viernes, 9 de mayo de 2008

Pascua de Pentecostés. 11/05/08. Evangelio de San Juan, 20, 19-23

"Ya anochecido". Es decir, cuando es el principio de la noche, después ya de la puesta del sol.
"Aquel día primero de la semana". Comienza la nueva creación, como también en aquel otro primer día comenzó la creación del mundo. Juan juega, desde el principio de su evangelio, con las dos creaciones y las va poniendo en paralelo. Ahora es el primer día de la nueva creación y, por tanto, de la nueva alianza.
"Estando atrancadas las puertas". Según el texto griego, cerradas, no sólo con llave, sino también con una barra o con cerrojos. Tal era el inmenso miedo que tenían a los dirigentes judíos.
En los versículos anteriores, María Magdalena, mujer, representa a la comunidad de creyentes a los que lleva la buena noticia. Ahora, "los discípulos", como totalidad, incluyen a todos los que dan su adhesión a Jesús, sean hombres o mujeres, sin nombres propios, por igual.
"Llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo: "Paz con vosotros"". Jesús no entra por la puerta, ni recorre el espacio correspondiente. Se sitúa directamente en el centro. Los discípulos se reunían el primer día de la semana; ese día es cuando se aparece Jesús y se aparece en el centro para mayor intimidad. No cabe duda que es el día de la reunión eucaristica.
Sucede aquí como con el dolor para el creyente que, al final, se resuelve en una gran paz cuando se sobrellevó manteniendo el amor a Jesús, sin ser, por ello, masoquista. Los discípulos sufren el profundo dolor del miedo, pero llega Jesús y les proporciona una inmensa alegría: "Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor".
"Sopló y les dijo: "Recibid Espíritu Santo"". "Sopló" es un verbo muy significativo, pues es el mismo que se encuentra en el Génesis cap. 2, vers. 7, cuando se dice que Dios sopló sobre el hombre y le dió vida. Paralelamente, aquí el soplo de Jesús comunica a los discípulos la nueva vida divina, la del Espíritu. La que nos da vida para siempre, a pesar de la muerte física.
"A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados". Para comprender el contenido de este versículo, hay que tener presente el concepto de pecado en Juan. Para éste, consiste en integrarse voluntariamente en el orden injusto. El pecado para Juan, no es una mancha, sino una actitud del individuo: pecar es ser cómplice de la injusticia encarnada en el sistema opresor. Cuando la persona cambia de actitud y se pone a favor del hombre, cesa el pecado.
Por haber recibido el Espíritu la comunidad, transformada por la nueva vida, puede discernir la autenticidad de los que manifiestan su adhesión a Jesús y a su mensaje. Como se ve, no se trata de una "potestad", sino de una capacidad de la comunidad de creyentes para discernir lo verídico del amor vivido a favor de los hombres.
En resumen, la vida del creyente se resume en el mandamiento del amor: amor a Dios y, en consecuencia, a los hombres. Van íntimamente unidos los dos amores. Tal es el mensaje de Jesús.
PRÁCTICA:
Compara lo que Jesús dice, en este evangelio, sobre el perdón de los pecados, con la práctica actual en tu iglesia.
Compara el concepto de pecado que manifiesta Juan, con el que te enseñaron.

 
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