lunes, 29 de septiembre de 2008

Domingo XXVII del tiempo ordinario. 05/10/2008. Mateo 21, 33-43

Resumo la parábola de la que trata el evangelio de hoy. Un propietario plantó una viña, la arrendó y se marchó al extranjero. Al tiempo de la vendimia envía a sus criados a cobrar la renta. Los labradores los agarran y apalean y matan. Envía otros criados y hacen lo mismo con ellos. Entonces, envía a su propio hijo pensando que lo respetarían. Pero los labradores, al verlo, pensaron que, como heredero, si lo mataban podrían quedarse con la viña, y así lo hicieron.

Jesús pregunta:

- Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?.

Le contestaron:

- Los hará morir y alquilará a otros la viña.

Jesús, entonces, les recordó lo que dice la Escritura:

- La piedra que desecharon los constructores es ahora piedra angular. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca frutos.


Jesús, con esta parábola, sigue reclamando la atención de los dirigentes y, por lo tanto, para ellos debe ir la predicación como la semana pasada. En nuestro caso, a los sacerdotes y a los obispos, que son nuestros dirigentes. Pero, los predicadores seguirán saboteando este evangelio como sucedió el domingo pasado. Yo pude presenciarlo en algunas homilías. Como dice el refrán, ¿quién se atreve a poner el cascabel al gato? Aclaremos las cosas. La Iglesia somos todos. Por eso, cuando afirmamos que tal asunto lo dice la Iglesia, no es verdad, si no sabemos distinguir las cosas y tener conceptos claros o hablar con precisión. Los dirigentes solos no son la Iglesia, necesitan de los demás creyentes y no pueden decidir en todo considerando a estos como menores de edad a los que hay que dárselo todo hecho y, que por lo mismo, deben someterse a los dictados o normas de aquellos, sin ninguna otra razón. Partimos de que el dueño de la viña es Dios y da la impresión de que otros se apoderan de esa viña y la gobiernan según su gusto.
No quiero seguir tirando contra la jerarquía; si lo hice es porque Jesús lleva unos domingos tirando contra la de su época a la que actualmente corresponde la nuestra. Queda todo el resto del año para que los predicadores nos apliquen las máximas evangélicas a cada uno de nosotros. Cada uno que lleve su carga.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Domingo XXVI del tiempo ordinario. 28/09/2008. Mateo 21, 28-32

En este evangelio, Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y senadores. Por esta razón, se puede afirmar que mira hacia los obispos y sacerdotes en el lenguaje de hoy día, es decir, hacia los que mandan. Creo que el mayor peligro que tiene en la actualidad nuestra jerarquía es, como ya se dijo en otro evangelio, el de las ideologías religiosas de las que fácilmente todos somos víctimas.

Sería duro que Jesús tuviese que decir a nuestros sacerdotes y obispos aquello de "os aseguro que los recaudadores y las prostitutas os llevan la delantera para entrar en el reino de Dios". Hoy día, nuestros jerarcas deben estar muy ojo avizor de todos los avances de interpretación bíblica para ir cambiando la mentalidad y la orientación de los cristianos de a pie. Nuestra fe, o mejor, la interpretación de nuestra fe, sin dejar de ser auténtica, debe salirse de los cauces culturales propios de otras épocas y de otras culturas, para insertarse en la cultura actual con todo lo que tiene de bueno y de purificación de nuestra fe.

Vuelvo a recodar que este evangelio continúa el episodio anterior, sin solución de continuidad. Por ello, Jesús sigue dirigiéndose a los sumos sacerdotes y senadores, aunque ello se oculte en la lectura evangélica de hoy. Se dirige, pues, a las autoridades religiosas de hoy día.

Aunque siempre recordamos la necesidad de leer el evangelio antes de ver este comentario, voy a dar una visión general del mismo.
Un padre le dice a un hijo:
- Hijo vete a trabajar a la viña.
El hijo contestó:
- No quiero.
Pero después fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Pero no quiso ir. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?

