lunes, 2 de febrero de 2015

V Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 8/2/2015. Marcos 1, 29-39

   La segunda y tercera lectura del presente domingo tienen de común el tema de la predicación, ya sea la del apóstol ya sea la del Señor. La primera (Job 7,1-4,6-7) hace referencia a cómo es la vida de todos, sean o no predicadores. Comienza afirmando que el hombre está en la tierra cumpliendo un servicio y sus días, de una forma u otra, son como los de un jornalero. Los días corren muy rápidos, la vida en este mundo es un soplo y se acaba pronto. Sobre esta lectura, quedemos con la primera idea, la del principio: la persona humana está en la tierra cumpliendo un servicio. El problema puede estar en adivinar cual es dicho servicio, para darle más exacto cumplimiento.

   La segunda lectura (1 Corintios, 9, 16-29, 22-23) hace referencia a cómo vive el apóstol Pablo su predicación. Dice una frase que se ha hecho famosa: "¡Hay de mí si no evangelizo!" Es algo que el apóstol siente por dentro con tal fuerza, con tal intensidad, que el mismo poder anunciarlo ya lo considera paga. Pablo está en la línea del papa Francisco cuando habla de no tarifar la administración de los sacramentos. ¡Qué todo el mundo pueda tener acceso a ellos! Pablo anuncia el evangelio de balde, sin usar el derecho que le da la predicación de la Buena Noticia. El hablar de Dios, de Cristo, es algo que todo cristiano activo lo lleva dentro. Es fruto de su experiencia vital, de su contacto con Dios.

   El evangelio se refiere a la actividad de Jesús. El se mueve como el mismo Papa hoy día. Se mueve entre conservadores y progresistas. En efecto, Santiago y Juan pertenecen al Israel más tradicional, al que se desarrolla en las sinagogas. Por el contrario, Simón y Andrés no han ido a la sinagoga, no han asistido a la reunión del sábado, insinuando así que están disconformes con la institución religiosa judía. No son los de la sinagoga, son los de la casa. Sin embargo, en la casa se van a reunir ambas tendencias: los conservadores y progresistas religiosos, ambos como discípulos de Jesús. Para entender bien el pasaje debemos saber que no se mencionan las palabras enferma, enfermedad o curar para la suegra de Pedro, en el original. La fiebre se menciona dos veces, pero con palabras distintas que hacen relación al fuego. En el pueblo era corriente hablar del fuego o celo del profeta Elías. El fuego o fiebre impide el servicio a los demás, que es lo que nos pide Jesús. Y esto, que es esencial, lo pide Jesús igual a conservadores que a progresistas. No debemos olvidar que para Francisco la Iglesia es la Iglesia de la misericordia. Lo que es completamente evangélico.

   Compromiso:
   Sin olvidar a los más cercanos, que son los primeros, pensemos qué hacemos para ayudar a los demás.

 
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