buscar la unión, cediendo por ambas partes lo que el evangelio permita, lo que hacemos es enraizarnos más en aspectos muy discutibles. Ante el mundo, la Iglesia de Cristo aparece muy dividida. Como diría esta lectura, no juntemos la fe en Jesucristo con la acepción de Iglesias. Vayamos todos al evangelio, reconociendo los católicos los primeros que, como dice Francisco, obispo de Roma, en nuestra fe se mezclan también ideologías.

   El evangelio comienza con un itinerario inverosímil. Obligaría a Jesús a dar un gran rodeo para llegar al lago. Con dicho rodeo se nos indica que la situación es la misma en toda Fenicia. Es una situación de injusticia en ese mundo pagano. Los colaboradores de Jesús le llevan un sordo y tartamudo. Como otras veces, el verbo, en el principal griego, está en presente histórico, lo que nos enseña que el problema está vigente aún en tiempos de los primeros cristianos. La sordera, junto con la ceguera, se usa siempre en los profetas para indicar la resistencia de Israel a escuchar la palabra de Dios. La incomprensión de Jesús continúa entre los primeros cristianos procedentes del judaísmo. La sordera manifiesta la resistencia a aceptar el mensaje. Jesús mete los dedos en los oídos del sordo, como si los perforara, significando que tiene que ofrecer una fuerte resistencia. Hoy día, Jesús y el Obispo de Roma, Francisco, necesitan vencer una fuerte resistencia para lograr una, convivencia fraterna entre muy conservadores (Comunión y Liberación, Opus Dei, Kicos) y progresistas (Teología de la Liberación, diversos teólogos, Comunidades de Base). Y no digamos nada de la convivencia de todos los cristianos entre sí. Examinémonos todos, sin soberbia, con el evangelio en la mano y, si es necesario, abandonemos todo lo que sea ideología, sin fundamento evangélico, Jesús tiene que meternos profundamente sus dedos en nuestras orejas, para que adoptemos, en profundidad, una nueva actitud.

   Compromiso:
   Pensar en lo que considere esencial en el mensaje del Cristo de la fe.

 
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