sábado, 11 de mayo de 2019

IV Domingo de Pascua. Ciclo C, 12-5-2019. Juán 10,27-30

   Seguimos celebrando los domingos después de Pascua hasta que se cumplan siete y celebremos La Ascensión del Señor, continuando el tiempo pascual hasta el domingo siguiente, en que con la celebración del Pentecostés, se da por terminado.
   La primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles (13,14.43-52). Una magnífica lección de  esta lectura es nuestro deber de trabajar siempre por extender el reino De Dios, si no es con unos, con otros. En este trozo de los Hechos, que se lee en este Domingo, encontramos a Pablo y a Bernabé tratando de evangelizar en Antioquía de Pisidia a los judíos que se encuentran en la sinagoga. Todo sucede con normalidad, pero al sábado siguiente se llenó completamente al juntarse casi toda la ciudad  a escuchar a Pablo y a Bernabé, lo que enfada notablemente a los judíos principales. Muchos gentiles alabaron la palabra del señor y creyeron. El trabajo con estos se vio de verdad premiado.
   Apocalipsis 7, (9.14b-17) comprende la segunda lectura. Refiere el premio que espera a los que son fieles a la predicación del evangelio. Los elegidos se sentirá n en medio de una gran multitud vestida toda de blanco, junto a Dios y llenos de una gran alegría. Día y noche junto a Él. La felicidad será completa. Estaremos en fuentes de aguas vivas con el cordero, Cristo, al estilo bucólico, no hay mejor forma de describir la paz eterna, estar en fuentes de aguas vivas acompañados de Cristo glorioso. La frase resumen de la lectura evangélica es saber escuchar la voz de Jesús que nos habla. Los cristianos no estamos muy acostumbrados a seguir nuestra voz interior, la voz de Jesús, la voz de Dios. Nos gusta más ser dirigidos por un sacerdote o por nuestro director espiritual. Pero a sentir la voz De Dios en nuestro interior, y dejarnos dirigir por ella, no le damos la categoría que tiene, la importancia de la que va investida. Sin embargo, Jesús dijo: “mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán”. Es la fuerza y el valor de seguir esa voz interna que nos habla, Dios mismo. La voz interior, que viene de Dios, es distinta a nuestros propios deseos e impulsos, y la persona que hace oración sabe captarla muy bien y dejarse llevar por ella. Como reconoce en ella la voz De Dios, se deja llevar muy confiadamente, con total seguridad, aunque suponga sacrificio. Recuerda toda tu vida el evangelio de hoy, capítulo 10 de Juan: “Jesús: mis ovejas escuchan mi voz”.

Compromiso: capta lo que es escuchar la voz De Dios, la voz interior de Jesús.

 
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