martes, 3 de noviembre de 2015

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 8/11/2015. Marcos 12, 38-44

   La idea clave de este día es la donación de lo necesario para vivir que realizan dos personas, dos mujeres, como figura de Cristo que dio su propia vida pensando en cada uno de nosotros.

   La lectura tomada de  1 Reyes (17, 10-16) tiene como trasfondo el hecho de que Ajab, rey de Israel, exige un altar al ídolo Baal, dios de la fecundidad, en Samaria. El profeta Elías es el gran defensor de la fe en Dios y se dirige a quien conoce como verdadera creyente, la viuda de Sarepta, que vive con su hijo. Su situación económica es extrema y se preparan los dos para la última comida y después morir de hambre. Su fe en Dios, a pesar de estas circunstancias extremas, es una fe radical. Su fe y el don de lo poco que tienen obran el milagro. Esta actitud heroica será recordada por Jesús en Lucas 4, 24-26. Ojalá nuestra fe fuese también una fe radical.

   La segunda lectura (Hebreos 9, 24-28) se refiere a la entrega de Cristo en beneficio de todos nosotros. Es el centro doctrinal de toda la carta. Cristo, desde su inmenso sufrimiento, ha entrado en el cielo y puesto ante Dios, intercede eficazmente por todos nosotros. Es el mismo Dios demostrándonos su inmenso amor. Y, si lo esperamos de verdad, él nos salvará definitivamente.

   El evangelio de hoy es un vivo ejemplo de cómo Jesús hace discurrir a la gente que lo escucha. El, en su enseñanza, hace discurrir a la gente sobre lo que tienen delante de los ojos. Jesús habla de cosas comprobables, es decir, de los letrados que pasean con amplios ropajes, que gustan que se les hagan reverencias, ocupar los asientos importantes... Así, el prestigio hará que se acepte sin crítica su doctrina. De esta forma, se va logrando que el pueblo no pueda prescindir de ellos y, así, nunca llegará a ser un pueblo adulto. Se queda en un pueblo incapaz de decidir por sí mismo.

   Esto tiene hoy una aplicación especial para nosotros, los católicos romanos. Ha sido tan fuerte la mediación del organismo vaticano, que el obispo de Roma, Francisco, se ve obligado a afirmar que, en nuestras creencias verdaderas se entremezcla mucha ideología. Jesús nos invita a enfrentarnos con lo que vemos y a juzgarlo. Debemos acostumbrarnos a tener un espíritu crítico, pero fundamentado.

   La mujer viuda de la que se habla en el evangelio expresa, con su pequenísima limosna, la actitud con la que se relaciona con Dios: lo poquísimo de la viuda vale mucho más que lo de todos los demás juntos. Démosle valor a nuestros pequeños detalles con relación a Dios, porque ello equivaldrá a muchos actos de amor a Él. Amor desinteresado que nos hará introducirnos en lo insondable.

   Compromiso:
   Extraigámoslo del comentario evangélico sobre la mujer viuda.

 
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