Y ahora viene aquello de que fácilmente los recaudadores y las prostitutas adelantarán a los jerarcas religiosos en el reino de Dios. Pero no generalicemos, hay jefes religiosos excelentes. Para ellos, la bendición de Dios.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Domingo XXV del Tiempo Ordinario. 21/09/2008. Mateo 20, 1-16

La parábola del viñador que se lee en el evangelio de hoy, está enmarcada entre dos versículos que dicen exactamente lo mismo: "los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos" (Mateo 19,30 y 20,16). Evidentemente, la parábola es una explicación de dicha sentencia, con la que se inicia y finaliza. La traducción que nos aportan los exégetas y presentada de la forma más comprensible para el lector, es la siguiente: "todos serán los primeros y todos serán los últimos". Es decir, todos serán iguales en el reino de Dios. En él, nada crea situaciones de privilegio o de méritos. En el reino de Dios, el trabajo no se vende, no nace del deseo de cobrar algo, de tener una recompensa; sino de procurar la igualdad entre los hombres. Esta igualdad debe ser patente en la comunidad cristiana.

Por todo ello, los obispos deben pastorear, no gobernar con su cayado que, para disimular, lo llaman báculo. Un obispo debe atender el clamor de los creyentes, a quienes representa, y no estar por encima de ellos. En el reino de Dios, debe ser el último entre los últimos, y esto conlleva una profunda, recalcamos, profunda reflexión mirando a Cristo, como se decía en el evangelio anterior. Pero, no mirando a Cristo con nuestras ideas previas, o mejor, con nuestra ideología. Un obispo no puede permitir que en su pastoreo entren las ideologías, y esto, por desgracia, sucede muy frecuentemente. No se olvide que, a menudo, las ideologías tienen apariencia cristiana. En esos casos es muy difícil separar la paja del trigo. Y, máxime, cuando las ideologías se arrastran desde el Vaticano. Por favor, que nadie piense que, por decir esto, yo no soy creyente. Amo a Dios y en consecuencia a Jesús con todas mis fuerzas y me confieso católico. Aunque lo diga de los obispos, todos debemos aplicarnos el cuento comprendiendo la experiencia cristiana de los demás, aunque sea distinta a la nuestra.

La parábola no necesita más explicación, habla por sí sola. Un viñador llama a trabajar a su viña. A unos, por la mañana y a los demás a diversas horas del día. Al final, a la hora de pagar, empieza por los últimos, lo que hace que a los primeros la boca se les haga agua, pensando que cobrarán bastante más de lo que pensaban. Pero no sucede así. Todos cobran igual. Uno protesta y el viñador le responde: no te hago ninguna injusticia. Si quiero darle a este otro igual que a ti ¿es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Es decir, todos serán los primeros y todos serán los últimos. Todos serán iguales.

El evangelio nos invita a reflexiones muy profundas, pero casi siempre nos las arreglamos para obviarlas, dejándolas a un lado. Para comprender bien las reflexiones que aquí se hacen, debe leerse antes el evangelio correspondiente.

Reflexión: la profundización del evangelio nos librará de muchas ideologías.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Exaltación de la Santa Cruz, fiesta. 14/09/2008. Evangelio Juan, 3, 13-17

Tres ideas se expresan en este evangelio y día:
1º. El origen de Jesús (vers. 13).
2º. La cruz, aunque figuradamente (vers. 14).
3º. La adhesión a Jesús (vers. 15-16).

1º. En el versículo 13 se menciona la palabra "cielo". En Juan, las expresiones sobre el "cielo" no deben tomarse en sentido espacial. El cielo, para él, no es un espacio determinado, no es un lugar. Dios es Espíritu, no ocupa lugar, está en todas partes. No tenemos los humanos otra forma de hablar, no podemos expresarnos de otra manera, pero sí podemos de alguna forma tratar de comprenderlo. Dios no ocupa lugar alguno y por lo tanto el cielo tampoco. El cielo está donde está Dios, donde podemos disfrutar de su maravillosa presencia.

Por todo ello, cuando Jesús dice de sí mismo que es "el que bajó del cielo" quiere decir que su origen no es simplemente humano, sino que procede de Dios.

2º. Según el libro de la Biblia llamado Números, cap. 21, vers. 9, ante una plaga de serpientes venenosas, Moisés, por mandato de Dios, fabrica una serpiente de bronce y la levanta en un poste. El que era mordido, miraba a la serpiente alzada y quedaba curado o,con mejor traducción, vivía. Basándose en este antiguo episodio, Juan construye un paralelismo diciendo que "así tiene que ser levantado este Hombre (es decir, Jesús mismo)". Es una clara referencia a Jesús, que será levantado en la Cruz. Este es el motivo, sin lugar a dudas, de haber escogido este trozo evangélico como lectura para la fiesta de hoy, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz.

