lunes, 18 de febrero de 2013

II Domingo de Cuaresma. Ciclo C. 24/02/2013. Lucas, 9,28b-36

   En el evangelio de hoy se nos presenta el relato de la transfiguración del Señor. Ya otras veces se hizo referencia a la existencia de géneros literarios en los evangelios. Estos expresan una verdad profunda que no ve si uno se atiene a la lectura literal del texto evangélico. El género literario no estropea la comprensión del evangelio, sino que ayuda a entenderlo mejor.

   El relato de la transfiguración pertenece al género literario epifánico-apocalíptico. Este pretende manifestarnos el significado profundo que la realidad tiene ya ahora. Un significado que no descubre la mayoría y que las apariencias parecen desmentir. Es cierto que la transfiguración nos manifiesta lo que es Jesús. Lo que es y lo que será. Pero, además, tiene una parte importante en la experiencia de fe del discípulo y esta es la parte en la experiencia de fe del discípulo y esta es la parte oculta del evangelio de hoy, su significado profundo y que muchos no descubren.

   En efecto, los discípulos saben que el camino de Jesús lo conduce a la cruz, pero no comprenden que la cruz pueda esconder la gloria también para ellos. A nivel de nuestra vida cristiana podemos comparar la transfiguración con esos momentos luminosos que encontramos, a veces, en el viaje de la fe. Pedro quería eternizar aquella visión de gran claridad, pero imprevista y de poca duración. Nosotros hemos de fiarnos de esos momentos de luz que nos da Dios y aprender a seguir adelante. Todos tenemos momentos de luz, sea en la niñez, en la juventud, o en la edad madura y en la vejez. No los dejemos pasar.

   En concreto, sobre Jesús y el evangelio de hoy, el motivo de que aparezcan Moisés y Elías es porque según escribe 2 Reyes, 2,11, Elías no muere sino que es llevado en carros de fuego a la presencia de Dios; y Moisés, aunque en la Biblia nadie sabe donde está sepultado (Deut 34,5-6), hubo leyendas judías que afirmaban que fue llevado a la presencia de Dios. Los dos tuvieron circunstancias extraordinarias al fin de su vida. También Jesús volvería a la vida y ascendería a la presencia de Dios.

   La voz celestial nos dice también a nosotros, no sólo a los discipulos, que debemos escuchar atentamente a Jesús. Y Jesús nos habla a la conciencia; en la oración, en el abandono en sus brazos, en la ayuda a los demás en los que sabemos ver al mismo Jesús...

   Jesús pasaba muchas noches en oración. Era un hombre místico y de mucha acción por la causa de Dios. Hay quien afirma que la transfiguración tuvo por base una experiencia o transfiguración mística.

   Para terminar, se debe recordar que no se sabe el lugar donde sucedió la transfiguración. Tradicionalmente se menciona el monte Tabor, pero la narración supone un lugar sereno, silencioso, tranquilo, cosa imposible en el Tabor donde había una fortaleza y soldados romanos. Como mejores opciones se indican el monte Hermón y el monte Meirón en Galilea. Debía ser un lugar tranquilo apropiado para la oración.

   (Si lo desea, puede completar con el comentario del mismo evangelio del 28/02/2010).

   Compromiso:
   Recuerda las experiencias luminosas de acercamiento a Dios que has tenido en tu vida.

 
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