martes, 1 de junio de 2010

Solemnidad del Corpus. 06/06/2010. Lucas, 9,11b-17

   En el evangelio de este domingo es posible tocar varios aspectos: nuestras conversaciones, la ayuda al necesitado, la oración de Jesús y el aspecto eucarístico.

   Empieza el evangelio diciendo que: "Jesús se puso a hablar del reino de Dios al gentío". Nuestra pregunta es: ¿sabemos nosotros hablar con la gente sobre las cosas de Dios y de Jesús? ¿Por qué, a la vez que se toma algo en la cafetería, se habla con normalidad de fútbol o de otras cosas y la conversación sobre un asunto de temática religiosa se rehuye plenamente? ¿Es que de Dios sólo se puede hablar bien en la iglesia?

   Jesús curó al que lo necesitaba, nos dice el evangelio a continuación. Nosotros, salvo excepciones, no tenemos la facultad de hacer milagros. Pero sí podemos, a menudo, ayudar al que de verdad lo necesita. A Jesús le mueve en toda su acción, un inmenso amor hacia los demás. Jesús nos ama de verdad y nuestra correspondencia es amar a los demás, no como a nosotros mismos, sino con el mismo amor conque él nos ama.

   Dice el evangelio de hoy que Jesús, antes de la multiplicación de los panes y los peces, cogió los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo y pronunció la bendición. No se trata de bendecir el pan y los peces como pensaríamos nosotros. Se llama bendición porque se bendice a Dios y se le pide perdón. Por ejemplo, "Reina tu sólo sobre nosotros" o "Borra y aleja nuestro pecado pues tu misericordia es grande; bendito seas Señor que nos perdonas". Jesús, al parecer, tenía la costumbre de orar elevando sus ojos al cielo.

   Sobre la referencia a la eucaristía en el evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, y sin entrar a analizar el texto en sí, debe reconocerse que, en las sepulturas de los cementerios subterráneos o catacumbas romanas, abundan los símbolos eucarísticos. Con ello, la teología posee una magnífica información complementaria al Nuevo Testamento, en lo que se refiere a la eucaristía. La multiplicación de los panes y los peces es el símbolo más preferido. Se representa en la multiplicación, incluso la fracción del pan por el que preside y el cáliz. En el cementerio de Santa Priscila, esta representación del siglo II es la primera que se hace de la ofrenda de la misa en el arte cristiano.

   En esta celebración del Corpus o día de la Eucaristía, las ideas expuestas parecen realmente oportunas. No se puede amar a Jesús sin tenerlo en la punta de la lengua para bendecirlo sin respetos humanos, con cualquiera y en cualquier lugar. Pero, no se puede amar a Dios sin amar al hermano como él nos ama. Además, para el cristiano es fundamental la vida de oración y la recepción frecuente de la Eucaristía.

 
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