3º. En los versículos 15 y 16 sale la palabra "adhesión" que el evangelio de hoy traduce por el verbo "creer". "Adhesión" es una traducción más exacta y con más fuerza que la del verbo "creer". El Hombre (Jesús) levantado en alto es lugar de referencia fijo, punto en el que tienen que converger todas nuestras miradas. Lo que el misal traduce por "creer" corresponde en la comparación de la serpiente a "mirar" teniendo la mirada fija en Él, en Jesús, esperando la vida. "Adhesión" refleja esa mirada fija. De Jesús viene la vida y a Él hay que mirar fijamente esperando la salvación, esperando la vida definitiva. Ese mirar fijamente expresa la profunda adhesión a Jesús. Pero es un mirar fijo lleno de actividdad. Es descubrir el amor que Dios nos tiene (vers. 17) un día y otro día, y obrar en consecuencia como se deduce del resto del evangelio.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (7-9-2008) Mateo 18, 15-20

Como dice la canción, "se hace camino al andar". Me voy dando cuenta que no siempre se puede dar por válida la traducción española que del evangelio viene en el misal. Hasta ahora, generalmente comentaba el texto evangélico teniendo en cuenta una buena Biblia y un buen estudio de la misma. Desde ahora, realizaré esta nueva andadura siempre que sea necesario, vigilando de cerca la traducción propuesta para la lectura dominical del evangelio.
El esquema del comentario de este día es el siguiente:
  1. Conflicto entre dos miembros de la comunidad cristiana.
  2. El poder de atar y desatar.
  3. La reunión en nombre de Jesús.

Refiriéndonos al primer apartado, una ofensa puede juzgarse desde el punto de vista del ofensor o del ofendido. Jesús, en este pasaje, no prescribe al ofensor que vaya a pedir perdón al ofendido, sino al revés, es el ofendido quien debe tomar la iniciativa. Él debe mostrar que ha perdonado como fruto de una reconciliación.

Hoy, en el versículo 15, encontramos en el misal una traducción con la que no estamos de acuerdo. Aquel dice: "si tu hermano peca". Sin embargo, de un estudio de los manuscritos y códices así como de la estructura literaria, se deduce que la auténtica traducción debe ser: "si tu hermano te ofende".

Lógicamente, en el caso de una ofensa personal se trata de un conflicto entre dos miembros de la comunidad. Según nos dice el evangelio de hoy, el ofensor tiene obligación de reconocer su culpa y aceptar la reconciliación. De lo contrario, por negarse a restablecer la unidad de la comunidad seguidora de Jesús, será sancionado.

A continuación, Jesús repite manifiestamente a la comunidad lo que en Mateo 16 (domingo XXI anterior) había dicho a Pedro como representante de la misma: "lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo". Aquí, como allí, lo dice a todos los discípulos, no sólo a Pedro, y no sólo a los apóstoles. A todos los discípulos, que también somos tu y yo. Lo dice a toda la comunidad. No se refiere, como alguna vez se ha dicho y dicen algunos, a perdonar los pecados por la confesión. Tampoco se refiere a que el Papa tenga un poder absoluto en la materia religiosa. Esto ya quedó explicado en el evangelio anteriormente indicado.

Lo que sigue termina con una frase que sirve de resumen: "donde están dos o tres reunidos hacia mí (apelando a mí), allí estoy yo, en medio de ellos". Solemos decir: "donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo". Cada uno de nosotros debe matizar la diferencia entre una traducción buena como la indicada en primer lugar, y otra no del todo correcta como la que a menudo decimos.

Sigamos con esta última frase: "reunidos hacia Jesús, apelando a Él" significa tenerle en cuenta, pero no de cualquier manera. Es conocer el sentido bíblico de los textos, y no tergiversarlos por una tradición interpretativa equivocada. Es querer de verdad seguir el espíritu de Jesús. Es orar con espíritu de verdad, de sinceridad, de amor hacia Jesús. Es realizar el milagro de romper con ideologías que nos encadenan y nos separan de Dios y de Jesús. Así estaremos reunidos en nombre de Jesús, mirando hacia Él, apelando a Él. Y Él estará en medio de nosotros.

Reflexión: sin separarte de Jesús, Dios entre nosotros, y teniendo en cuenta el pensamiento evangélico, acostúmbrate a obrar con una gran libertad cristiana.

 
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